ALDO LAVAGNINI
Los masones se agrupan en logias según sus afinidades naturales, de orden intelectual, social o profesional. Cada Logia tiene así su particular fisonomía y orientación, expresión colectiva de los ideales y tendencias individuales de los que la interpretan.
Como fundamental unidad masónica, toda Logia representa una distinta encarnación de la Orden de la cual es el exponente, una particular interpretación y realización de las finalidades, propósitos e ideales de la Masonería Universal. Esta vive, se manifiesta y obra en cada una de sus Logias indistintamente, como el Espíritu Uno que anima a todos los seres del universo, siendo cada ser una distinta expresión individualizada del mismo Principio.
Cada Logia se halla directamente relacionada con las que le precedieron, en las cuales fueron iniciados sus fundadores y miembros afiliados; y de la misma manera está relacionada con las Logias que pueden ser formadas por sus miembros, que en ella recibieron la investidura y cualidad de masón. Así todas las Logias del Universo, las que existieron en los años y siglos pasados, las que existen en la actualidad, las que se crearán en un futuro, forman, con su filiación y descendencia, una cadena ininterrumpida que se extiende desde épocas inmemoriales, testimoniando la Vida Una que anima al cuerpo múltiple de la Institución y hace que todas las Logias estén enlazadas unas con otras.
Así se transmitieron universalmente, de Logia en Logia, modificándose en parte y adaptándose, las antiguas tradiciones y los usos y fórmulas rituales. Y así toda Logia formada por masones regularmente iniciados, sin distinción de filiación u obediencia, puede decirse y es efectivamente, en su jurisdicción, la representante de la Orden.
Todo masón tiene el deber de afiliarse o concurrir a la formación de una Logia; y, dentro de su Logia, todo masón debe cooperar como mejor pueda a la actividad impersonal del conjunto del que forma parte integrante, aportando a la Obra Común el tributo de su pensamiento y buena voluntad.
Cada uno de los miembros de la Logia tiene su deber particular, según el puesto que ocupa y la actividad que le corresponde, de los que debe hacerse intérprete fiel. Todo cargo indistintamente es una oportunidad para manifestar y ejercer las cualidades que para aquel cargo especialmente se requieren.
Así, el Venerable es especialmente quien debe iluminar la Logia con la Sabiduría y el Recto Juicio que simbólicamente representa, dirigiendo constructivamente su actividad. El Primer Vigilante debe manifestar discernimiento, claridad y fuerza en las decisiones, cooperando con el Venerable al orden de los trabajos, a su exactitud y perfecto desarrollo. El Segundo Vigilante debe hacerse el exponente de la Armonía, cuidando de que todos se mantengan en un nivel de perfecta equidad y comprensión, resolviendo así sus dificultades.
El Secretario tiene encomendada la tarea de anotar y registrar fielmente todas las actividades de la Logia, así como la de trazar sus planchas. Mientras el Orador que se sienta enfrente de él tiene a su cargo la de hacerse portavoz de las palabras y de los pensamientos de sus hermanos, lo mismo que de toda la Orden en su conjunto, haciendo de la palabra el uso más fecundo y constructivo.
El Tesorero es el depositario de los valores tanto espirituales como materiales, y su más especial cuidado ha de ser que éstos sean siempre empleados para fomentar y enaltecer a aquellos. El Hospitalario se hace exponente de la solidaridad de la Logia, cuidando de que nunca se relaje el lazo de unión que siempre ha de existir entre todos los miembros de la Orden.
El Maestro de Ceremonias debe cuidar del orden y de la armonía, así como del prestigio de los trabajos. El portaestandarte debe custodiar el Ideal o Logos particular que la Logia representa y encarna.
Los dos diáconos, a semejanza de Mercurio e Iris, han de ser mensajeros de la Sabiduría y de la Voluntad que se expresan en el Taller. Y los dos Expertos han de demostrar su pericia como guías de los candidatos y demás miembros todavía inexpertos sobre el Camino simbólico de la Luz.
El Guardatemplo debe cuidar con toda atención la cobertura de la Logia, y de la cualidad realmente constructiva de los elementos y materiales que ingresen en ella, de manera que sus trabajos sean eficientes y completos.
Finalmente, cada miembro de la Logia se esforzará en ser realmente una de las columnas del simbólico Templo que la misma Logia representa, fijando su mirada en los Principios Ideales que constituyen su techado, y apoyando firmemente los pies sobre el suelo de la contingencia y de la realización objetiva. De esta manera, el cumplimiento individual de los deberes que a cada hermano le están encomendados hará que la Logia prospere y aporte una contribución efectiva a la prosperidad y al progreso de la Orden.
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