tag:blogger.com,1999:blog-84491272529112908282024-03-12T21:13:53.784-03:00TALLER MASONICOhttp://tallermasonico.blogspot.com | e-mail: eltallermasonico@gmail.comUnknownnoreply@blogger.comBlogger566125tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-58962833250243249432012-09-06T01:49:00.001-03:002012-09-06T01:54:28.195-03:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<table border="0" cols="1" style="background-color: #ffefdf; width: 600px;"><tbody>
<tr><td colspan="3"><center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;"><b><span style="color: #990000;">INTRODUCCION</span></b></span></center>
<center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;"><b><span style="color: #990000;">A LA CIENCIA SAGRADA</span></b></span></center>
</td></tr>
<tr><td colspan="3"><center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;"><b><span style="color: black;">Programa Agartha</span></b></span></center>
</td></tr>
<tr><td colspan="3" height="20"></td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="ftp://a9189476@estudioresek.com.ar/public_html/descargas/froben.gif" target="_blank"><br /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: #660000; font-size: x-large;"><b><a href="https://dl.dropbox.com/u/6964722/Servidor%20Descargas/Programa%20Agartha%20Completo.pdf" target="_blank">DESCARGAR</a></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="ftp://a9189476@estudioresek.com.ar/public_html/descargas/froben.gif" target="_blank"><br /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><a href="ftp://a9189476@estudioresek.com.ar/public_html/descargas/froben.gif" target="_blank"><img border="0" height="206" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8JJmjTq-oOzLHuO6mFMeajmbv3qq1uBwnwpyC062mERnaSXLdmTW60DdfgLwHW18yW2dNZoyQi9k0Mt0Uz4ayme6BI_JRgBzAX9pXbhCKbtTquRoemQmy54Ty9DCsKH76focMGwzaa50/s400/froben.gif" width="112" /></a></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="ftp://a9189476@estudioresek.com.ar/public_html/descargas/froben.gif" target="_blank"><br /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<table border="0" cols="1" style="background-color: #ffefdf; width: 600px;"><tbody>
<tr><td colspan="3"><center>
<table border="0" cols="1" style="width: 600px;"><tbody>
<tr><td colspan="3"><center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;"> <b><span style="color: #990000;">FEDERICO GONZALEZ</span></b></span></center>
</td></tr>
<tr><td width="192"></td><td width="205"></td><td width="189"></td></tr>
<tr><td colspan="3" height="20"><center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;">Con la colaboración de</span></center>
<center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;"><span style="color: #990000;">Francisco Ariza</span></span></center>
</td></tr>
<tr><td colspan="3"><center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;"> </span></center>
<center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;">y la de Fernando Trejos y José Manuel Río </span></center>
<center>
<span style="font-family: Times New Roman, Times, serif;">L. Herrera, Mª. V. Espín y Mª. A. Díaz </span></center>
</td></tr>
</tbody></table>
</center>
</td></tr>
</tbody></table>
tallermasonico.blogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16050754340646952328noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-71330164214266427752011-04-11T12:57:00.002-03:002011-04-11T12:57:00.606-03:00DIÁLOGO ENTRE SIMÓN Y FELIPE (1740)<div style="text-align: center;"><b>ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA</b></div><br /><br />Dialogue between Simon and Philip, publicado en Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, reed. por la Kessinger Publishing Company, Kila MT, s. d., p. 176-178. Trad. francesa en Patrick Négrier, La Franc-Maçonnerie d'apres ses textes classiques. Anthologie 1599-1967, París, Dietrad, 1996.<br /><br /> Diálogo entre Simón, masón de ciudad, y Felipe, un masón que está de paso.<br /> Simón: Señor, acabo de recibir una carta que contiene este trozo de papel. Os ruego que me digáis qué es lo que queréis.<br /> Felipe: Estoy de paso, busco una cierta asociación y, habiendo oído decir que sois un hermano masón, me he permitido contactar con vos.<br /> Simón: ¿Sois masón?<br /> Felipe: Sí (como tal soy tenido por todos los compañeros y hermanos).<br /> Simón: ¿Y cómo sabré que sois masón?<br /> Felipe: La palabra es justa.<br /> Simón: Si es justa, dádmela justa.<br /> Felipe: La deletrearé con vos, si os place.<br /> Simón: Dadme la primera letra y yo os daré la segunda.<br /> Felipe: B.<br /> Simón: O.<br /> Felipe: A.<br /> Simón: Z.<br /> Felipe: La palabra es Boaz, pero dado que no os conozco, y que vos tampoco me conocéis, y que, por razones de prudencia, no debemos responder a más de tres preguntas, pues podrían sernos planteadas por un impostor, os pregunto: ¿cuáles son vuestros signos?<br /> Simón: Nuestros signos son todos escuadras, ángulos y perpendiculares.<br /> Felipe: ¿Y cuáles son vuestros toques?<br /> Simón: Todos son agarres fraternales hechos con la mano y gracias a los cuales los hermanos se reconocen entre sí.<br /> Felipe: ¿Cuáles son los puntos de vuestra recepción?<br /> Simón: Oír y callar los secretos de un masón.<br /> Felipe: ¿Cómo habéis sido recibido masón?<br /> Simón: Por tres golpes dados a la puerta, el último después de un tiempo doble al primer intervalo, y con más fuerza.<br /> Felipe: ¿Cuál es la primera pregunta que el maestro os hizo cuando fuisteis recibido?<br /> Simón: Me preguntó si era por mi propia y libre voluntad que yo venía allí para ser hecho masón. Respondí que sí.<br /> Felipe: ¿Qué habéis visto antes de ser hecho masón?<br /> Simón: Nada que pueda comprender.<br /> Felipe: ¿Qué habéis visto después?<br /> Simón: Tres grandes luces.<br /> Felipe: ¿Cómo las llamáis?<br /> Simón: El sol, la luna y el maestro.<br /> Felipe: ¿Dónde estaba vuestro maestro?<br /> Simón: Al este.<br /> Felipe: ¿Por qué al este?<br /> Simón: Para esperar el amanecer, a fin de enviar a los hombres al trabajo.<br /> Felipe: ¿Dónde estaban los vigilantes?<br /> Simón: Al oeste.<br /> Felipe: ¿Por qué al oeste?<br /> Simón: Para esperar que el sol se oculte, a fin de que los hombres abandonen el trabajo.<br /> Felipe: ¿Dónde estaban los compañeros de oficio?<br /> Simón: Al sur.<br /> Felipe: ¿Por qué al sur?<br /> Simón: Para recibir e instruir a todos los nuevos hermanos.<br /> Felipe: ¿Dónde estaban los aprendices recibidos?<br /> Simón: Al norte, para oír y callar, y esperar al maestro.<br /> Felipe: Decís que visteis tres grandes luces; ¿no habéis visto otra luz?<br /> Simón: Sí, una, que superaba en mucho al sol y a la luna.<br /> Felipe: ¿Qué era?<br /> Simón: La luz del evangelio.<br /> Felipe: ¿Por qué habéis sido hecho masón?<br /> Simón: Por el amor de la letra G.<br /> Felipe: ¿Qué significa?<br /> Simón: Geometría.<br /> Felipe: ¿Por qué Geometría?<br /> Simón: Porque ella es la raíz y el fundamento de todas las artes y ciencias.<br /> Felipe: Decidme, os lo ruego, cuánto dinero teníais en vuestra bolsa cuando habéis sido hecho masón.<br /> Simón: Absolutamente ninguno.<br /> Felipe: ¿Y cómo habéis sido hecho masón?<br /> Simón: Ni desnudo ni vestido, ni de pie ni acostado, ni de rodillas ni alzado, ni descalzo ni calzado, sino en un estado correcto.<br /> Felipe: Y ese estado, ¿cuál era?<br /> Simón: Tenía una rodilla descubierta en tierra, con los brazos de un compás en forma de escuadra sobre mi pecho. Es entonces, y en esta postura, que presté el solemne y sagrado juramento de masón.<br /> Felipe: Repetid vuestro juramento.<br /> Simón: Prometo solemnemente, y declaro ante Dios y ante esta respetable asamblea, que callaré y no revelaré jamás lo que he oído, a saber, los secretos o el secreto de los masones o de la masonería que me han sido, me son aquí o me serán desvelados, sea a un hombre, a una mujer o a un niño; no los imprimiré, ni los picaré, ni los grabaré, sea sobre un soporte móvil o inmóvil, o de cualquier otra manera que pudiera permitir descubrir los secretos de un masón o de la masonería. Ello bajo pena de que se me arranque el corazón del pecho, de que se me arranque la lengua del paladar, se me corte la garganta, se haga trizas mi cuerpo con caballos salvajes, y sea enterrado en las arenas de la playa, allí donde la marea sube cada 24 horas; o también bajo pena de que se ate mi cuerpo, se reduzca a cenizas y sean dispersadas a los cuatro vientos, de manera que no subsista el menor recuerdo de mí. Que Dios venga en mi ayuda.