OLSWALD WIRTH
En todo tiempo hemos visto falsos profetas perorar en tono doctoral y con absoluta buena fe sobre lo que pensaban saber. Antiguamente les inspiraba la religión y en su creencia de poseer la Verdad, gracias a la ilusión venían a revelarnos lo que debíamos creer, dándonos precisiones respecto a la divinidad, a los ángeles y a los demonios.
En nuestros tiempos, acostumbran dárselas de Iniciados instruidos en los supremos misterios que permanecen velados a la penetración de la generalidad de los hombres. La Iniciación da de tal suerte pretexto a ciertas enseñanzas equívocas, pero no siempre inofensivas, sobre todo cuando la investigación de conocimientos anormales conduce al desequilibrio de los individuos.
En presencia de tan gran número de malsanas elucubraciones que preconizan el desarrollo de un estado alucinatorio considerado equivocadamente como conquista de un privilegio iniciático, no está por demás formular los principios de la sana y verdadera iniciación tradicional.
Es lo que hemos intentado en una serie de artículos publicados en “Le Symbolisme” desde enero de 1922, artículos que hemos reunido en este opúsculo para mayor comodidad del lector.
No tenemos, desde luego, la pretensión de haber dilucidado enteramente la cuestión, pero el camino que señalamos es el verdadero y todos los documentos iniciáticos concuerdan sobre este punto.
La pista en verdad queda tan sólo trazada ligeramente; algunas veces llega a perderse y es preciso sepamos encontrarla otra vez, haciendo uso de nuestra sagacidad para orientarnos. La Iniciación, en efecto, debe poner en obra nuestra propia iniciativa sin imponerse jamás; hay que descubrirla y violentarla si queremos poseerla.
No espere, pues, el lector encontrar en esas páginas un tratado metódico. La Iniciación debe adivinarse, y su autor sinceramente iniciático, no puede hacer otra cosa que ayudar a descubrirla.
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