ALDO LAVAGNINI
El ángulo, en el cual dos líneas distintas parten de un único punto originario, divergiendo al prolongarse, según más se alejan de su origen, representa otra imagen característica de la dualidad, proveniente de una unidad preantinómica e inmanente, en la cual tiene su origen y su raíz.
El punto central en el cual se juntan y del que parten las dos líneas divergentes corresponde al Oriente, o Mundo de la Realidad, en el cual todo permanece en estado de Unidad Indiferenciada e Indivisible; la parte opuesta corresponde al Occidente, el dominio de la realidad sensible, en la cual la misma Realidad Trascendente aparece dividida o separada en los dos Principios simbolizados por las dos columnas.
Mientras la manifestación procede constantemente del Oriente al Occidente, o sea del dominio de la Realidad al de la apariencia, de la Esencia a la Sustancia, del Ser a la Forma y del Espíritu a la materia, el conocimiento o progreso iniciático, representado por la Luz Masónica, procede en sentido contrario, desde el Occidente al Oriente, o sea desde los extremos del ángulo hacia su origen. (Véase aquí el estrecho parentesco entre las palabras oriente y ori-gen, derivadas las dos del verbo latino orior, “surgir, manar, levantarse”).
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