LOS "TALENTOS" MATERIALES

ALDO LAVAGNINI

Además de los talentos espirituales o interiores, hay que considerar los talentos materiales o exteriores con los cuales pueda uno ser dotado por las circunstancias y que, como los primeros, le fueron confiados únicamente para el uso, siendo por consiguiente el uso inteligente y sabio de los mismos, hecho con toda justicia y equidad, la primera condición para que pueda uno conservar su posesión, y para que se le multipliquen.

Lo que no se usa, acaba por perderse, aún con el derecho de tenerlo. Únicamente el uso sabio e inteligente puede garantizar una posesión, cualquiera que sea su naturaleza espiritual, moral o material.

Esta Ley Soberana nos explica la razón espiritual y la perfecta justicia de los llamados "golpes de fortuna", por los cuales llega uno a perder cuanto tenía -bienes, posesiones, posición social, honor y dinero-, de la misma manera que se atrofian las facultades o talentos interiores que no ejercen: siempre hay, pues, una profunda razón y una finalidad fundamental benéfica, que se escapa a la observación superficial, revelándose a una más atenta consideración de toda cosa y acontecimiento.

En todo suceso de nuestra vida, en todo lo que se verifica en derredor de nosotros, hay una lógica oculta que se nos revela en la medida en que penetramos a través de la apariencia y reconocemos el lado interior de las cosas. Pues, como hemos dicho, toda cosa exterior tiene una raíz interna, de la que se produce y se manifiesta exteriormente: secándose y desapareciendo la raíz, el árbol también tiene que secarse y morir, con todas sus ramas, hojas, flores y frutos.

Igualmente la semilla que se desarrolla en nuestro ser íntimo, por mínima que sea, puede desarrollarse y producir el árbol más grande y espléndido. Cada talento es una tal semilla, una potencialidad interior o ideal de infinitas posibilidades concretas.

Haga, pues, el Masón, el uso más sabio de los talentos materiales, de los cuales es actualmente poseedor: profesión, posición, riqueza, posesiones, oportunidades.
Sea uno, sean dos o cinco talentos, haga cada cual el mejor uso que puede de los mismos, desde el punto de vista más elevado, para que redunden en beneficio tanto de sí mismo como de sus semejantes. Pues de ellos debe dar cuenta a Quien se los confió y según su uso puede conservarlos y multiplicarlos, e igualmente perderlos.

Todo lo que uno posee, sea cual fuere su título para dicha posesión, ha de servir para el bien de todos, siendo útil para la colectividad, el ambiente y la sociedad en que se encuentra. Lo mismo debe ocurrir con sus talentos interiores como con los exteriores. Esto puede y debe entender el Compañero mucho mejor que el Aprendiz, por ser menos esclavo que éste del egoísmo y de la ignorancia profanos.

Este es el más verdadero comunismo que la Masonería quiere realizar, por medio de su poder espiritual, y que no debe confundirse con la interpretación profana de dicha palabra, entendida y realizada generalmente por medios exclusivamente materiales: no se despoje a nadie de lo que posee, sino únicamente aprenda a despojarse del egoísmo (que es la tierra en la que el siervo infiel temeroso sepultó su único talento) y hacer así el uso más sabio, inteligente y provechoso de todos los talentos de que le han dotado la Naturaleza y la Vida, por su propio mérito y por las circunstancias.

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