LA AYUDA MÁS VERDADERA

ALDO LAVAGNINI

Aunque la ayuda directa puede ser en algunos casos útil y necesaria (siempre que sea una verdadera manifestación espontánea de solidaridad y fraternidad), es mucho mejor dirigirse a la raíz del mal, en vez de contentarse con remediar temporalmente sus síntomas exteriores.
La persona que se halla en difíciles circunstancias materiales tiene antes que todo necesidad de ser ayudada espiritual y moralmente, con pensamientos positivos que realcen su estado de ánimo abatido, y tengan para él el efecto de las palabras taumatúrgicas: ¡Levántate y anda! Ayudar a un hermano a caminar sobre sus propios pies es mucho mejor que proveerlo de muletas. Facilitar un medio de ganar por sí mismo lo que necesita es mucho más fraternal, deseable y digno que facilitarle una ayuda que lo ponga, como beneficiado, en condición de inferioridad.
Pero cuando esto no sea posible momentáneamente, el compartir lo que uno tiene, con verdadero espíritu de solidaridad fraternal, según propio dictado de la conciencia, debe ser considerado como un deber elemental, un privilegio y una oportunidad para todo iniciado que verdaderamente sienta en su corazón el lazo de fraternidad, la mística cadena de unión que lo une a todos los seres, y en particular a aquellos con los cuales tiene una más profunda afinidad moral y espiritual.
No se entiendan las precedentes consideraciones para alejar a nadie de sus deberes de solidaridad para con sus semejantes en general, y sus hermanos en particular, sino más bien para que sean mejor atendidos y practicados, despojados de toda ostentación por parte de quien da y de toda humillación hacia quien recibe, como conviene para una verdadera expresión del espíritu masónico, que no puede ser nunca aislamiento negativo ni deprimente solicitud.
Elevarse sobre los sentimientos y los conceptos profanos de caridad, para realizar la verdadera fraternidad de los iniciados, en la que lo que uno hace por un hermano lo hace con el mismo espíritu que lo hiciera para sí mismo, sin adeudarle ninguna obligación o deber de mostrarse reconocido, ha de ser el ideal de todos los verdaderos masones.

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