OSWALD WIRTH
Para facilitar el estudio de los números, la Francmasonería hace uso de emblemas que atraen la atención sobre sus propiedades esenciales. El nuevo Iniciado, a lo menos, no distingue ningún símbolo que se relacione con el número uno. Debe necesariamente ser así, porque nada de lo que es sensible puede admitirse como representación de la Unidad.
No percibimos para nosotros mismos sino la diversidad y multiplicidad. Nada es simple en la naturaleza todo es complejo.
Pero si en lo que no es exterior no aparece la unidad; parece, por el contrario, que reside en nosotros. Todo ser pensante tiene el sentimiento de que es uno. Esta unidad que está en nosotros se manifiesta a la vez en nuestra manera de pensar, de actuar y de sentir. Nuestras ideas, ligadas a la idea de un todo armónico, hace nacer en nosotros la noción de lo Verdadero. Nuestros actos, relacionados a una ley establecida para todos, se reglan sobre esta unidad moral que corresponde a lo Justo y al Bien. Llevados a coordinar nuestras sensaciones, nace de esta necesidad de unidad estética las artes que realizan lo Bello. Lo Verdadero, lo Justo y lo Bello traducen, pues, en diferentes dominios un mismo principio de Unidad que es el Ideal, el polo único hacia el cual tienden todas las aspiraciones. La Unidad no tiene nada de objetivo. Es una abstracción que se refiere al Centro inaccesible a que nosotros referimos nuestro yo. Este Centro que no está localizado en parte alguna parece estar en cada uno de nosotros. Pero esto no es más que una ilusión. El pensamiento es uno. No hay sino un solo principio pensante común a todos los seres. Es el Centro Omni presente, que está a la vez en nosotros y fhera de nosotros. (Brahma, Osiris, Dios Padre, el Anciano de los días, etc.).
Todo centro supone una circunferencia. La unidad abstracta está, pues, indisolublemente ligada a la multiplicidad concreta. El Padre universal (Osiris) está unido a la Madre universal (Isis o la Naturaleza). Esto quiere decir que los efectos son inseparables de las causas que se resumen en una causa primitiva simple. - ¿Cuál es esta causa?. ¿Cuál es el principio primero del que derivan todas las cosas?. - La Unidad absoluta que engloba toda existencia pasada, presente y futura, ha sido en otro tiempo simbolizada por una serpiente que se muerde la cola, el famoso Ouroboros que acompañaba la leyenda: Uno en el Todo.
Este Un-Todo escapa necesariamente a nuestra comprensión. Es el Misterio por excelencia, el Arcano de los Arcanos. La existencia no se explica, se constata. El Ser, o lo que es, se revela a nuestros sentidos bajo su aspecto de multiplicidad, como se muestra a la razón en su carácter de unidad. A la vez uno y múltiple, ha sido representado en la Biblia por la palabra AElohim, plural que rige un verbo en singular (Beraeschidth bará AElohim. En el principio A El - los -Dioses crea...).
Para los Alquimistas todo proviene de la Materia primera de los Sabios, substancia no diferenciada que no podría impresionar nuestros sentidos. Esta entidad misteriosa no es nada para el vulgo, pero lo es todo para los filósofos. Los ignorantes no la ven en ninguna parte, mientras que para los sabios está en todas partes. La substancia una es por lo demás, para nosotros como si no existiera. Nosotros no percibimos las cosas sino en razón de los contrastes que necesariamente faltan en lo que es uno y uniforme. No pudiendo ser distinguida o separada de otra cosa, la Unidad absoluta se concibe, pues, como el Vacío o la Nada. Es el Abismo, la Noche o el Caos de las diferentes cosmogonías. Hieroglíficamente es un disco negro, o un círculo vacío O, el cero de nuestra numeración que representa el Todo-Nada o Ser-no-Ser de los cabalistas.
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