<br /><br /> Luego el primer vigilante me puso un mandil blanco diciéndome estas palabras: Yo os pongo la marca distintiva de los masones, que es más antigua y más honorable que la Orden de los Caballeros de la Jarretera.<br /><br /> Felipe: Estoy contento de constatar que sois masón, después de lo que me habéis repetido de vuestro juramento. Si queréis, podéis preguntarme lo que penséis oportuno.<br /> Simón: Quisiera preguntaros dónde está vuestra logia.<br /> Felipe: En el valle de Josaphat, fuera del alcance del chismorreo de las gallinas, del canto del gallo y del ladrido de un perro.<br /> Simón: ¿Cuál es la altura de vuestra logia?<br /> Felipe: Es tan alta como el cielo, y tan profunda como la tierra.<br /> Simón: ¿Cuántos pilares hay en vuestra logia?<br /> Felipe: Tres.<br /> Simón: ¿Cómo los llamáis?<br /> Felipe: Belleza, Fuerza y Sabiduría.<br /> Simón: ¿Qué representan?<br /> Felipe: La belleza adorna, la fuerza sostiene, y la sabiduría inventa.<br /> Simón: ¿De qué logia sois?<br /> Felipe: De la muy respetable logia de san Juan.<br /> Simón: ¿Cuántos signos posee un masón?<br /> Felipe: Cinco.<br /> Simón: ¿Cómo los llamáis?<br /> Felipe: El signo pedestre, el signo manual, el signo pectoral, el signo gutural y el signo oral.Unknownnoreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-24849702913282914622011-04-09T12:57:00.002-03:002011-04-09T12:57:00.086-03:00EL MANUSCRITO ESSEX (1750)<div style="text-align: center;"><b>ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA</b></div><br /><br />Según la traducción francesa de Patrick Négrier aparecida en La Franc-Maçonnerie d'après ses textes classiques. Anthologie 1599-1967, Detrad, 1996 (impreso en Atenas). El texto fue publicado por primera vez en Harry Carr, The Early Masonic catechism, Kila (MT), Kessinger Publishing Company, 1963, p. 183.<br /><br /> Pregunta: ¿Qué es una logia perfecta?<br /> Respuesta: El interior de un corazón sincero.<br /> P.: ¿Y cuántos masones fueron llamados así?<br /> R.: (Masones) en número impar, de 3 a 13.<br /> P.: ¿Cuál fue vuestro primer paso cuando fuisteis admitido?<br /> R.: Un fuerte deseo de conocer el secreto.<br /> P.: ¿Cómo habéis sido introducido en logia?<br /> R.: En un estado de ignorancia y de desconocimiento.<br /> P.: ¿Qué habéis visto?<br /> R.: He visto la verdad, el mundo y la justicia.<br /> P.: ¿Qué dejasteis detrás de vos?<br /> R.: El perjurio y la exclamación de nuestra fraternidad.<br /> P.: ¿Cuál era la orientación de vuestra logia cuando entrasteis?<br /> R.: Sur, este y oeste.<br /> P.: ¿Por qué esta orientación?<br /> R.: Es porque las iglesias están orientadas de este a oeste, y los predicadores se hallan en el sur.<br /> P.: ¿Por qué las iglesias están orientadas de este a oeste?<br /> R.: A causa de que el viento secó el mar ante los hijos de Israel.<br /> P.: ¿En qué postura habéis prestado vuestro juramento?<br /> R.: No estaba ni de pie, ni sentado, ni acostado, ni de rodillas, ni vestido, ni desnudo, ni calzado, ni descalzo, sino como sólo un hermano sabe que yo estaba.<br /> P.: ¿Qué habéis jurado hacer?<br /> R.: Oír y callar.<br /> P.: ¿Cuál era el objeto de vuestro juramento?<br /> R.: Obedecer a Dios en todas las verdaderas escuadras que un hermano pudiera enviarme; jamás alargar la mano para robar o para cometer un adulterio con la esposa de un hermano; y no planear ninguna venganza injusta con respecto a este último; sino (por el contrario) amarle y socorrerle en la medida en que ello no me perjudique.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-66182404719636610572011-04-05T12:57:00.002-03:002011-04-05T12:57:00.413-03:00LA MASONERÍA SEGÚN LAS ESCRITURAS (1737) - John Tillotson<div style="text-align: center;"><b>ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA</b></div><br /><br />No muchas son las referencias que se conservan de John Tillotson; Montesquieu lo menciona, así como el caballero de Ramsay en una de sus cartas. Según la Encyclopaedia britannica, Tillotson (1630-1694) fue deán de la catedral de Saint-Paul en Londres, antes de convertirse en 1691 en arzobispo de Cantorbéry. En 1675 editó los Principios de la religión natural, de Wilkins. Han quedado bastantes compilaciones de sus sermones, como Cincuenta sermones y la regla de fe (1691), Cuatro sermones referentes a la divinidad y a la encarnación de nuestro bienaventurado salvador (1693) y los Sermones póstumos (1694). Una curiosa recopilación de algunos de ellos, titulada Selección de discursos sobre diversos temas (Select orations on various subjects), impresa a título póstumo en 1737, contiene el texto que presentamos a continuación. En él, el autor intenta demostrar que la Franc-Masonería se enmarca en el ámbito de una hermenéutica tradicional de la Biblia, con la peculiaridad de poseer un simbolismo tomado de la arquitectura. Hemos prescindido de ofrecer anotaciones con las referencias bíblicas del texto, pues son demasiado numerosas y apenas aclararían el sentido del documento. Parece claro que, para Tillotson, la Iglesia cristiana es una verdadera masonería espiritual. Más que un tratado de apologética, la Masonería según las Escrituras constituye una defensa cristiana de la masonería. On Scripture masonry fue publicado posteriormente en el vol. 74, pp. 89-98, de "Ars Quatuor Coronatorum", Londres, 1961, y Patrick Négrier realizó la traducción francesa (Textes fondateurs de la Tradition maçonnique, 1390-1760, París, Grasset, 1995).<br /><br /> La divinidad y lo sublime de la masonería tal como aparece en los oráculos sagrados...<br /><br /> Al muy respetable gran maestro de la antigua y honorable sociedad de los masones libres y aceptados, este texto está a él dedicado por el más humilde y obediente servidor de su señor. El autor.<br /><br /> La masonería según la Escritura<br /><br /> "Por lo tanto, el Señor, el Ser eterno, dice así: He aquí que yo fundo en Sión una piedra, piedra de fortaleza, piedra angular, escogida, sólidamente cimentada... Haré del derecho un cordel, y de la justicia un nivel" (Is. 28, 16-17).<br /><br /> Habiendo ordenado el edificio del universo en número, peso y medida, y habiendo echado los cimientos del mundo, Dios nuestro muy sabio maestro desplegó el cordel sobre sí, y, como dice Job, lo suspendió en el vacío por (medio) de una misteriosa geometría. Se convirtió así en la imagen sensible de la masonería divina, cuyo eterno plan, cuyo modelo arquetípico, era el objeto de su sabiduría y de su inmenso conocimiento antes de que el mundo fuera. Todo lo hizo gracias a su Hijo, que le era fiel en todos los asuntos de su Casa, y distribuyó a sus obreros y servidores sus tareas y sus pagas. Nada cumplió Dios sin trazado, sin modelo en su decreto oculto, que secretamente guarda al abrigo de las miradas humanas. Pues sus caminos son insondables; sus pasos son ignorados; ¿quién ha comprendido al Espíritu del Señor, o quién ha sido su consejero? Las huellas de su omnipotente providencia subsisten en el jardín de la noche; él mismo habita en una luz inaccesible; pasa a nuestro lado y no le vemos. El masón celestial es un excelente obrero; pero, ¿quién puede dar cuenta de la manera como engendra, de su nombre o del nombre de su Hijo? Él, cuyas primeras actuaciones tuvieron lugar hace tanto tiempo, es invisible como el camino de un águila en el aire, como la aguja de un reloj de sol (a mediodía), o como la revolución silenciosa de la gran rueda del mundo, hasta que él alcance el punto final en que el edificio deberá ser derribado, y su materia dispersada en la región del infinito.<br /><br /> En Heb., 11, 10, Dios es llamado el constructor de la ciudad y de sus fundaciones.<br /> Se le describe ciñéndose él mismo de fuerza, apoyando un compás sobre la superficie del abismo, desplegando los cielos como un pabellón, y afirmando la tierra sobre sus pilares; fijando el número de las estrellas, llamándolas a todas por sus nombres; construyendo las cámaras del sur bajo la bóveda del firmamento; pesando las colinas y las montañas en los platillos de una balanza. Además, dice David, su secreto no es sino para aquellos que le temen; a ellos mostrará su pacto. Si obráis con rectitud, ¿no seréis aceptados? dice Dios. En cada nación, aquel que teme a Dios y obra rectamente es admitido por él. Pero, ¿puede un hombre hacer salir lo limpio de lo que está sucio? Nadie llega al ungido, al constructor de la Casa, si el Padre no le conduce hasta su enviado. Debe ser fiel a la obligación cristiana que ha prometido; debe observar las reglas particulares de la compañía y de la santa comunión, (vivir) en el amor fraterno, separado del mundo y sin conformarse a él. Debe edificarse a sí mismo y edificar a los demás como piedras vivientes, según el mandamiento de su maestro, en todo lo que es digno de elogio, y debe esperar a la Jerusalén de lo alto, cuyos muros son de piedras preciosas, y su pavimento de oro puro.