OSWALD WIRTH
Privarse de hablar, para limitarse a escuchar, es una excelente disciplina intelectual cuando se desea aprender a pensar. Las ideas se maduran por la meditación silenciosa, que es un conversación consigo mismo. Las opiniones razonadas son el resultado de debates íntimos que se empeñan en el secreto del pensamiento. El sabio piensa mucho y habla poco. Un masón joven debe, pues, en general, mostrarse muy reservado. Le está privado todo proselitismo intempestivo. No hay peor error que la verdad mal comprendida. Hablar para hacerse entender mal es a la vez peligroso y nocivo. Es preciso, pues, que siempre nos pongamos al alcance de los que nos escuchan. Tratar de asombrar exponiendo ideas atrevidas es esencialmente antimasónico. ¿Para qué escandalizar a los espíritus tímidos? Las inteligencias deben estar preparadas para que reciban la luz: una brusca claridad, ciega en vez de iluminar. Cuando cae de sus ojos la venda simbólica el Iniciado ha podido constatar que el deslumbramiento produce una sensación dolorosa. Estemos, pues, atentos a no herir ninguna convicción sincera. Escuchemos a todos con benevolencia sin hacer cuestión de nuestra manera de ver. Tenemos que formar nuestra opinión ya este fin nos es ventajoso oír a los abogados de las causas más contradictorias. Aprendamos a juzgar sin el menor prejuicio, así llegaremos a ser pensadores independientes o libres pensadores en el verdadero sentido de la palabra.
Cordial saludo.
ResponderEliminarHay una acción judicial ante la Corte Constitucional de Colombia que requiere toda la atención de la Masonería. El origen y futuro de la institución reclama que defendamos la decisión de hombres libres, de asociarnos en procura de un mundo incluyente y fraterno.