MULTIPLICACION DE LAS LOGIAS

Por el doble impulso de la exposición de los Principios y del prestigio personal de sus Grandes Maestros, así como de los que se habían agrupado al movimiento, las Logias se multiplicaron rápidamente: las doce Logias que habían tomado parte en la elección del duque de Montague ascendieron a 20 al fin del año, y 49 Logias fueron representadas en la asamblea de 1725.

Pero no debe creerse que en este número fueran comprendidas todas las Logias entonces existentes: muchas de las que existían00 en 1717 no se adhirieron al movimiento iniciado por la naciente Gran Logia por varias razones, entre ellas la de creer usurpada la autoridad de ésta, y prefirieron permanecer independientes. Algunas Logias no aprobaron las novedades introducidas en el Libro de las Constituciones, sosteniendo la obligación de la creencia en Dios y la fidelidad a las prácticas religiosas; y esto, así como otras razones, produjo, como veremos, un cisma que condujo a la fundación de otra Gran Logia.

Además de incrementarse en Inglaterra, Escocia e Irlanda, el número de Logias; pasó muy pronto a multiplicarse sobre el continente, extendiéndose el movimiento en todo el mundo civilizado.

Las primeras Logias que se constituyeron fuera de Inglaterra, a base del modelo de las inglesas (ya sea antes como después de la fundación de la Gran Logia), fueron constituidas en general por masones aislados; deseosos de propagar el Ideal masónico, en virtud del derecho que creían inherente a esta cualidad.

Toda vez que un masón aislado, deseoso de formar una Logia, no podía juntarse con otro, o con otros dos para formar una logia simple, procedía a iniciar privadamente a un profano que creía digno de pertenecer a la Orden; los dos juntos procedían a la iniciación de un tercero, formándose así la Logia simple, que sucesivamente podía hacerse justa y perfecta.

Así, pues, en el primer período, la mayoría de las Logias se formaron simplemente en virtud de este natural derecho masónico, independientemente de toda carta patente o de la autorización de una Gran Logia, cuya autoridad no todos reconocían, reservándose otras Logias el hacerse expedir más tarde una patente regular.

Un local cualquiera, dispuesto para el caso, con la condición de que pudiera cerrarse y estar al abrigo de las indiscreciones profanas, era todo lo que se necesitaba para las reuniones, trazándose en el suelo cada vez, con tiza, los dibujos simbólicos que lo transformaban en el Templo de los misterios masónicos.

Así, pues, muchas de estas Logias, que contribuyeron a la formación de masones y a la rápida propagación de la Orden en su nueva orientación, pudieron formarse y disolverse sin dejar ninguna traza o recuerdo. Por consecuencia es muy difícil fijar con seguridad la fecha del comienzo de la Masonería Moderna en los diferentes países: como siempre, los orígenes se hallan envueltos en la oscuridad.

El trabajo de las Logias, según la costumbre inglesa, consistía esencialmente en las recepciones o iniciaciones, que se hacían con sumo cuidado y atención, y a las que se alternaban con mucha frecuencia festividades y ágapes fraternales consolidándose alrededor de una mesa común el espíritu de igualdad y la solidaridad entre sus miembros. No se había todavía introducido la costumbre de tratar diferentes temas, y especialmente se huía de todas las discusiones que pudieran comprometer la armonía y el buen entendimiento entre los hermanos. Sin embargo, siempre se practicaba alguna forma de beneficencia.

ALDO LAVAGNINI

Por esta razón las Logias se constituyeron especialmente en las hospederías que acostumbraban ser frecuentadas por personas distinguidas. Allí se alternaba la vida exterior de sociedad con los íntimos trabajos del ritual.

Como en Inglaterra, también en Francia encontramos las primeras Logias de las que se tienen noticias históricas, instaladas en hospederías. Dos de ellas fueron constituidas, respectivamente en 1725 y 1729, en París, en casa de un fondista inglés cuya hospedería llevaba el nombre de "Au Louis d'Argent"; la última de éstas obtuvo en 1733 la carta patente número 90 de la Gran Logia de Londres. En ese mismo año los Talleres pertenecientes a la Gran Logia llegaron al número 109.

En estas Logias también se plegaron hombres eminentes, y durante el gran maestrazgo del duque de Wharton los Masones empezaron a mostrarse en público con sus insignias simbólicas.

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