<br /><br /> El Libro de Dios, su voluntad y sus obras son los modelos de la masonería sagrada. Está llena de sublimes misterios, no comunicados a todos. No todos toman parte en el Espíritu de Dios, sólo son hermanos de la santa liga aquellos que han (recibido) la adopción para poder decir Abba, Padre. No tengas miedo, pequeño rebaño, dice el ungido, yo te he escogido y (retirado) del mundo, que no me conoce a mí ni conoce al Padre; pero yo le conozco, y te lo he mostrado. ¿Puede darse a una compañía decreto más elevado y venerable que los emblemas y las imágenes de la comunión, que están colocados tan comprimidos en el volumen del Espíritu santo como las estrellas que centellean alegremente en la bóveda del cielo? Somos llamados el edificio de Dios, su obra, su templo, su morada, a la que ha prometido volver, y ha fijado su domicilio entre nosotros.<br /><br /> Caín no fue aceptado porque abatió a su hermano. Una lección para todos los hombres fieles y benévolos: construyó una ciudad que, al no estar hecha con justicia y virtud, no fue masonería; la moralidad y la piedad son tan esenciales a la ciudad como la arquitectura. Los constructores de Babel fueron dispersados, ya que no poseían ni los signos de la verdadera masonería ni el espíritu que la caracteriza. Nuestros padres antes del diluvio vivían en tiendas, imagen del tabernáculo de la ley y del deseo de nuestro Señor de erigir su tienda con nosotros en el Evangelio, y de conducirnos a su Casa sobre el monte Sión, construida en la roca eterna. La estructura de estas tiendas fue el primer punto exterior de la masonería sagrada en ser inventado. San Pablo, el gran doctor de las naciones, y de esta isla, como insinúa Clemente, era un fabricante de tiendas, tal como leemos en el libro de los Hechos. Dios es el Padre de las luces, el autor de todo bien y de todo don perfecto, y entre otros dones el de la masonería es un talento divino. Moisés dice de Betsael en Ex. 25 que Dios el Dios lo llenó de su Espíritu de sabiduría, de inteligencia, de conocimiento en toda clase de obras. Noé construyó el arca siguiendo las instrucciones del maestro celestial. Moisés hizo todo el exterior del edificio (guardando) la Ley según el modelo (mostrado) en la montaña. Y nosotros asentamos los mejores cimientos, lo más profundamente, en la humildad, ofreciendo nuestra habilidad a Dios y a su gloria; así, el alma construye con la mirada puesta en el cielo, sin (correr el riesgo) de la confusión de una segunda Babel.<br /><br /> ¿Qué decir de los pilares de Seth, de la construcción de Babilonia por Nemrod, del templo, del trono, de la flota y de los palacios de Salomón, del complejo de Tamar en el desierto, cuyas asombrosas ruinas todavía subsisten, del templo de Diana en Éfeso, de las estatuas y las imágenes de Nabucodonosor y otros, de la reconstrucción del templo por Ciro y Herodes, de las galerías y los patios del palacio de Assuerus, que (el libro) de Esther describe ornado de columnas de mármol, y dotado de capas de oro y de láminas de alabastro incrustadas de esmeraldas? Todos estos ejemplos de esta sublime ciencia, y otros que (igualmente) se encuentran en los escritos inspirados, son una (fuente) continua de elogios para ella, y citarlos todos se convertiría en una fastidiosa repetición.<br /><br /> Permitidme más bien ilustrar y afinar el proyecto (de esta ciencia) profundizando en los ejemplos que ofrece la Escritura. Señaladas sociedades, formadas según los principios de la sabiduría, de la virtud y de la bondad, que no comunican enteramente su medio de unión, su misterio específico a nadie más que a sus miembros, son y han sido siempre una práctica de todos los tiempos y naciones. Dice Dios: he amado a Jacob, y a Esaú le he odiado, es decir: He aceptado y preferido a uno antes que a otro. De hecho, Dios hizo de la raza de Abraham una sociedad elegida, un pueblo particular que debería ser la regla de la masonería. David comprendió que no había actuado así con ningún otro pueblo, y que los paganos no tenían conocimiento de sus leyes. Estas últimas eran el secreto de la comunidad judía, y estaban asociadas en el culto judío a símbolos y a signos sensibles. Además, nadie, excepto el sumo sacerdote una vez al año, podía penetrar en el Santo de los santos; nadie más que él podía pronunciar el nombre de Dios, estatuir sobre los leprosos, probar las aguas de los celos, responder por los Urîm y los Toumîm, y cumplir otras funciones propias. Éstos son secretos (ignorados) por las naciones. ¿Hubo entre las naciones reyes que poseyeran estas leyes y esta inteligencia? Y la ley, el culto, el arca, eran signos exteriores del modo de unirse.<br /><br /> La primera comunicación de Dios al hombre fue una regla particular, asociada al signo del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán fue expulsado del jardín por haber roto su obligación; el arco iris fue para Noé y su posteridad un signo del nuevo pacto de Dios. La Ley y el Evangelio son pactos que incluyen obligaciones. Los signos (dados) a Abraham eran la circuncisión y la aparición de los mensajeros. Los patriarcas y sus familias formaban una sociedad separada del mundo y agradable a Dios, que poseía los signos de su palabra y un sacrificio no comunicado a los paganos, aunque imitado por ellos. La perfección de la Ley y la obra de santificación fueron hasta entonces en gran medida exactas.<br /><br /> Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y en particular en el dominio de la masonería. Él, Jacob y los demás tenían visiones y revelaciones, no acordadas al mundo, y sus prosélitos debían jurar su obligación antes de poder ser aceptados. Buscaban una ciudad permanente no hecha por mano de hombre, aunque el velo sobre el rostro de Moisés probaba que existían misterios que todavía no habían sido revelados. De esta tradición recibieron los paganos sus propia doctrina, reservada sólo a los iniciados. El Credo era antiguamente una palabra, una prueba entre dos cristianos destinada a permitir que se reconocieran en todo lugar. Se le llamó después un símbolo, un signo; otros signos eran las ceremonias exteriores.<br /> Desde la antigüedad hasta este día no se permite a los catecúmenos penetrar enseguida en todo lo que concierne al cristianismo; hay todavía una doctrina oculta en las revelaciones, los profetas y otros libros, y la primera noción de los escritos apocalípticos no estaba, como tampoco está, indiferentemente abierta a todos.<br /><br /> En sus instrucciones, san Pablo establece una distinción entre la leche y el alimento sólido, así como hace una distinción entre los principios y la perfección. El ungido enseñaba mediante parábolas a un pequeño número (de discípulos). La Iglesia del ungido es una sociedad de masonería espiritual, escogida en el mundo, que se comunica con signos exteriores y que asiste a misterios. Ella tiene efectos discernibles con el ojo espiritual, no por el hombre natural. Se le llama casa, construcción; el ungido es la piedra angular, y los apóstoles los cimientos. Subsiste gracias a la edificación (de sus miembros), es el único edificio bien concebido, y éste es todo el trabajo de la vida cristiana que expresa el término de masonería. El ungido tenía muchas cosas que decir a sus discípulos, pero en su tiempo no podían entenderlas, y nosotros todavía miramos a través de un cristal opaco. Hay misterios en la Iglesia del ungido, el maestro masón que negó a los fariseos el signo que otorgó a los apóstoles. Sus instrucciones son excelentes, tanto en el plano de la moral como en el de la inteligencia de esta última. De muchos círculos trazados uno dentro de otro, el último es el más cercano al centro. Igualmente, la grandeza y la vida pública no son pruebas de beatitud, y el último puede ser el mayor en el reino de Dios. La firmeza del símbolo de la escuadra nos enseña que la verdadera sabiduría no debe ser quebrantada; y el nivel (nos enseña) que el corazón sigue siempre sus inclinaciones sin alcanzar un enderezamiento, que jamás es igual, y por ello no encontramos aquí abajo ni reposo completo ni satisfacción.<br /><br /> Una regla que intenta ser justa nos prohibe abandonar nuestra razón por nuestras pasiones, y (nos obliga) a conservar la regulación (ejercida) por el juicio. El corte de las rocas con el cincel nos enseña que el arte y la industria superarán las dificultades. Un ingenio hidráulico nos enseña que el pecado nos obliga a compensar nuestra labor con nuestras lágrimas. Una rueda que no mueve a ninguna otra a menos de ser ella misma movida nos muestra que nuestro propio corazón debería estar preparado ante los sentimientos que queremos inspirar, y que deberíamos amar a Dios para poder ser amados. Una pirámide nos muestra que deberíamos, aunque aparentemente fijados en el suelo, aspirar al cielo. Una columna nos muestra que los inferiores son el soporte de los superiores, un templo que estamos dedicados a la virtud y al honor. Un compás que traza un círculo de un solo trazo muestra que una acción puede tener consecuencias sin fin, tanto en el bien como en el mal. Y el hecho de que una columna invertida parezca más grande en su parte inferior nos enseña que el Espíritu (también reside) en la adversidad y en la muerte, que las aflicciones deberían animarnos, y que la pérdida de la vida (debería) recordarnos una gozosa resurrección.<br /><br /> Hay un principio vital emanado de Dios en esas piedras y esos minerales que son la materia primera de la masonería. Dios es todo en todos. Pero así como los ojos de los apóstoles estaban constreñidos a no poder reconocer a nuestro Señor en su cuerpo espiritual, sólo un pequeño número es capaz de discernir el fuego interior de la tierra cuando madura los frutos de este elemento, así como los minerales utilizados en la construcción y en la vida cotidiana, y que exhala constantemente un vapor que san Juan comparaba con la hoguera y el humo del infierno. Oremos para que la voluntad de Dios pueda realizarse sobre la tierra como en el cielo, que la energía y las potencias de la naturaleza puedan subsistir gracias a su presencia, con respecto a la cual David declara que nada podría disimularla. La sal de la tierra nutre a las piedras, como el maná alimentó a los israelitas en el desierto. De ahí viene que los adeptos nos enseñen que esta sal es llamada con el nombre de Dios, 'eheyeh, Yo soy, que es el autor y la vida de esta sal, así como ésta lo es de otros seres. San Juan, cuya Revelación es el programa de la masonería espiritual, conocía la piedra blanca, y vio al Hijo de Dios ceñir alrededor de su pecho un cinturón de oro.<br /><br /> El número 3 aparece de manera señalada en el Libro de Dios para ilustrar la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu santo; (está) el cuerpo, el alma y el espíritu; el hebreo, el griego y el latín puestos encima de la cruz; Santo, santo, santo, dicen los serafines; (está) el día en que (Jesús) trabaja, aquel en que descansa y aquel en que volverá a trabajar; Job, Daniel y Noé, los tres profetas que se habrían salvado juntos; Eliphaz, Sophar y Bildad; Ananías, Azarías y Misaël, Shem, Ham y Japhet. También los tres hijos de Adán más conocidos, que eran Abel, Caín y Seth; están además los de Terah, de quienes hemos recibido las promesas, Haran, Nahor y Abram. En fin, tres ángeles aparecieron; tres joyas (adornadas) de piedras preciosas se hallaban sobre el pecho de Aarón; tres letras componen la raíz de cada palabra hebrea; tres veces al año los judíos debían acercarse a Jerusalén; tres días durante los cuales Jonás estuvo en la ballena, y el ungido en la tumba. Hay tres Juanes: el Bautista, el Evangelista, y Marcos, sin contar con que hay otros Marcos distintos a éste.<br /><br /> Por su parte, el número 7 era el del (día del) sabbat, cuando el Creador descansó de sus obras; 7 es el número del jubileo, del año de gracia; los siete ojos de Dios son mencionados, así como los siete brazos del candelabro del templo; está el libro de los siete sellos, y siete ángeles, los siete meses (de la construcción) del tabernáculo. El templo fue construido en siete años. La sabiduría séptuple y la providencia de Dios se muestran en sus acciones. La Pascua se celebra siete veces siete días antes (del don de) la Ley. Éste es un ejemplo de la presencia de los números más perfectos en la Biblia.<br /><br /> Jeremías recibió la orden de construir y de demoler. Fue para disuadir la impiedad, (el signo) del riesgo de que se construya para ver a otro habitar, o de que el Señor abandone el edificio a la desolación. Las piedras del muro gritaron contra la opresión y la injusticia. Es un estímulo al deber, y (el signo) de que la palabra de Dios es capaz de construirnos en derechura, y también (el signo) de que probará la obra de cada hombre mediante el fuego, para demostrar que no se puede poner cimiento distinto de aquel del cual él mismo es el fundamento, el ungido salvador. Es un aliento a la caridad, a que seamos edificados juntos para (convertirnos) en una morada de Dios en el Espíritu, y a que mantengamos firme la profesión de nuestra fe hasta que la piedra rechazada por los constructores se haya convertido en cabeza de ángulo. Es un estimulante para la obediencia (saber) que aquel que ha construido todas las cosas es Dios.<br /><br /> La palabra masón, que es una de las últimas palabras exotéricas (el nombre trascendente, el nombre sagrado, es menos conocido y no puede ser verdaderamente pronunciado más que por los iluminados) viene del francés maison, que significa casa. Somos la morada del ungido, dice el apóstol en Heb. 3, 6. El Señor construyó Jerusalén, dice David en el salmo 147, 2. Ha trazado un camino hacia ella. El ungido es el camino en Jn. 14, 6. Abre la puerta que introduce; el ungido es la puerta en Mt. 7, 13; y nos regala en su morada con su cuerpo y su sangre los frutos de la rectitud. No os enorgullezcáis, dice el ungido, de tener a Abram por Padre, pues Dios es capaz de hacer brotar hijos de Abram de estas piedras. El ungido es llamado por el apóstol el peñasco espiritual, y la conversión de nuestros corazones de piedra en corazones de carne es (el efecto) de su redención, que nos aporta para nuestro arrepentimiento. (Dice en) Jn. 14, 2: En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Morada viene de maneo, morar, que sugiere un objetivo a alcanzar cuando se es miembro de la logia celestial. Muchas iglesias y condiciones particulares son etapas en el camino que conduce a la casa que ningún terremoto puede destruir y que ninguna tempestad puede sumergir. Lo que era de su Padre también era suyo. Todo lo que posee el Padre me pertenece, dice el ungido; y es como si nuestros bienes también fueran suyos. En la esperanza de ello, los elegidos, aquellos que son aceptados, siempre se han lamentado: ¡Desgracia a mí, por residir en Mechek y habitar entre las tiendas de Kedar!<br /><br /> Por su parte, una temible representación de la logia celestial (Gen. 28, 16) arrancó a Jacob esta exclamación: Esto no es sino una casa de Dios, y es la puerta del cielo. ¡Álzate! dijo Dios, he puesto ante ti una puerta abierta que nadie puede cerrar (Ap. 3, 8). La Iglesia es la Casa de Dios, y está en todas partes. Job la encontró en la tierra, Ezequías en su lecho de muerte, Jeremías en su celda, Jonás en el mar, Daniel en la fosa, los tres niños en la hoguera ardiente, Pedro y Pablo en la prisión, el ladrón en la cruz. El cuerpo, llamado templo del Espíritu Santo, debe ser reconstruido en la resurrección en vistas a la adoración durante el reposo eterno. La Iglesia, la Casa de Dios, era antaño llamada, dice el Doctor Donne, el famoso deán de Saint-Paul, oratorio (porque se) pedían a la providencia divina las cosas necesarias. Pues vanos son nuestros esfuerzos sin su asistencia. A menos que el Señor construya la Casa, los obreros trabajarán en vano, dice David.<br /> Y Mt. 21, 44: Aquel que caiga sobre esta piedra fracasará, y aquel sobre el cual caiga, ella le triturará. Aquel que ofenda al ungido, la piedra sobre la que se apoyó Jacob, será confundido. Y si en el juicio ella cae sobre el delincuente, su peso le aplastará más fuertemente a como la piedra de David (aplastó) la frente de Goliath, y le destruirá incluso más que la tumba.<br /><br /> Así como los lugares santos del templo de Diana fueron preservados, así nosotros somos un modelo de lo divino. Aunque los cielos de los cielos no puedan contenerle, se aloja en un corazón contrito. David rezó para tener un frenillo sobre el umbral de sus labios. El hombre interior es el lugar santo, el coro, y las bellas cualidades son sus tesoros y sus ornamentos. El santo de los santos es la conciencia arrepentida, en la que la fe y la caridad son dos querubines que recubren la misericordia de las sillas. Aquí está el oráculo divino, el Dios de quien dan testimonio nuestros espíritus que son sus hijos. Sólo el gran sacerdote, el salvador, puede entrar aquí y contentarnos.<br /> Aquí se encuentra el arca de la Ley, el maná del perdón y de la consolación, el candelabro dorado del entendimiento iluminado, los panes de la rememoración, el velo de la rectitud, con el que el salvador oculta nuestros defectos; las columnas, los utensilios, las decoraciones, son la verdad y la justicia, ornamentos de un espíritu bien dispuesto, que son de gran valor ante los ojos de Dios.<br /><br /> Las elevaciones de este género a partir de la Escritura son infinitas. No hay un aspecto de la masonería, desde el porche hasta las murallas, del umbral y del dintel asperjado contra el mal mensajero, hasta la cámara elevada donde los apóstoles se reúnen; no hay un instrumento, desde el hacha que Eliseo ordenó recuperar hasta la plomada del profeta, ni una figura, desde la línea hasta el círculo de los cielos, que no estén santificados por una mención expresada en la lengua de Canaan. Y la referencia a la totalidad de este sistema, en cualquier sociedad, está autorizada por los muchos paralelos (que se encuentran) en la tribuna sagrada de la Escritura.<br /><br /> Pero en el momento de la consumación de todas las cosas, la ciudad de nuestro Dios tiene doce puertas para que los elegidos penetren por el este, por el oeste, por el norte y por el sur, a fin de residir en el reino de Dios. La puerta estrecha es el pasaje a lo que se llama belleza, por el cual entraremos en el corazón (al son de) la alabanza.<br /> Es así que David prefería ser guardián del umbral antes que habitar en las tiendas de la perversidad. La condición para poder pasar esta puerta es creer en el salvador; los dos (senderos ascendentes) laterales son la paciencia y la inocencia; el techo es la caridad. Permaneced firmes en la fe, dice san Pablo. De aquí viene que la Iglesia tienda a que la fe sea llamada pilar y fundamento de la verdad. La entrada de este jardín está guardada por la espada flamígera de la justicia divina. El muro (del recinto) no puede ser medido más que por la caña del ángel. Es un secreto para la razón humana. Por siempre está en la cumbre de las colinas eternas. Aquellos que las frecuentan son justos y perfectos.<br /> Ser, en virtud de la obligación cristiana, miembros libres de esta ciudad consiste, como Agustín decía de Roma, en exaltar la arcilla como si fuera mármol, y en revestirnos de nuestra Casa de lo alto, que en los cielos es eterna.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-75469228338978771532011-04-01T12:57:00.003-03:002011-04-01T12:57:00.192-03:00EL MANUSCRITO DE EDIMBURGO (1696)<div style="text-align: center;"><b>ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA</b></div><br /><br />The Edinburgh register house ms. 1696, publicado en Harry Carr, The Early masonic catechisms, 1963, reed. por la Kessinger Publishing Company, Kila MT, s. d., p. 31-34. Trad. francesa en Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995. El manuscrito de Edimburgo es el más antiguo catecismo simbólico que ha llegado hasta nosotros. Este texto, así como muchos otros a los que sirvió de modelo, se refiere a dos temas principales: el simbolismo del templo de Salomón y el secreto.<br /><br /> Algunas de las preguntas que los masones acostumbran a hacer a aquellos que declaran poseer la Palabra de masón, con objeto de reconocerles:<br /><br /> - ¿Sois masón? Responded: Sí.<br /> - ¿Cómo podría estar seguro? Lo sabréis en el tiempo y lugar oportunos. Observad que esta respuesta no debe darse más que cuando estéis en sociedad y no haya masones presentes. Pero si no hay mucha gente allí donde estéis, podéis responder con los signos, toques y otros puntos de la recepción.<br /> - ¿Cuál es el primer punto? Respuesta: dadme el primer punto y yo os daré el segundo. El primero es oír y callar. El segundo, bajo pena de cortaros la garganta. Por ello debéis hacer este signo cuando decís esto.<br /> - ¿Dónde habéis sido recibido? Respuesta: En una honorable logia.<br /> - ¿Qué es lo que hace a una logia justa y perfecta? Respuesta: 7 maestros, 5 aprendices, a un día de marcha de una población, de manera que no pueda oírse ni el ladrido de un perro ni el canto del gallo.<br /> - ¿Nada más hace a una logia justa y perfecta? Respuesta: Sí, 5 masones y 3 aprendices recibidos, etc.<br /> - ¿No hay nada más? Respuesta: Cuantos más hay, mayor es la alegría, y cuantos menos, mejor es la carne.<br /> - ¿Cuál es el nombre de vuestra logia? Respuesta: Kilwinning.<br /> - ¿Cómo está orientada vuestra logia? Respuesta: de este a oeste, como el templo de Jerusalén.<br /> - ¿Dónde estuvo la primera logia? Respuesta: En el atrio del templo de Salomón.<br /> - ¿Hay luces en vuestra logia? Respuesta: Sí, tres, al nor-este, al sud-oeste y en el paso del este. La primera indica al maestro masón, la segunda al vigilante, la tercera al compañero instalador.<br /> - ¿Hay joyas en vuestra logia? Respuesta: Sí, tres, una piedra bruta, una piedra cúbica y un gran óvalo.<br /> - ¿Dónde podría hallarse la llave de vuestra logia? Respuesta: A tres pies y medio de la puerta de la logia, bajo una piedra bruta y un montículo verde. También bajo el pliegue de mi hígado, allí donde yacen todos los secretos de mi corazón.<br /> - ¿Cuál es la llave de vuestra logia? Respuesta: Una lengua bien puesta.<br /> - ¿Dónde está esa llave? Respuesta: En la caja de hueso.<br /><br /> Una vez que los masones os han examinado por medio de todas o de una parte de estas preguntas, y de que hayáis respondido con exactitud y hecho los signos, os reconocerán como aprendiz. Pero no como maestro ni como compañero del oficio. De modo que os dirán: Veo que habéis entrado en la cocina, pero ignoro si habéis entrado también en la sala. Respuesta: He entrado tanto en la sala como en la cocina.<br /> - ¿Sois compañero del oficio? Respuesta: Sí.<br /> - ¿Cuántos puntos hay en el compañerismo? Respuesta: 5, a saber: pie contra pie, rodilla contra rodilla, corazón contra corazón, mano contra mano y oreja contra oreja. Haced entonces el signo del compañerismo dando un apretón de manos, y seréis reconocido como un verdadero masón. Las palabras están en I Reyes, 7, 21, y en II Crónicas, 3, en el último versículo.<br /><br />Forma en la que se da la Palabra de masón<br /><br /> En primer lugar debéis coger a la persona que debe recibir la palabra y ponerla de rodillas; y después de un gran número de gestos destinados a asustarle, hacedle tomar la Biblia y poned su mano derecha encima. Debéis incitarle a guardar el secreto amenazándole con degollarle en el caso de que rompiera su juramento, (diciéndole que) el sol en el firmamento dará testimonio contra él, así como toda la compañía presente, lo cual provocará su condenación, debido a la cual no dejarán de asesinarle.<br /> Entonces, después de que haya prometido guardar el secreto, le hacen prestar el juramento como sigue.<br /><br /> Por Dios mismo, y a la espera de que deberéis rendir cuentas a Dios cuando os encontréis desnudo ante Él en el gran día (del juicio), no revelareis ningún punto de lo que vais a ver u oír hoy, ni de palabra ni por escrito; no lo pondréis por escrito en ningún momento, ni lo trazareis con la punta de una espada o de otro instrumento sobre la nieve o sobre la arena, y no hablareis excepto con alguien que haya sido recibido masón... ¡Que Dios os venga en ayuda!<br /> Después de que haya prestado este juramento, es alejado de la compañía con el último masón recibido, y una vez se le ha asustado suficientemente haciendo mil gestos y melindres, debe aprender del segundo masón la manera de hacer en lo que concierne a los signos y las posturas y las palabras de su recepción, que son como sigue.<br /> Primero, cuando entre de nuevo en el seno de la asamblea, debe hacer un saludo ridículo, después el signo, y ha de decir enseguida: Que Dios bendiga a esta respetable asamblea. Luego, quitándose el sombrero de una manera verdaderamente excéntrica, que no debe ejecutarse más que en esta ocasión (como por lo demás el resto de los signos), dice las palabras de su recepción de la siguiente manera.<br /> - Yo vengo aquí, yo, el más joven, el último aprendiz que ha sido recibido, pues lo he jurado por Dios y por san Juan, por la escuadra y por el compás, y por el juez universal, a asistir a mis maestros en el servicio a la honorable logia desde el lunes por la mañana hasta el sábado por la noche, para guardar las llaves, so pena de que se me corte la lengua por debajo del mentón, y de ser sepultado en la playa en el límite de las mareas, allí donde nadie lo sepa.<br /><br /> Entonces hace de nuevo el signo trazando con su mano una línea bajo el mentón atravesando la garganta, para significar que ésta le será cortada en el caso de que rompiera su promesa. Después todos los masones presentes murmuran la palabra entre ellos, comenzando de manera que finalmente le llegue al maestro masón, quien le da la palabra al aprendiz que se recibe.<br /><br /> Hay de señalar ahora que todos los signos y palabras, como aquellos de los que en otro lugar se habla, pertenecen solamente al aprendiz recibido (masón). Pero para ser un maestro masón o un compañero del oficio, hay algo más que hacer, que se hace como sigue.<br /> En primer lugar, todos los aprendices deben ser alejados de la compañía, y nadie será invitado a quedarse excepto los maestros.<br /> Entonces, aquel que va a ser recibido como miembro de la compañía debe ponerse de nuevo de rodillas, y pronunciar otra vez el juramento que se le ha dado, después de lo cual debe salir de la asamblea con el maestro más joven a fin de aprender las posturas y los signos del compañerismo; entra después nuevamente, hace el signo de maestro y dice las mismas palabras que a su entrada, omitiendo solamente lo del juez universal. Luego los maestros murmuran la palabra entre ellos comenzando por el más joven, como antes. Tras esto, el masón más joven debe avanzar y ponerse él mismo en la postura en la que debe el otro recibir la palabra, y dice en voz baja al masón más viejo: Los excelentes maestros y la respetable asamblea os saludan bien, os saludan bien, os saludan bien. Después el maestro le da la palabra y agarra su mano a la manera de los masones. Esto es todo lo que debe hacerse para hacer de él un perfecto masón.<br /><br /> (En el reverso:) Algunas preguntas con respecto a la Palabra de masón 1696.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-28998142075614965112011-03-29T12:57:00.002-03:002011-03-29T12:57:00.421-03:00EL MANUSCRITO GRAND LODGE Nº 1 (1583)<div style="text-align: center;"><b>ANTIGUOS DOCUMENTOS DE LA MASONERÍA</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div>Ext. de Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Introduction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive, traduits et présentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995. Una traducción francesa de este texto, debida a Edmond Mazet, apareció en La Franc-maçonnerie: documents fondateurs, París, L'Herne, 1992, p. 130-138. El original inglés fue publicado por W. Mc Leod, A lost manuscript reconstructed: the ancestor of one branch of the Old Charges, en "Ars Quatuor Coronatorum", vol. 94, Londres, 1982, p. 16-21. El manuscrito Grand Lodge nº 1, que data de 1583, es el Antiguo Deber (Old Charge) que sigue al Regius (1390) y al Cooke (1410). Como demuestra el estudio de su lengua, el Regius y el Cooke eran textos emanados de logias de las regiones de Gloucester y Oxford (1). El presente Antiguo Deber parece ser un texto emanado de la logia de York, a la que menciona. La logia de los masones de York comenzó probablemente a existir con el inicio de la construcción de la catedral, es decir, hacia 1220 (2). Robert-Freke Gould escribió la historia de la logia de York (3), y hemos conservado las Ordenanzas de la catedral de York, que datan de 1370 (4).<br /><br /> I. Que la fuerza del Padre del cielo y la sabiduría del Hijo glorioso por la gracia y la bondad del Espíritu Santo, que son tres personas y un solo Dios, estén con nosotros en nuestras empresas y nos otorguen así la gracia de gobernarnos aquí abajo en nuestra vida de manera que podamos alcanzar su beatitud, que jamás tendrá fin. Amén.<br /><br /> II. Buenos hermanos y compañeros, nuestra intención es deciros cómo y de qué sabia manera este excelente oficio de masonería ha comenzado, y después de ello cómo fue conservado por excelentes reyes y príncipes, así como por muchos otros hombres notables. Es por ello que impondremos a quienes aquí están los deberes que todo verdadero masón debe respetar. Con toda la buena fe, y con mucho cuidado, es algo excelente guardar estos deberes, pues es un oficio excelente y una curiosa ciencia.<br /><br /> III. Hay siete artes liberales, y entre las siete este oficio es una de ellas, y los nombres de las siete artes son los siguientes. La primera es la gramática: ella enseña al hombre a hablar y a escribir correctamente. La segunda es la retórica, que enseña al hombre a bien hablar en términos sutiles.<br /> La tercera es la dialéctica, que enseña al hombre a distinguir o a reconocer la verdad del error. La cuarta es la aritmética, que enseña al hombre a calcular y a contar toda clase de números. La quinta es la geometría, que enseña al hombre la determinación y la medida de la tierra y de todas las cosas, ciencia a la que se llama masonería. El arte sexto se llama música: es el que enseña al hombre del oficio el canto vocal, así como a tocar el órgano, el arpa o la trompeta. Y el arte séptimo se llama astronomía: es el que enseña al hombre a conocer el trayecto del sol, de la luna y de las estrellas.<br /><br /> IV. Éstas son las siete artes liberales; estas siete se basan todas en un arte que es la geometría. El hombre puede probar que todas las artes del mundo se fundan en la geometría. Pues la geometría ha enseñado al hombre la medida, la ponderación y los pesos de toda clase de cosas sobre la tierra. Por otra parte, no hay ningún hombre que haya desarrollado cualquier oficio sin obrar con ayuda de alguna medida o instrumento de medida; y tampoco ningún hombre que haya comprado o vendido sin medir ni pesar, y todo ello es geometría. Estos comerciantes, estos artesanos, y también las siete artes y en particular el labrador, el comerciante especializado en toda clase de granos y de semillas, el vendimiador y el horticultor (que trabaja) el campo. Ni la gramática ni la aritmética ni la astronomía ni ninguna de las otras artes permiten al hombre encontrar una medición o una medida, excepto la geometría. Por ello pensamos que el arte de geometría es el más excelente que encontrarse pueda, comparado con cualquier otro.<br /><br /> V. Cómo comenzó primero este arte excelente es lo que os voy a decir. Antes del diluvio de Noé había un hombre que se llamaba Lamech, así como se encuentra escrito en la Biblia, en el capítulo cuarto del Génesis. Este Lamech tenía dos esposas, una se llamaba Ada y la otra Sella. De su primera esposa Ada tuvo dos hijos, uno llamado Jabel y el otro Jubal. De la otra esposa, Sella, tuvo un hijo y una hija. Estos cuatro niños inventaron todos los oficios que hay en el mundo. El hijo mayor, Jabel, fundó el oficio de geometría dividiendo los rebaños de corderos y los terrenos en los campos, y fue el primero que construyó una casa de piedra y de madera, así como se halla mencionado en dicho capítulo. Su hermano Jubal fundó el oficio de músico, el canto vocal (e instrumental), sea con el arpa o con el órgano. El tercer hermano, Tubalcaín, fundó el oficio de herrero, (que trabaja) el oro, la plata, el cobre, el hierro y el acero. En cuanto a la hija, fundó el oficio del tejido.<br /><br /> VI. Estos niños sabían bien que Dios se vengaría del pecado, sea por el fuego o por el agua. Por ello, escribieron los conocimientos que habían hallado en dos pilares de piedra de manera que se los pudiera encontrar después del diluvio de Noé. Una de las dos piedras era de mármol, a fin de que resistiera al fuego; y la otra piedra era de lo que se llama ladrillo, a fin de que resistiera al agua.<br /><br /> VII. Nuestra intención es deciros verdaderamente cómo y de qué manera estas piedras fueron encontradas, así como los conocimientos que estaban escritos sobre ellas. El gran Hermarines, que era el hijo de Cube, que era hijo de Sem (5), el hijo de Noé (ese mismo Hermarines fue llamado más tarde Hermes, el padre de la sabiduría) encontró uno de los dos pilares de piedra y los conocimientos escritos en él y los enseñó a los demás hombres.<br /><br /> VIII. Durante la construcción de la torre de Babilonia, se hacía mucha masonería. El rey de Babilonia, que se llamaba Nemrod, era él mismo masón y amaba el oficio, como dice entre otros el maestro de las historias.<br /> Cuando la ciudad de Nínive y las otras ciudades del este fueron construidas, Nemrod, el rey de Babilonia, envió allí... masones a petición del rey de Nínive, su primo. Y cuando los envió, a partir de ese día les dio el deber así concebido: (a saber) que deberían ser veraces uno con otro; y que deberían servir a su señor de acuerdo con su salario, de manera que su maestro pudiera obtener respeto y todo lo que le venga. Les dio muchos otros deberes; y fue la primera vez que todo masón tuvo un deber en su oficio.<br /><br /> IX. Además, cuando Abraham y su esposa Sara llegaron a Egipto, habló de las siete artes a los egipcios. Tuvo un alumno excelente que se llamaba Euclides, que aprendió muy bien y que fue maestro en todas las siete artes. En su época ocurrió que los señores y los Estados de su reino engendraron numerosos hijos, bien de sus esposas, bien de otras damas del reino, pues este país es caluroso y fértil (en cuanto a) la reproducción. No habían encontrado para sus hijos una manera válida de ganarse la vida, por lo cual tenían gran tristeza. Cuando el rey del país reunió en gran consejo al parlamento, a fin de saber cómo podrían hacer de sus hijos honestos gentileshombres, no encontraron ningún medio válido. Entonces ellos (hicieron proclamar) a través de todo el reino que si había un hombre capaz de informarles, debería llegarse hasta ellos y sería recompensado de su viaje de modo que se placiera con ellos.<br /><br /> X. Cuando fue hecha esta proclamación, llegó entonces el excelente clérigo Euclides, quien dijo al rey y a todos sus grandes señores: Si tomo bajo mi mando a vuestros hijos... yo les enseñaré una de las siete artes, gracias a la cual podrán vivir honestamente, como hacen los gentileshombres; a condición de que me den el poder de dirigirles conforme a las reglas del arte.<br /> El rey y todo su consejo estuvieron de acuerdo al instante, y sellaron este pacto. Entonces este excelente (clérigo) tomó con él a los hijos de los señores y les enseñó el arte de geometría por la práctica, (es decir) a construir en piedra toda clase de las excelentes obras que se encuentran en la construcción de iglesias, de templos, de castillos, de torres, de casas y de todas las demás clases de construcciones.<br /><br /> XI. Les dio un deber así concebido. El primer (punto) era que debían ser fieles al rey y al señor al que sirven. Que deberían amarse mutuamente, y ser sinceros el uno con el otro.<br /> Que deberían llamarse uno al otro compañero, o hermano, y no servidor, ni criado, ni con cualquier otro nombre vil. Que deberían merecer verdaderamente el salario que les pagara el señor o al maestro al que sirvieran. Que ordenarían al más sabio de entre ellos que fuera el maestro de obras, pero que ni por sentimiento, ni a causa de su linaje o riqueza, ni por hacer un favor, instalarían a otro, dotado de poca destreza, para ser el maestro de la obra (mandada) por un señor, pues este señor sería mal servido y ellos serían castigados. De manera que deberían llamar al director de los trabajos maestro durante el tiempo que con él trabajaran. Y muchos otros deberes de los que sería demasiado largo hablar. Con respecto a todos estos deberes les hizo prestar el juramento solemne que estaba en uso entre los hombres de esos tiempos. Les atribuyó un salario razonable, de modo que pudieran vivir honestamente. También les ordenó reunirse una vez al año en asamblea, a fin de que pudieran trabajar mejor y servir así tanto al interés de su señor como a su propia honorabilidad. Y corregir ellos mismos a quien hubiera ofendido el oficio.<br /> De esta manera, el oficio fue establecido aquí. Y el excelente Euclides le dio el nombre de geometría, pues así es como ahora se llama en todos los países a la masonería.<br /><br /> XII. Mucho tiempo después, cuando los hijos de Israel penetraron en la tierra prometida, a la que a partir de ahora llamaremos el país de Jerusalén, el rey David comenzó (a construir) el templo que se llama templo del Señor, y que entre nosotros llamamos templo de Jerusalén. Este mismo rey David amaba a los masones, y los quería mucho, y les dio un buen salario. Les dio también los deberes y costumbres que había aprendido en Egipto, aquellos dados por Euclides, así como muchos otros deberes de los que más adelante oiréis hablar. Tras la muerte del rey David, Salomón, su hijo, acabó el templo que su padre había comenzado. Mandó buscar a masones en distintas regiones y países, y los reunió a todos cuando hubo 80.000 obreros talladores de piedra, y todos fueron llamados masones. Escogió a 3.000 de entre ellos, que fueron ordenados maestros y directores de esta obra.<br /><br /> XIII. Además hubo un rey de otra región a quien los hombres llamaban Hiram. Amaba bien al rey Salomón y le dio madera de construcción para su obra. Tenía un hijo que se llamaba Aynon (6); era maestro en geometría, fue el principal maestro de todos estos masones, y también de todos los grabadores y escultores, y de todo otro género de masones asociados al templo. Hay un testimonio de ello en la Biblia, en el cuarto libro de los Reyes, en el capítulo tercero. Este mismo Salomón confirmó a la vez los deberes y las costumbres que su padre había dado a los masones. Es así como este excelente oficio de masonería fue confirmado en la región de Jerusalén y en muchos otros reinos.<br /><br /> XIV. Artesanos curiosos recorrieron grandes distancias en diversos países, sea para aprender más destreza en su oficio, sea para enseñar a quienes poseían poca habilidad. Ocurrió entonces que hubo un curioso masón de nombre Naymus Grecus (7), que había estado en la construcción del templo de Salomón. Llegó a Francia y allí enseñó el arte de la masonería a los hombres de Francia. Hubo alguien del linaje real de Francia que tenía por nombre Charles Martel (8). Era un hombre que amaba mucho el oficio, se juntó con ese Naymus Grecus, aprendió de él el oficio y se encargó de los deberes y de las costumbres. Después de esto, por la gracia de Dios, fue elegido para ser rey de Francia.<br /> Cuando fue investido de tal estado, cogió a los masones y les ayudó a hacer masones de los hombres que no lo eran, y les puso a trabajar, y les dio a la vez los deberes y las costumbres, así como un buen salario, tal como había aprendido de otros masones. Confirmó su carta de año en año, (les permitió) tener su asamblea donde quisieran, y les quiso mucho. Es así como llegó a Francia el oficio.<br /><br /> XV. Inglaterra, durante todo este período, ignoró todo deber de masonería hasta el tiempo de san Albano (9). En su tiempo, el rey de Inglaterra, que era un pagano, construyó la ciudad que se llama Saint-Albans (10). San Albano era un excelente caballero y el intendente de la casa del rey; detentaba el gobierno del reino y también los muros de la ciudad. Amaba a los masones y les quería mucho. Hizo que se les pagara con gran justicia, según la costumbre del reino, pues les dio 2 chelines y 6 peniques por semana, más 3 peniques para animarles. Antes de este tiempo, en todo el país, un masón no recibía más que un penique por día y la comida, hasta que san Albano corrigió esto. Les dio una carta real, les aconsejó tener un concilio general y que se le diera el nombre de asamblea. Él mismo acudió a ella, y les ayudó a formar masones, y les dio deberes de los que muy pronto oiréis hablar.<br /><br /> XVI. Después de la muerte de san Albano se produjeron distintas guerras entre Inglaterra y otros países, así que la buena regla de masonería se perdió hasta la época del rey Athelstan (11), que fue un excelente rey de Inglaterra. En todo este país aportó reposo y paz, y construyó muchas grandes obras: abadías, torres, y muchos otros edificios. Amaba mucho a los masones, y tuvo un hijo de nombre Edwin (12) que amaba a los masones aún más que su padre. Fue un gran practicante de la geometría, y se reunía y hablaba mucho con los masones para aprender de ellos el oficio. Después, a causa del amor que tenía por los masones y por el oficio, fue hecho masón. Obtuvo de su padre el rey una carta y un consejo, que era el de tener cada año una asamblea allí donde quisieran en el reino de Inglaterra, a fin de que ellos mismos corrigieran las faltas y los abusos hechos en el oficio. Él mismo convocó una asamblea en York; hizo allí masones, les dio deberes, les enseñó las costumbres, les ordenó guardar siempre la regla. Les otorgó la carta y el consejo, y les hizo una ordenanza que debía ser renovada de rey en rey.<br /><br /> XVII. Cuando la asamblea estuvo reunida al completo, hizo una proclamación según la cual todos los masones jóvenes y viejos que poseyeran un escrito o luces sobre los deberes y costumbres que habían estado antaño en vigor en este país o en otro debían a partir de entonces aportarlos y mostrarlos.<br /> Cuando esto tuvo lugar, se encontraron testimonios en francés, otros en griego (13), otros en inglés (14), y otros en más lenguas, y se comprobó que todos tenían un mismo fin. Hizo un resumen mostrando cómo había sido creado el oficio. Propuso y él mismo ordenó que se leería en silencio o en voz alta cuando se hiciera un masón, a fin de comunicarle su deber. A partir de este día, y hasta hoy, las costumbres de los masones han sido conservadas en la medida en que los hombres podían imponerlas tal como eran. Además, en diversas asambleas se concibieron y promulgaron otros deberes para el mejor consejo de maestros y compañeros.