El Aprendizaje Incesante

OSWALD WIRTH

En su retroceso, sobre camino de sus cinco viajes, el Compañero que solicita la Maestría no pierde de vista la Estrella Flamígera, astro cuyo brillo aumenta más que palidece a medida que el iniciado se introduce en una obscuridad siempre más espesa. Pero de repente el centelleo animador se apaga: la venda del Aprendiz parece aplicarse nuevamente sobre los ojos del futuro Maestro; una copa, al mismo tiempo, se lleva a sus labios, y él vacía a largos tragos el cáliz de la amargura, resuelto a sufrirlo todo a fin de llenar fielmente su misión.
Reconfortado, seguro de sí mismo, en razón de la sinceridad de su sacrificio, el postulante no se azora sintiéndose súbitamente rodeado de llamas. Reconoce el brasero de su primera iniciación y se deja penetrar por un calor que le hará participar en el poder de Fuego central animador de todas las cosas.
Encontrando en seguida la Estigia de olas tumultuosas, se sumerge en el Agua que hace invencible, sin temer la impetuosidad de la corriente irresistible para los débiles. Apenas ha vuelto a pisar tierra se enreda en medio de la inextricable pelea de los seres encarnizados en destruirse. Pasa, desinteresándose de esta lucha por la vida, sobre la cual se basa la existencia objetiva, porque el Maestro está por encima de toda ambición personal y no piensa sino en llenar integralmente su tarea en cuanto colaborador de la Grande Obra.
En el resto se produce la calma, el camino sube y ningún ruido alcanza ya a las alturas serenas hacia las cuales se encamina el iniciado. Helo aquí en la soledad de las cumbres, desde donde el espíritu humano pretende contemplar el conjunto de las cosas. Ningún vértigo ataca ahí al Pensador, quien no se hace ninguna ilusión sobre las síntesis prematuras andamiadas porconstructores impacientes. Él conoce a Babel y su torre de confusión; también se entrega sin emoción al viento que sopla tempestuoso. Transportado a través del Aire es vuelto a traer al suelo donde se baten los hombres.
Pero no se detiene ahí porque la Tierra se abre ante la inteligencia ávida de profundizarlo todo. El candidato a la Maestría se precipita, pues, en un boquerón anchuroso; quiere ir al fondo de las cosas, penetrar en su interior a fin de juzgar de adentro para afuera a la inversa de lo que ha debido hacer hasta aquí.
Pero, ¿Dónde cae el Compañero que ha vuelto sobre todos los detalles de su doble iniciación?. ¿Qué Gabinete de Reflexiones es éste donde su retrogradación se detiene?. ¿Qué esqueletos fosforescentes son esos que percibe, esas lágrimas luminosas que corren por las paredes del vasto sepulcro donde extraños muertos parecen haberse reunido?.

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