ALDO LAVAGNINI
En épocas más recientes (cerca de 1000 años a.C.), encontramos las corporaciones y la obra de Constructores Fenicios en todos los países del Mediterráneo en los cuales este pueblo había establecido sus colonias y la influencia de su civilización.
Estas corporaciones viajaban, evidentemente, de un país al otro, según se necesitaba y se solicitaba su concurso, levantando con igual habilidad y facilidad templos y santuarios para los diferentes cultos y misterios, aunque siempre eran erigidos según el mismo tipo fundamental que revela, en las obras de las idénticas corporaciones o de corporaciones afines, una misma identidad de concepto.
Podemos considerar como un ejemplo típico (y como la obra simbólicamente maestra de los constructores fenicio) el Templo de Jerusalén, levantado en la época indicada en el libro de las Crónicas (cerca de 1000 años a.C.) por los obreros que Hiram, rey de Tiro, envió a Salomón para este efecto, construcción sobre la cual se basa nuestra actual tradición masónica.
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