LA “RELIGIÓN” DE LOS CONSTRUCTORES

ALDO LAVAGNINI

En las especulaciones, cultos y tradiciones primitivos, todo tiende a la unidad: poderes y atribuciones que hoy se distinguen cuidadosamente, como por ejemplo el eclesiástico y el civil, el legislativo y el judicial, estaban ayer en manos de una misma autoridad. Así el mundo antiguo nos dio ele ejemplo de los Reyes-Sacerdotes que juntaban en sí diferentes representaciones y poderes que se consideran hoy enteramente desglosados.
Igualmente la Religión formaba entonces parte de la vida, y las instituciones civiles y religiosas se entrelazaban mutuamente, constituyendo un conjunto casi inseparable. Por eso, en las primitivas corporaciones constructoras, el elemento religioso-moral se debió considerar como formando una unidad con el elemento artístico-operativo, desarrollándose y transmitiéndose igualmente, en estas corporaciones, los secretos del arte y ciertas especiales tradiciones religiosas.
Nótese, con respecto a esto, que la misma palabra religión se identifica, en su significado originario, con la de tradición, indicando simplemente “lo que es legado o se transmite”. También la Masonería en este sentido es religión aunque no una religión: la religión operativa y especulativa, simbólica e iniciática, nacida espontáneamente en las primeras corporaciones constructoras, a medida que sus adeptos se esforzaban en divinizar su Arte, convirtiéndose en vehículos y medios de los cuales pudo aprovecharse la Jerarquía Oculta para sus enseñanzas, encontrando en ese medio un terreno particularmente fértil para sembrar la mística semilla de la Sabiduría.
También el carácter particular de las corporaciones que se especializaron en la construcción de Templos hizo que éstas se identificaran, en las diferentes épocas de la historia, con distintas tradiciones religiosas, y en algunos casos con los mismos Misterios (a los cuales algunos entre ellos debieron ser admitidos como participantes), y no hay que maravillarse si se asimilaron muchas enseñanzas esotéricas, transmitidas como secreto patrimonio entre los maestros del Arte.
Fuera de duda está que, en cualquier período de la historia, las corporaciones constructoras aparecen poseedoras de secretos y alegorías, algunos de los cuales provienen de una época remotísima, y otros representan antiquísimas tradiciones revestidas de nombres y formas simbólicas más recientes. Mientras que, por otro lado, bien sabemos que todas tuvieron reglas y modalidades particulares para la dúplice transmisión del secreto material del arte y de su interpretación especulativa, así como para la admisión de candidatos como aprendices, exigiéndoseles el ser “libres y de buenas costumbres”, dando pruebas definidas de moralidad, diligencia y capacidad para la obra.
Esta “religión de los constructores” hubo de ser una religión eminentemente moral, es decir una ética individual aplicada a la vida, como lo demuestra la Tradición Masónica, que más directamente la continúa.

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