NUESTRA ACTIVIDAD

ALDO LAVAGNINI

Nuestra actividad ha de ser la que mejor exprese nuestros talentos individuales y nos revele nuestras más elevadas y mejores posibilidades.

Para cada ser humano, y especialmente para quien aspire a progresar, hay algo en que puede esforzarse mejor que en toda otra cosa, algo que él puede hacer mejor que los demás, y en lo cual puede, por consiguiente, tener más éxito y fortuna. No es ésta, pues, una diosa ciega, cual se la figuran los hombres vulgares, y la venda que le cubre los ojos es, en realidad, una imagen de la ignorancia de los que no conocen la Ley justa y perfecta que gobierna a todo ser y a toda cosa, tanto las que nos parecen más importantes, como las que consideramos insignificantes.

Tenga pues el Compañero, un Alto Ideal de su actividad y aspire sin miedo hacia él, hacia lo que mejor llene sus aspiraciones y deseos. Pero sepa también que su poder de lograrlo estriba primero en que, por medio de dicha actividad se proponga, como cosa fundamental, ser mejor y más útil para sus semejantes; y segundo, que es igualmente necesario que se haga digno de él, poseyendo la capacidad y estando en condiciones de llenar debidamente todas las obligaciones que se relacionan con esa particular actividad.

Sin embargo, cualquiera pueda ser esta actividad ideal, conforme a sus más elevadas aspiraciones, no debe esto conducirlo a despreciar su actual ocupación sea cual fuere el género de la misma, o descuidar sus actuales deberes. Tampoco ha de conducirlo a rehusar ligeramente una particular actividad o trabajo que se le presente y que pueda hacer útilmente.

Al contrario, nuestro trabajo actual, y aquello que espontáneamente se nos ofrece, aunque se nos aparezca enteramente distinto de lo que hubiéramos deseado, debemos considerarlo como el medio y la oportunidad que se nos deparan para desarrollar los talentos de que más necesitamos en la actualidad, y al mismo tiempo como el único, más derecho y mejor camino que puede conducirnos a la realización de nuestro Ideal, a pesar de que no veamos en la actualidad su razón de ser.

Sin dejar de aspirar constantemente hacia lo mejor y más elevado, según lo indica el compás de su inteligencia, sea al mismo tiempo regla práctica la del Eclesiastés (IX-10) : "Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo, según tus fuerzas". Todo cuanto se nos presente, en cualquier momento, es, pues nuestra oportunidad para aquel día, y nunca debe el Compañero descuidar las oportunidades, por ser éstas los medios para desarrollar y multiplicar con el uso, indistintamente, todos los talentos que poseemos o necesitamos.

Cualquiera cosa que hagamos, debemos realizarla "según nuestras fuerzas", es decir, lo mejor que podamos. Pues su utilidad directa, el simbólico y mejor salario que podemos sacar de nuestro esfuerzo, es nuestro propio desarrollo en la dirección del trabajo ofrecido a nuestra oportunidad.

Quien se encuentre temporáneamente desocupado, hágase estas dos preguntas:

¿Qué es lo que mejor puedo hacer? ¿en qué puedo usar mis talentos actuales y desarrollar mis posibilidades latentes?
¿Qué es lo que puedo hacer ahora que sea más útil para mis semejantes y las personas que me rodean?

Fije su mirada allí donde se concentran todas las aspiraciones más profundas de su alma, y dispóngase ahora mismo a proceder en este camino. Haga este trabajo "según sus fuerzas", lo mejor que pueda, cesando de preocuparse por sus necesidades inmediatas o lejanas, y concentrando toda su atención en el esfuerzo o actividad, pues la solución de su problema no puede encontrarse sino en el uso actual de sus talentos.

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