La Tradición

OSWALD WIRTH

¿Cómo trabajan los Maestros sobre la plancha de trazar?. Esta pregunta que el catecismo se guarda bien de resolver es de una extrema importancia. La plancha sobre la cual se dibuja lo que se hará ejecutable, es muy misteriosa como todas las otras particularidades de la Maestría, grado supremo de la Iniciación. La madera en que los Maestros trazan sus planos con la Regla y el Compás, no es el mármol ni el bronce en que se graba la historia, ni aún el ladrillo con inscripciones cuneiformes que nos ha conservado la ciencia de los babilonios. Cada uno de nosotros posee su humilde plancha que no tiene nada de imperecedero. Trazamos en ella nuestro testamento constructivo, el conjunto de voluntades que serán ejecutadas después de nosotros por nuestros sucesores en el cumplimiento de la Grande Obra.
El trazado se efectúa bajo la forma de actos: es nuestro pensamiento vivido, nuestra voluntad traducida en acción que se dibuja sobre la plancha en la cual se inspirarán los obreros de mañana. Somos influenciados por nuestros predecesores y nosotros influenciaremos a nuestros herederos. Ellos se beneficiarán con nuestro pensamiento que se desenvolverá en su mentalidad como un grano que hayamos sembrado. Beberán en la fuente de nuestra voluntad la energía necesaria para realizar nuestro ideal (sueño).
Cada uno de nosotros recoge un patrimonio intelectual y moral que tiene la misión de hacer fructificar, a fin de transmitirlo enriquecido a la generación siguiente. Tal es la Tradición venerable, la Santa Kábala de los iniciados. El Maestro es responsable de este tesoro acumulado por los siglos. Si comprende lo que han querido los más nobles espíritus y si quiere a su vez, desde el fondo de todo su ser, la realización del mismo ideal, se hace por este hecho el digno émulo de los Sabios discretos, quienes desde el origen de las sociedades humanas, no han cesado de conspirar en favor de lo Mejor...
El Progreso no se realiza sino porque es deseado. Sepamos, pues, asociarnos en cuerpo y alma a la cadena de voluntades transmutadoras del mal en Bien. Vivamos para la Obra, como Masones que no esperan su salario sino en la Cámara del Medio.

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