LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

ALDO LAVAGNINI

Sin duda, el primero y fundamental entre los deberes del masón es realizar la calidad de tal, esforzándose en comprender lo que verdaderamente significa esta calidad. Si bien es cierto que la iniciación confiere el título de masón, la calidad tiene que ser adquirida individualmente, esforzándose en poner en práctica, como fórmula operativa, la iniciación simbólica que ha recibido.
Estudiar el simbolismo masónico y esforzarse para hacer efectiva la Verdad encontrada o descubierta, de manera que a cada adelanto del pie izquierdo (inteligencia o comprensión de la Verdad) corresponda un igual adelanto del pie derecho (aplicación práctica de dicha Verdad), en perfecta escuadra con el primero. En esto debe aplicarse con todas sus energías el masón de cualquier grado, pues nunca pierde por su progreso en la carrera masónica su carácter primero de aprendiz.
La búsqueda de la Verdad debe hacerse individualmente (como individual es la iniciación, y el Camino que la realiza), y la ayuda de los demás puede servir únicamente de guía, con la condición de que sea un experto, es decir de quien ya conoce el camino. Todas las demás teorías, opiniones y creencias que se vociferan alrededor de nosotros son otros tantos murmullos a los que no debemos dar importancia, si verdaderamente queremos llegar al término de nuestras aspiraciones.
Pero para buscar eficazmente la Verdad y alcanzarla se necesita el vehemente deseo de poseerla, es decir, un deseo cuya fuerza sea suficiente para impulsarnos, con la energía necesaria, fuera del camino usual de las frivolidades, adentro y por encima de la misma ilusión de los sentidos, conduciendo gradualmente nuestros pasos desde el Occidente hacia el Oriente. Si este deseo no existe, es necesario esperar hasta que despierte, pues vano sería emprender el viaje sin este impulso íntimo que sólo puede darnos la fuerza de superar y vencer todos los obstáculos que encontremos en nuestro simbólico Camino.
La búsqueda debe hacerse igualmente con perfecta libertad de espíritu, habiéndose despojado de todos los errores, prejuicios y creencias que son los metales o moneda corriente del mundo profano, ejercitándose en pensar por uno mismo, sin tener otra mira que la Verdad, a la cual llegaremos cuando logremos superar los mismos límites de nuestro pensamiento.

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