ALDO LAVAGNINI
La escuadra y el compás, separadamente, o bien unidos en la forma conocida y usada como símbolo masónico, nos presentan dos distintos ángulos, móvil el uno y con vértice hacia arriba y hacia el Oriente; fijo y octogonal el otro, con el vértice dirigido hacia abajo o hacia Occidente.
El ángulo recto, formado por la escuadra, es el emblema de la fijeza, estabilidad y aparente inexorabilidad de las Leyes Físicas que gobiernan el Reino del Occidente o de la Materia. Los dos principios o lados que concurren a definirlo se encuentran siempre a la misma distancia angular de 90 grados, que corresponde a la cuarta parte de la circunferencia (que, de por sí, representa la Unidad dentro del ciclo de la continuidad) y al ángulo del cuadrado. La escuadra es, pues, otro símbolo de la crucifixión de la cual debe libertarse rectificando y dirigiendo hacia el centro todos sus esfuerzos.
El ángulo recto es también el símbolo de la lucha, de los contrastes y de las oposiciones que reinan en el mundo sensible, de todas las desarmonías exteriores, que deben enfrentarse y resolverse en la Armonía que viene del reconocimiento de la unidad interior. Y el compás es el símbolo de este reconocimiento y de esta armonía, que debe juntarse con la escuadra y dominar el mundo objetivo por medio de la comprensión de una Ley y de una Realidad Superior; por medio de su ángulo de 60 grados, en el cual se halla ordinariamente dispuesto (el ángulo del triángulo equilátero), muestra el ternario superior que debe dominar sobre el cuaternario inferior, o sea el perfecto dominio del Cielo sobre la Tierra.
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