La Coordinación Rituálica

OSWALD WIRTH

El ritual inglés, tal como fue introducido en el continente, estaba lejos de satisfacer el ingenio de nuestra raza, que desea que todo esté lógicamente coordinado. Los Masones franceses, experimentaron desde el principio la necesidad de retocar lo que les pareció mal.
Compenetrados de la importancia acordada tradicionalmente al número tres (3) concibieron inmediatamente la necesidad de una jerarquía ternaria. Cada uno de los tres grados debía, desde luego, estar construido sobre un número característico. Habían reparado en las tres luces que iluminaban la Logia del primer grado, y que eran necesarias 9 para la Cámara del Medio; así, cuando fue necesario componer un grado intermediario, tuvieron que escoger ante todo el número típico. La elección recayó juiciosamente sobre el número 5, de aquí los cinco viajes del grado de Compañero y la estrella de cinco puntas, que corresponden a los tres viajes de la primera iniciación y el triángulo luminoso. Datos lógicos han determinado en seguida, todos los detalles del ritual y en particular la distribución de las herramientas en los diferentes viajes.
Si los ritualistas del siglo XVIII dieron prueba de una ciencia iniciática profunda, no fueron, desgraciadamente, lo mismo los sucesores del siglo último. Estos se extraviaron en disertaciones desprovistas de todo alcance iniciático sobre las cinco órdenes de arquitectura y sobre los cinco sentidos, de los cuales no han sabido decir más que banalidades fisiológicas. Las cosas esenciales han sido más y más descuidadas en beneficio de cuestiones de orden profano. Es así cómo tocan ligeramente el simbolismo tan importante de las herramientas, pronunciándose en cambio, discursos a voluntad al término de cada viaje sobre cuestiones relacionadas muy remotamente con ellos.
Los Sentidos, las Artes y su utilidad social, las Ciencias Matemáticas, física natural, moral y sociológica, los benefactores de la humanidad: inventores, artistas, sabios, moralistas y hombres políticos sirven así sucesivamente de temas a las instrucciones que tendrían su lugar en una escuela primaria, pero no en una reunión misteriosa, a la cual no pueden asistir los profanos ni aún los Aprendices Masones.
Se impone un regreso a la tradición del siglo XVIII, sepamos construir el porvenir inspirándonos en el pasado.

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