LAS DOS COLUMNAS

ALDO LAVAGNINI

Las dos columnas que se encuentran al occidente y a la entrada del Templo de la Sabiduría son el símbolo del aspecto dual de toda nuestra experiencia en el mundo objetivo o Reino de la Sensación.
Representan los dos principios complementarios, humanizados en nuestros dos ojos, en la dualidad manifiesta en casi todos nuestros órganos, en los dos lados, derecho e izquierdo, de nuestro organismo, y en los dos sexos que integran la especie humana y se reflejan en todos los reinos de la vida y de la naturaleza.
Cósmica corresponden a los dos Principios de la Actividad y de la Inercia, de la Energía y de la Materia, de la Esencia y de la Sustancia, representados por el azufre y la sal en el cuarto de reflexión y, metafísicamente, por los dos aspectos masculino y femenino de la Divinidad, que como Padre y Madre celestes, como dioses y diosas, y en sus aspectos particulares, se encuentran prácticamente en todas las religiones.
El reconocimiento individual de la Divinidad, bajo el aspecto de Padre o de Madre, parece haber sido instintivo doquiera que la religión ha sido verdaderamente vivida. Siempre ha sido más fácil establecer aquella individual relación con la Divinidad, revelada por la primera pregunta del testamento masónico, considerándola como el Principio de Vida, activa y constantemente en nosotros, más bien que como un Principio Abstracto, alejado de nuestra percepción y experiencia directa, que hace exclamar a las almas más sencillas, como a la Magdalena: “Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo pusieron”.

El Principio de Vida es, pues, en nosotros, nuestro Padre y nuestra Madre, y el Padre-Madre del Universo y de todos los seres. Algunas religiones dan más importancia a uno o a otro de estos dos aspectos, en realidad complementarios e inseparables de la Única Realidad. No es éste el lugar apropiado para hacer un estudio más detallado sobre este interesantísimo tema, y sólo nos contentamos con transcribir, sobre el valor preferente de uno u otro concepto, las palabras de un culto y sabio orientalista contemporáneo: “El Padre y la Madre no riñen entre sí (por la adoración o reconocimiento interior del uno o de la otra), aunque sus hijos puedan hacerlo”.

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