LA LÍNEA RECTA

ALDO LAVAGNINI

La línea recta, producida por el movimiento del punto desde el uno al otro extremo (representados por los dos infinitos), es el emblema de la vida individualizada, nacida de la Unidad del Ser, así como de todo movimiento o paso del punto en una infinita sucesión de puntos, que caracterizan el Espacio, o de la Eternidad en la infinita sucesión de momentos que forman el Tiempo, tal como lo concebimos ordinariamente.
Así como en mecánica la línea recta representa una fuerza y la dirección en que aquélla se aplica, en Masonería representa el progreso rectilíneo, que es la resultante de la fuerza individual que se encierra potencialmente en el punto o Centro de nuestro ser aplicada en aquella justa dirección que da como producto natural la evolución o “desarrollo progresivo y progresista” de las potencialidades latentes en virtudes o poderes activos.
Este progreso individual, simbolizado por la línea recta, se halla muy bien representado por la plomada, que muestra el esfuerzo vertical de cada ser y de toda la Vida en su conjunto, desde abajo hacia arriba, desde la gravedad de los instintos y de las tendencias materiales y esclavizadoras, a la atracción de un Poder, de una Ley o Ideal superior, que es la luz del sol para la vegetación y los seres orgánicos, y la Luz interior de la conciencia para el hombre y los seres conscientes. Y este esfuerzo vertical es condición necesaria para toda finalidad o efecto constructivo.
Así como sin la plomada no sería posible disponer verticalmente las piedras en la posición más adecuada para la estabilidad y el progreso de una determinada construcción, tampoco sería posible el progreso individual del hombre si todos sus pensamientos, aspiraciones y acciones no se modelaran sobre una misma línea recta, en sentido opuesto a la gravedad de las tendencias inferiores, y elevándose gradualmente hasta la percepción de sus posibilidades superiores.
Finalmente, la línea recta representa una relación ininterrumpida entre los dos infinitos que marcan sus límites extremos, es decir, entre los dos aspectos antinómicos y complementarios de la Unidad Madre, y nos hace ver una vez más la unidad fundamental de la Dualidad Aparente en el mundo manifestado.

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