OSWALD WIRTH
Las instituciones primitivas, de que se ha tratado más arriba, se han transformado, según las circunstancias, en asociaciones políticas religiosas o sociales de una inmensa variedad de formas. No tomando en cuenta sino la “mise en scene” y el ceremonial aún en boga entre los salvajes actuales, se distinguen seis grupos de instituciones que derivan de los usos más antiguos.
A la cabeza vienen las sociedades secretas político-mágicas, compuestas de hechiceros, adivinos y de curanderos más o menos convencidos. A menudo cultos, proscritos, considerados como inmorales, se perpetúan secretamente y dan lugar a sábados como los de la Edad media. Sucede también que estas corporaciones no carecen de seriedad, al menos en cuanto a las pruebas que imponen a los aspirantes. Los Pieles Rojas proceden bajo este respecto a verdaderas iniciaciones2
En segundo lugar vienen las ceremonias de tribus, que se ligan al culto del hogar familiar y de los antepasados. De esta fuente derivan a menudo las pompas oficiales y las religiones del Estado. Estas ceremonias tuvieron tal importancia en la antigüedad que Fabio, en plena campaña contra Aníbal, creyó de su deber dejar el ejército para ir a ofrecer, en su tiempo y lugar, los sacrificios prescritos por tradiciones de la familia fabiana, de la cual él era el Jefe.
En la tercera categoría entran todas las hermandades religiosas que imponen un noviciado preparador para una vida espiritual inaccesible al común de los mortales. La perfección moral es el objeto que persiguen estas instituciones, sean ellas cristianas, budistas o musulmanas; pero cometen el error de colocarse aparte de la gran corriente de la vida normal; así su obra es estéril o, por lo menos, desproporcionada en sus resultados al esfuerzo desplegado y a los sacrificios aceptados.
En cuarto lugar, se colocan los misterios de la antigüedad, cuyo objetivo esencial era la búsqueda de las verdades ocultas. Los adeptos eran instruidos, bajo el sello del secreto, en nociones que habría sido peligroso esparcir públicamente.
Bajo el quinto rubro se colocan las confraternidades formadas por los hombres que ejercen una misma profesión. La arquitectura dio lugar, a este respecto, a las primeras agrupaciones, como lo prueban los arquitectos dionisianos del Asia Menor, los colegas constructores romanos y los hermanos pontífices, especialmente encargados de la construcción de los puentes. La Edad Media generalizó la organización de los oficios, basando toda la vida municipal sobre el régimen corporativo.
Quedan por mencionar las asociaciones filantrópicas y las mutualidades que son muy antiguas. De esta manera los Romanos se fijaban cuotas para asegurarse, a su fallecimiento, el cumplimiento de los ritos funerarios, conformes con sus creencias3 .
La Franc-Masonería moderna no se adhiere a una sola y única de estas categorías, porque ya no es posible hacerla entrar en la quinta, puesto que ha cesado de ser una corporación de artistas constructores. En ella se sintetizan tendencias múltiples, aunque por ciertos lados nuestra institución se relaciona a cada una de las categorías encaradas por los sociólogos.
Importa, sin embargo, establecer las distinciones necesarias, aunque no sea sino para caracterizar la confraternidad masónica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario