OSWALD WIRTH
Las religiones profesionales se conformaban al genio del politeísmo greco-romano; mientras éste reiné, nadie podía soñar en tomar en cuenta alas corporaciones arquitectónicas de sus enseñanzas religiosas. Pero, no fue lo mismo cuando el Cristianismo pasó a ser la religión del estado, en tiempo de Constantino, y pretendió fundar la unidad de culto y de creencias.
El Supremo Arquitecto del Universo encuadraba con el monoteísmo, a quien parecía habérsele adelantado. Pero esta simplicidad, esta vaguedad propicia a las adaptaciones contradictorias, no podían satisfacer a la nueva religión, que formulaba dogmas imperiosos y precisos y para quien era del todo necesario que desde ahí en adelante se les sometieran.
Fieles a sus tradiciones, los constructores se guardaron de contrariar la fe oñcial. Se hicieron bautizar, reservándose el adaptar el Cristianismo a las doctrinas de la metafísica arquitectónica. Así nació una religión oculta, pariente del Gnosticismo que se abstiene cuidadosamente de toda manifestación exterior. A lo más encontraremos un indicio en esta singular facilidad, con la. cual los artistas bizantinos y coptos se ponían indiferentemente al servicio de las diferentes sectas cristianas y después a las musulmanas.
Exteriormente sumisas al absolutismo cristiano, las asociaciones de constructores, pudieron prosperar bajo el amparo del Imperio del Oriente, mientras que desaparecían en Occidente, sumergidas por la invasión de los bárbaros. Un período vino, entonces, en que se estuvo más preocupado de descubrir los monumentos antiguos que de edificar otros nuevos. El cristianismo, sin embargo, no demoró mucho en imponerse a los invasores. La arquitectura religiosa volvió a surgir y nuevas escuelas de constructores se constituyeron poco a poco. Ellas dieron nacimiento al estilo románico.
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