LAVAGNINI ALDO
Podemos considerar estas fraternidades y movimientos como el alma multiforme del Espíritu Uno de la Tradición Universal, que ha venido directamente y sin interrupción hasta nosotros de los antiguos Misterios. Así, por lo que se refiere a su espíritu iniciático como a la tradición que le anima (y de la cual es heredera y continuadora), los orígenes de nuestra Institución no pueden ser más gloriosos, siendo nosotros, como Masones, los herederos de los antiguos Reyes-Sacerdotes (simbolizados por Melquizedek y Salomón) y de los Grandes Iniciados de todos los tiempos.
Y en cuanto se refiere al cuerpo en el cual esta Alma tradicional se ha encarnado –es decir, a la forma que domina exteriormente nuestra Institución, que ha sido tomada particularmente del Arte de Construir-, nuestros orígenes no son menos gloriosos, ya que se relacionan directamente con el origen de toda civilización, como la causa con su efecto natural.
Conocemos, por el estudio que hemos hecho en las páginas precedentes, algo de su alma, que es la tradición y Finalidad, comunes a las diferentes órdenes, escuelas, movimientos, sociedades y comunidades que acabamos de examinar –un Alma formada por las más elevadas aspiraciones humanas y expresada constantemente en términos de comprensión, tolerancia y amor fraternal. Veamos ahora cómo también el cuerpo exterior de la institución tiene sus orígenes en los tiempos de la más remota historia y de la prehistoria humanas, habiendo dejado sus huellas en todas las grandes obras y monumentos que han llegado hasta nosotros de las épocas pasadas.
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