LIBERTAD – IGUALDAD - FRATERNIDAD

ALDO LAVAGNINI

El conocido trinomio masónico Libertad-Igualdad-Fraternidad tiene desde el punto de vista iniciático un significado algo distinto de lo que pueden serlo sus interpretaciones político-profanas.
La libertad del iniciado no es, pues, precisamente, aquella que pueden conceder o limitar las leyes de la sociedad, y no debe particularmente confundirse con la licencia de entregarse al vicio y a la pasión, que siempre llevan el desorden a la vida, y le hacen a uno realmente esclavo de sus debilidades, hábitos y tendencias negativas, y sobre todo de sus errores.
La Libertad, en sentido iniciático, es una adquisición individual, interior, fundamentalmente independiente de la libertad externa que pueden otorgarnos las leyes y las circunstancias de la vida. Es la libertad que se adquiere buscando la Verdad y es forzándose sobre el camino de la Virtud, o sea libertándose del error y de la ilusión, y dominando las tendencias viciosas, hábitos negativos y pasiones destructivas.
Es la Libertad que encontramos, y que siempre nos es dado conservar cuando obramos de acuerdo con nuestros principios, ideales y convicciones íntimos, buscando lo que sea mejor en sí y por sí, más bien que buscando nuestra guía inspiradora en las apariencias y conveniencias externas, modificando y reglando según éstas nuestra línea de conducta y nuestras acciones. Es, en otras palabras, lo que obtenemos por medio del uso de la Regla y de la Plomada, siguiendo el camino derecho del Progreso y del Deber.
La igualdad iniciática de la misma manera descansa sobre la conciencia de la identidad fundamental de todos los seres, de todas las manifestaciones del Espíritu o Suprema Realidad, por encima y por detrás de todas las diferencias externas de dirección y grado de desarrollo. Esta igualdad, que se realiza por medio de la Escuadra y del Nivel, es la que nos proporciona una justa y recta norma de conducta con todos nuestros semejantes, y nos asigna y nos hace ocupar el lugar que nos pertenece en el edificio de la sociedad, y en cualquier otro edificio particular al cual hayamos sido llamados para trabajar.
Interiormente la Igualdad es la capacidad de sentirnos iguales en todas las circunstancias y condiciones externas, y en todo puesto o lugar que podamos temporalmente ocupar: es la igualdad que debemos tratar de cultivar en nuestros sentimientos hacia los demás, independientemente de sus palabras y acciones para con nosotros, y con una igual serenidad en las condiciones favorables como en las adversas, en la fortuna y en la desgracia, en el éxito y en el fracaso, en la pérdida y en la ganancia, o sea delante de todos los pares de opuestos, los cuadros blancos y negros de la existencia sobre los que igualmente debemos progresar, apoyando nuestros pies.
En cuanto a la fraternidad, debe considerarse como la suma y el complemento de la libertad individual y de la igualdad espiritual, de las que constituye la adaptación práctica, siendo como la base del triángulo formado por esas dos líneas divergentes. La Fraternidad es, pues, tolerancia con relación a la libertad, y comprensión con relación a la igualdad, manifiesta en desigualdad. Y es, además, la relación que la Masonería establece entre sus miembros, como núcleo y ejemplo de la que debería existir entre todos los hombres.
Prácticamente la Fraternidad puede, sin embargo, establecer sus lazos únicamente entre los que se sienten HH.•., o sea efectivamente hijos de un mismo Padre, el Principio Universal de la Vida o Ser Supremo, y de una misma Madre, la Naturaleza, que a todos igualmente nos ha producido, nos sostiene y nos alimenta. Con ese reconocimiento la Fraternidad se hace efectiva, y según se generalice, llegará a extenderse sobre la tierra y ser, como debería y como debe, la relación normal entre todos los hombres y los pueblos.
Todos los hombres pueden ser hermanos según conocen y realizan en lo íntimo de sus corazones la Verdad de la Fraternidad; es decir, de su común relación con el Principio de la Vida, por un lado, y por el otro con el medio que los hospeda. Caerán entonces las barreras ilusorias que actualmente dividen a los hombres, según cae la venda que cubre sus ojos, y la Masonería habrá esparcido efectivamente su Luz sobre toda la tierra.

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