OSWALD WIRTH
Si la Francmasonería se dedicara sólo a la especulación pura se quedaría en el dominio abstracto, sin compartir los males que acosan a la humanidad. Estos males tienen su repercusión sensible en el corazón de todo hombre generoso. El iniciado, en consecuencia, no se aisla del mundo, se guarda bien de imitar a los místicos egoístas que buscan la perfección lejos del contacto de la corrupción general, mucho menos comparte la indiferencia de los satisfechos que sólo tienden a gozar los favores acordados a unos pocos. El hombre de corazón se siente herido por toda iniquidad aun cuando no sea él una víctima directa. Desinteresarse de la suerte de otro es romper los lazos de solidaridad que une a todos los miembros de la familia humana. Y la fuerza de los individuos tiene su origen en la colectividad, de la que ellos forman parte. Separarse de aquella a que se está incorporado es entregarse a la muerte.
El egoísta que sólo quiere vivir para sí mismo, deja de participar de la vida general, se hace un cuerpo extraño en el seno del organismo humanitario, un elemento mórbido, una causa de enfermedad sociaL La francmasonería es una alianza universal dé hombres honrados que se consagran sin cera- mente al bien de todos. Una acción irresistible se ejerce sobre las voluntades débiles por la unión de un conjunto de fuertes voluntades. En este sentido hay que “querer la justicia”, porque lo que se quiere con persistencia y firmeza no puede dejar de obtenerse.
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