OSWALD WIRTH
Haciéndose rica y poderosa, la Iglesia tuvo necesariamente que corromperse. Llegó una época en la que el alto clero, entregado a todas las intrigas de la política, hacía alarde de un lujo de lo más insolente y ni aun se tomaba la molestia de disimular la corrupción de sus costumbres.
Los fieles se escandalizaban. Su antiguo fervor fue reemplazado por la duda y numerosas herejías pudieron arraigarse en los espíritus. Esto fi.ie la aurora del despertar intelectual que se preparaba.
Este nuevo estado de ánimo, tuvo su repercusión en la arquitectura religiosa. Las donaciones se hicieron escasas. A fuerza de construir Iglesias las había por todas partes y los miembros de las confraternidades de San Juan encontraban cada vez menos donde emplear su talento. Se habían especializado en exceso en el estilo llamado Gótico, ya pasado de moda. Después vino el cisma de Lutero, que desencadenando terribles guerras religiosas, terminó de desorganizar las antiguas corporaciones de constructores.
Amenazaban desaparecer sin dejar más que vagos rastros documentados, pero afirmando su pasado poderío por los monumentos incomparables, que se impondrán siempre a la admiración de la posteridad.
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