EL PAN Y EL AGUA

ALDO LAVAGNINI

Esa semilla, que debe morir en la tierra para producir la nueva vida de la planta, cuya perfección encierra en estado potencial, ha muerto efectivamente en el pan que se encuentra sobre la mesa del cuarto de reflexión, para simbolizarla. Dicho pan representa además la sustancia que constituye el medio con el cual la vida se manifiesta en todas sus formas, la materia prima continuamente transmutada por la actividad vital, en la que fluye constantemente el mecanismo incesante de la renovación orgánica, pasando de uno a otro estado, de una a otra forma de existencia.
Junto con el pan, hállase un vaso de agua, o sea aquel elemento húmedo –otro aspecto de la misma Sustancia Madre- que es factor y condición indispensable de crecimiento, germinación, maduración, reproducción y regeneración. Como Venus Anadiomena, también la Vida únicamente puede nacer en el seno de las aguas, que se hace Venus Genitrix, la Madre Universal, mientras la tierra mitológicamente simbolizada por Gea y Deméter (a la que estaban consagrados los Misterios de Eleusis) se convierte en nodriza.
Estas dos formas complementarias de la Sustancia Una obran constantemente la una sobre la otra, como podemos observar en todos los procesos biológicos; en su estado primero, el pan representa el carbono que, bajo la forma de ácido carbónico, se halla en la atmósfera, y que la vida vegetal transmuta en los hidrocarbonatos, sustancias fundamentales que constituyen todas las partes de la planta, de las que nacen después las proteínas. Todas estas producciones, necesitan como base el elemento húmedo, que puede compararse a la Matriz –Templo y Taller de toda la actividad orgánica.
Finalmente, el pan y el agua que hacen moralmente hincapié en la sobriedad y sencillez indispensables para la vida del iniciado y, junto con el despojo de los metales, demuestra su discernimiento, que le hace buscar únicamente lo esencial –los Valores verdaderos de la existencia, que sólo puede darnos paz, felicidad y satisfacción, haciéndose factores de nuestro progreso interior en Sabiduría y Virtud-, eliminando todas las superfluidades y complicaciones de la vida profana, en cuya búsqueda el hombre ordinario pierde sus mejores energías.

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