EL ENAMORADO, O SOBRE LA ELECCION

Lascaris
De un discurso de Hermes a Tat. "No es posible, hijo mio, apegarse a la vez a las cosas mortales y a las divinas. Hay dos tipos de cosas, las corpóreas y las incorpóreas; lo que es mortal es de un tipo, y lo que es divino, de otro tipo; y aquel que quiere hacer su elección es dejado libre de elegir lo uno o lo otro. No es posible tomar ambos; y cuando uno pierde fuerza, entonces el operar del otro deviene manifiesto: la elección de lo mejor es gloriosa para quien elige..."
El personaje central de la carta tiene por encima de él, en la vertical, a Cupido, quien a su vez se nos presenta como manifestación visible de la luz superior, simbolizada a su vez por el sol oculto por su propia manifestación; este Cupido apunta con su flecha indicando cual es la dirección correcta de la elección, por lo tanto el protagonista de la carta, que no es otro que el iniciado, todo lo que debe hacer para elegir acertadamente es permanecer en la vertical, o utilizando una expresión masónica, "estar a la orden".
Elegir supone, de hecho, aceptar que existe la dualidad, manifestada como "esto" o lo "otro", y dado que el iniciado busca realizar en él mismo la Unidad, plantearse "elecciones" es caer, sin salir de ella, en la trampa de la ilusión. Llegado a cierto estadio sólo cabe una elección; seguir la Vía de la Tradición o servir al Mundo.
Quien opta por la Vía y se compromete a seguir lo que la tradición extremo-oriental denomina Voluntad del Cielo, debe perfeccionarse en el manejo de la Escuadra, esto es, en mantener su intención en la vertical bajo cualquier circunstancia, y su atención en la horizontal alerta ante las trampas de los sentidos; sólo así podrá utilizar con pulso firme y seguro la Regla que le permitirá trazar, uniéndolos, la vertical entre el corazón del macrocosmos y el corazón del microcosmos, haciendo semejante lo de arriba y lo de abajo.
Después de esto se aprende a aceptar lo que viene y lo que se va; se hace lo que se debe hacer y se vuelve a la quietud. Se aprende en definitiva a hacer de toda acción un rito y de cada día un "sacrificio" a la Gloria del Dios Único.

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