OSWALD WIRTH
La escisión que dió nacimiento a la Gran Logia Simbólica Escocesa, no impidió al Supremo Consejo mantener su soberanía sobre los talleres colocados bajo su jurisdicción. Las Logias, sin embargo, se emanciparon poco a poco de su autoridad que, al fin de cuentas, no fue reconocida más que en teoría. Este relajamiento tuvo una repercusión tanto más enojosa sobre el tesoro central, cuanto que la gestión financiera del Supremo Consejo había levantado críticas de las cuales tomaron pretexto los Talleres, poco solícitos, para librarse de sus tributos.
Para salir de enredos el Supremo Consejo consintió en otorgar a las Logias su autonomía administrativa (decreto del 7 de Noviembre de 1894). Inmediatamente los delegados de todas las Logias Escocesas, disidentes o no, resolvieron constituirse en Gran Logia de Francia. Esta nueva federación debía reunir a las Logias colocadas hasta aquí bajo la obediencia del Supremo Consejo, con aquellas que habían formado la Gran Logia Simbólica Escocesa. la fusión fue inmediatamente aceptada en principio; pero, el 23 de febrero de 1895, se creyó necesario esperar hasta que los dos grupos hubieran liquidado sus situaciones financieras. La unidad de la Masonería Simbólica Escocesa no se realizó así, sino hasta el año 1897. No se produjo inmediatamente una fusión efectiva entre los elementos que consistieron en asociarse. Largo tiempo aún debía cada uno de ellos conservar su individualidad, con sus tendencias propias, a menudo contradictorias, en el seno de la nueva organización.
La nueva organización tuvo así un principio difí cii porque a los antagonismos que era necesario conciliar, se agregaba la necesidad de sustituir el orden a la anarquía en las relaciones entre las Logias y la autoridad central.
Gracias a las concesiones recíprocas, la armonía fue, sin embargo, siempre mantenida y progresivamente consolidada. Los Masones que llegaron a presidir los destinos de la Gran Logia de Francia supieron, por otra parte, inspirar confianza, dar a las Logias hábitos de regularidad, asegurando, con esto, el buen funcionamiento administrativo de la federación. Comprendieron, entonces, que la Gran Logia de Francia podía prepararse un brillante futuro, reanudando las relaciones fraternales con todos los poderes masónicos reconocidos como regulares. En el interés de estas relaciones, la Gran Logia tuvo el cuidado de no separarse en nada de las tradiciones simbólicas de la Masonería universal. Creyó así poder entrar oficialmente en relación con todas las demás Grandes Logias y al efecto se dieron los pasos necesarios. Se le hizo entonces la objeción de no ser completamente soberana e independiente puesto que, con el fin de permanecer “escocesa”, continüaba trabajando “en el nombre y bajo los auspicios del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para la Francia y sus dependencias”.
Esta objeción fue salvada por un decreto del Supremo Consejo, dado el 26 de Julio de 1904, e inmediatamente después de él, la Gran Logia de Francia pudo proclamarse estrictamente autónoma, independiente y soberana. Le fue, entonces, posible a la federación francés de las Logias del Rito Escocés entrar en relaciones de amistad con numerosos poderes Masónicos extranjeros y en particular con la Unión de ocho Grandes Logias alemanas.
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