OSWALD WIRTH
Lo que caracteriza a un Arte, en el sentido extenso de la palabra, es que no puede ejercerlo cualquiera.
Para llegar a ser Artista, es necesario adquirir una habilidad especial, desarrollando aptitudes que no todos poseen. Los que por su talento logran elevarse por sobre el común de los mortales, experimentan un legítimo orgullo: se consideran como selectos, en relación a la masa ignorante e inhábil. Esto es, a sus ojos, el mundo profano, del cual se distinguen en razón de su superioridad.
Un Artista, por modesto que sea su Arte, no es un hombre como cualquier otro. No ha llegado a ser un artista sino transformándose al adaptarse a las exigencias del Arte.
Por el hecho de ser diferente a la generalidad, el artista se ha destacado, para ligarse en lo sucesivo a una colectividad particular, cuyos miembros están unidos por lazos especiales de solidaridad.
Estos lazos, que existen fuera de toda organización práctica se establecen por sí solos y en razón de la necesidad de amar su Arte, que se impone a todos los Artistas. Para triunfar en un Arte, es indispensable, en efecto, entregarse a él con amor. Nadie participará de los privilegios del verdadero artista, si, retrocediendo ante los sacrificios necesarios, pretende contenerse con practicar el arte fríamente como aficionado, sin poner toda su alma y sin dedicarse a un culto que reclama que él mismo se de íntegramente.
No recibimos sino en proporción de lo que sabemos dar. ¡Nada es esotéricamente más verdadero que esas leyendas en apariencia ingenuas, que nos muestran a los artistas firmando un pacto en bien de la obra emprendida!. Al alistarnos en la carrera del Arte, nos ligamos, contraemos muy graves obligaciones y se nos advierte que se nos pedirá mucho. En cambio, si nuestra abnegación va hasta entregarnos sin reserva, tenemos la expectativa de llegar a ser verdaderos Hijos del Arte y esto nos satisfará ampliamente.
Al obtener nuestra admisión en la Gran Familia, en la cual todos los miembros están unidos por un sentimiento común de amor ferviente y de devoción absoluta al Arte, recogemos inmediatamente lo beneficios de una Fraternidad efectiva. No estamos más aislados, una ayuda misteriosa anima nuestros esfuerzos, guía nuestra actividad, inspira nuestros ensayos; es lo colectividad que ejerce su acción psíquica sobre todo individuo que le está incorporado.
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