OSWALD WIRTH
Siete es el número de la armonia que resulta de un justo equilibrio establecido entre elementos diferentes, como lo indica la figura que sigue:
La suma de das cifras opuestas 1 -6, 2 - 5, 3 - 4, da siempre como resultado el 7 central.
Desde el punto de vista simbólico 3 - 4 tiene un interés especial, pues estas cifras, se
refieren a las combinaciones del Triángulo y de la Cruz.
La primera de esas combinaciones se nos presenta en el signo del Azufre que simboliza el Fuego central realizador aprisionado en el núcleo central de cada ser. Este ardor vital ejerce su acción de adentro hacia afuera, provocando los fenómenos de desarrollo y crecimiento. Es el Principio constructor de todo organismo, llamado también el Obrero Universal, cuyo emblema tradicional es el Delta luminoso.
El ojo es a veces reemplazado en el medio del triángulo por las cuatro letras del nombre sagrado.
Estas pueden inscribirse dos a dos en tres círculos, que corresponden al ternario de los principios alquimistas. Además, como cada una de las letras del Tetragrama se refleja en uno de los elementos puede considerarse el Azufre como compuesto de Fuego y de Aire, el Mercurio de Aire y de Agua, y la Sal de Agua y Tierra.
Estas combinaciones tan pueriles en apariencias, tienen real importancia para quien quiera darse el trabajo de profundizar las concepciones que encierran la llave de todo el simbolismo iniciático.
Como es fácil de comprobarlo, los signos de los Elementos han sido sacados del
Hexagrama El aire no es, desde este punto de vista, sino Fuego temperado por el Agua y la Tierra Agua secada por el Fuego, las líneas horizontales que atraviesan los
triángulos son, en efecto para el Aire la base del triángulo del Agua y para la Tierra la base del Triángulo del Fuego.
Estas pueden inscribirse dos a dos en tres círculos, que corresponden al ternario de los principios alquimistas. Además, como cada una de las letras del Tetragrama se refleja en uno de los elementos puede considerarse el Azufre como compuesto de Fuego y de Aire, el Mercurio de Aire y de Agua, y la Sal de Agua y Tierra.
El Septenario conduce a la Maestría, de manera que no podemos suministrar sino indicaciones sumarias sobre el signo que se obtiene invirtiendo el del Azufre. Es un
triángulo invertido (agua) coronado por la cruz que indica en este caso, una elaboración
acabada, un trabajo de depuración y de perfeccionamiento gloriosamente terminado Se trata aquí de una Agua que ha sufrido la serie completa de destilaciones purificadoras, gracias a las que se han exaltado sus propias cualidades. Esta substancia así sublimada y quintaesenciada, no es otra cosa que la personalidad o el almo humana integralmente purificada, fortificada por las pruebas de la existencia y llegada a un estado que le permite realizar lo que el vulgo llama milagros.
El Compañero no debe ignorar que tal es el ideal que le ha sido propuesto. Sin duda,
el cumplimiento integral de la Gran Obra, representada por el ideograma que nos ocupa, está reservado al Iniciado perfecto, al Maestro. Pero, para merecer la Maestría, es necesario haber adquirido las virtudes que lo hacen digno.
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