LOS TRES PUNTOS

ALDO LAVAGNINI

Los tres puntos masónicos constituyen el más simple y característico emblema del Ternario. Eligiendo este símbolo juntamente con la escuadra y el compás, como distintivo de la Orden, los Fundadores de la misma dieron prueba de una perspicacia y sabiduría que quien conoce el valor oculto de las cosas nunca puede negarles.
Estos tres puntos sintetizan admirablemente el Misterio de la Unidad, de la Dualidad y de la Trinidad, o sea el Misterio del Origen de todas las cosas y de todos los seres.

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Encontramos estos tres puntos, armónicamente juntos y diferenciados en una Unidad Oriental y una Dualidad Occidental, en las tres Luces del Ara, en torno del Libro de la Tradición que llega a través de los siglos la Eterna Verdad, y de los instrumentos que se necesitan para comprenderla y aplicarla.
El punto superior representa, como es evidente, la Unidad Fundamental o Primer Principio Preantinómico, Originario e Inmanente, del cual todo tuvo nacimiento. Es el Absoluto, el Ain-Soph cabalístico, que existe “en principio”, y en el vual existen en principio todas las cosas. Brahma, Vishnú y Shiva, el Creador, el Conservador y el Destructor del Universo; Osiris, Isis y Horus, o sea el Padre, la Madre y el Hijo, forman en Él una sola persona y un solo ser, una única indivisible Realidad. Es SAT “lo que es” el fundamental Principio inmanente y trascendente de toda existencia, el Fulcro Central Inmóvil que es Origen y Principio de la Creación.
Los dos puntos inferiores son, igualmente, una imagen de la Dualidad; los mismos dos Principios que representan las dos columnas, de cuya unión y de cuyas múltiples acciones y reacciones aparece producida la multiplicidad fenoménica del Universo. Cada uno de ellos es un distinto aspecto de la Unidad Primordial Originaria, que permanece indivisa e indivisible en su dúplice aparente manifestación: el uno existe en cuanto existe el otro, y los dos se resuelven en el Principio Fundamental del cual tuvieron nacimiento. Y efectivamente, si hacemos acercar los dos puntos inferiores, con movimiento igual, al punto superior, se aproximan igualmente el uno al otro, y cuando se juntan con éste, también se juntan mutuamente.
Si trazamos dos líneas entre el punto superior y los dos puntos inferiores, obtenemos el ángulo que expresa, con sus dos lados emanados de un único vértice, esta misma dualidad de los dos Principios, emanaciones o aspectos de un solo Principio Originario.
Y si trazamos otra línea que una los dos puntos inferiores, obtenemos el triángulo, cuya base, uniendo a los dos elementos, representa el tercero, que reproduce en sí, en el mundo de lo relativo, un nuevo aspecto contingente de la Unidad Preantinómica Absoluta.
Así los tres puntos muestran aisladamente los tres Principios que constituyen la Unidad Originaria y la Dualidad de la manifestación. Y la Unión de los tres puntos, por medio de tres líneas, evidencia los tres Elementos primordiales –el azufre, la sal y el mercurio, o el Padre, la Madre y el Hijo- que hacen fecunda y constructiva la actividad de los tres Principios.
Mientras el punto superior corresponde al Oriente y al Mundo absoluto de la Realidad (y, en la Logia, al Delta, emblema de la Unidad triunitaria), los dos puntos inferiores corresponden al Occidente, o sea al Mundo Relativo, que es el dominio de la apariencia, y en la Logia a las dos columnas emblemáticas de la Dualidad.
Y el progreso masónico se halla también aquí indicado sintéticamente, con el progreso de la inteligencia, que se levanta sobre el dominio de la mente concreta (Reino de la Dualidad y de los pares de opuestos), estableciéndose en el sentimiento y en la conciencia de la Unidad fundamental de todo y de la identidad esencial de todos los seres, por medio de las facultades superiores de la Inteligencia, que se basan sobre la Unidad, de la misma manera que la mente concreta basa su lógica y sus juicios en el sentido de la Dualidad.

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