<br /><br /> XVIII. Entonces uno de los más antiguos sostiene el libro, y aquel o aquellos (a quienes se recibe) apoya su mano sobre el libro, y deben leerse los preceptos.<br /> Todo hombre que es masón observa con gran cuidado estos deberes. Si un hombre se considera a sí mismo culpable en cuanto a uno de estos deberes, se corrige a sí mismo ante Dios. En particular, aquellos que están encargados de responsabilidades tienen cuidado de poder guardar estos deberes con gran exactitud, ya que es un gran peligro para un hombre jurar sobre un libro.<br /><br /> XIX. El primer deber es éste: que seréis hombres leales a Dios y a la santa Iglesia; y que no caeréis en el error ni en la herejía, sea por vuestro juicio, sea por vuestras acciones, sino que seréis hombres discretos y sabios en todo.<br /> Además, que seréis verdaderos hombres fieles al rey de Inglaterra, sin traición ni falsedad; y que no cometeréis traición ni trampa, y que, a menos de corregiros en privado si podéis, advertiréis al rey o a su consejo.<br /> Además, que cada uno será sincero con el otro, es decir, que con todo masón del oficio de la masonería que tiene derecho a ejercerlo actuaréis como quisierais que él actuara con vosotros.<br /> Además, que seguiréis todos los consejos de vuestros compañeros con lealtad, sea en logia o en la cámara, así como todos los demás consejos que deberían ser guardados con respecto a la masonería.<br /> Además, que ningún masón será un ladrón, a partir de este día y durante tanto tiempo como pueda comprenderlo o ser advertido.<br /> Además, que cada uno será sincero con el otro, así como con el señor o el maestro al que sirváis, y velaréis lealmente por su interés y su beneficio.<br /> Además, que llamaréis a los masones compañeros o hermanos, y no con otras denominaciones viles.<br /> Además, que no abusaréis de la esposa de vuestro hermano como bribones, ni desearéis de manera impía a su hija ni a su sirvienta, y no atraeréis hacia él la vergüenza.<br /> Además, que pagaréis lealmente vuestra comida y vuestra bebida allá donde vayáis a comer.<br /> Además, que no cometeréis ninguna atrocidad en el lugar donde estéis alojados, pues el oficio podría ser calumniado.<br /><br /> XX. Éstos son los deberes generales que toca guardar a todo masón sincero, incluidos los maestros y compañeros. Voy a enunciar otros deberes, éstos particulares, (reservados) a los maestros y compañeros.<br /> En primer lugar, que ningún maestro o compañero tomará para sí el trabajo de un señor, ni el trabajo de otro hombre, a menos de que se sepa capaz y suficientemente hábil para acabarlo, de manera que el oficio no sea calumniado ni deshonrado, sino que el señor pueda ser bien y fielmente servido.<br /> Igualmente, que ningún maestro se encargará de un trabajo a menos de hacerlo con razón, de manera que el señor pueda ser bien servido, conforme a lo que se le debe, y que el maestro pueda vivir honestamente y pagar a sus compañeros el salario que les corresponde, como es costumbre.<br /> Igualmente, que ningún maestro o compañero suplantará a otro en su trabajo; es decir, que si ha tomado un trabajo, o si es el maestro de obra de un señor, no abandonará su obra salvo en el caso de que sea incapaz de conducirla a buen fin.<br /> Igualmente, que ningún maestro o compañero tomará aprendiz por una duración inferior a siete años. Además, el aprendiz debe estar en posesión de sus medios naturales, es decir, nacido libre, y físicamente íntegro, como todo hombre debiera serlo.<br /> Igualmente, que ningún maestro o compañero tendrá autorización para hacer masones sin el acuerdo y el parecer de sus compañeros. Será contratado por un tiempo no inferior a seis o siete años. Y aquel que será hecho masón debe estar en posesión de todas sus facultades a todos los niveles, es decir, ser nacido libre, de buena familia, honrado, y no siervo. Debe tener también los miembros íntegros, como todo hombre debiera tenerlos.<br /> Igualmente, que ningún masón tomará aprendiz a menos de tener suficientes ocupaciones que darle, y de tener trabajo para tres o al menos dos compañeros.<br /> Igualmente, que ningún maestro o compañero tomará parte en el trabajo de un hombre que esté ausente a causa de un viaje.<br /> Igualmente, que todo maestro dará su paga a sus compañeros según lo merezcan, de manera que no sea defraudado por los malos obreros.<br /> Igualmente, que ningún maestro calumniará a otro a sus espaldas, a fin de hacerle perder su buena reputación o sus bienes temporales.<br /> Igualmente, que ningún compañero, sea en la logia o fuera de ella, responderá mal a otro de manera impía o haciéndole reproches, salvo si es por una causa razonable.<br /> Igualmente, que todo masón saludará a su superior, y le mostrará respeto.<br /> Igualmente, que ningún masón se acostumbrará a los juegos de azar, o a los dados o a otros juegos desleales, pues el oficio podría ser calumniado.<br /> Igualmente, que ningún masón se dará a los excesos o a la impudicia, pues el oficio podría ser calumniado.<br /> Igualmente, que ningún compañero llegará a la ciudad de noche cerrada para ir a una logia de compañeros si no va acompañado por otro. Esto dará testimonio en su favor si se le viera en lugares deshonestos.<br /> Igualmente, que todo maestro o compañero se llegará a la asamblea si ésta se celebra a 50 millas, si ha sido avisado, o si ha cometido un abuso perjudicial al oficio, así como para recibir lo que los maestros y compañeros deben concederle.<br /> Igualmente, que todo maestro o compañero que haya cometido una falta en el oficio acatará la sanción de los maestros y compañeros, y éstos se pondrán de acuerdo si pueden; pero si no pueden ponerse de acuerdo, se recurrirá a la justicia pública.<br /> Igualmente, que ningún maestro o compañero fabricará molde, escuadra ni regla a fin de establecer los cimientos; y no deberá tampoco poner un pavimiento, sea en la logia o fuera de ella, con objeto de tallar así piedras no escuadradas.<br /> Igualmente, que todo masón recibirá y querrá a los compañeros extranjeros que arriben a la región, y les dará trabajo como es costumbre, es decir, que les pondrán en su sitio las piedras talladas; de lo contrario, le dará el suficiente dinero para que puedan acercarse a la logia más cercana.<br /> Igualmente, que todo masón servirá fielmente al señor a cambio de su salario. Y todo maestro conducirá lealmente a buen fin su obra, sea a destajo o de viaje, si tiene vuestras órdenes y todo lo que sus (obreros) deberían tener.<br /> Estos deberes que os acabamos de repetir, y todo lo que pertenece además a los masones, los guardaréis, y que Dios os ayude (15) y os santifique por este libro que tenéis en las manos, en la medida de vuestros medios. Amén.<br /><br /><b>NOTAS<br /></b><br />1. Edmond Mazet, "Introduction" al Regius y al Cooke, ibid., p. 27.<br />2. Henry Kraus, A prix d'or. Le financement des cathédrales, trad. Laurent Medzadourian y Dominique Barrios-Delgado, París, Cerf, 1991, p. 227.<br />3. Robert-Freke Gould, Histoire abrégée de la franc-maçonnerie, trad. Louis Lartigue, París, Maisnie-Trédaniel, 1989.<br />4. Trad. E. Mazet en La Franc-maçonnerie: textes fondateurs, op. cit., p. 119-120.<br />5. Se trata de Cheba, el hijo de Sem (Gen., 10, 28).<br />6. Referencia al héroe de una célebre canción de gesta del siglo XII: el Renaud de Montauban de los Cuatro hijos de Aymon, empleado como tallador de piedra en la cantera de la catedral de Colonia (recuérdese que en los Antiguos Deberes el templo de Salomón es una figuración simbólica de las catedrales góticas, debido a los orígenes salomónicos del arte gótico de las catedrales). La leyenda de los Cuatro hijos de Aymon parece haber desempañado un notable papel en la elaboración del imaginario del compagnonnage francés en los siglos XIV y XV.<br />7. "Nombre griego" tomado por Makaboe (Macabeo o "martillo"), que en 1268 servía para designar el santo y seña de los hacedores de argamasa y los talladores de piedra parisinos (Etienne Boileau, Livre des métiers, XLVIII, 22) antes de designar en la leyenda compagnonnica francesa del maestro Jacques el nombre de una columna (Patrick Négrier, Histoire et symbolisme des légendes compagnonniques, Le Mans, Borrégo, 1994).<br />8. En su Livre des métiers (XLVIII, 22), Etienne Boileau afirmaba en 1268 que los hacedores de argamasa y los talladores de piedra parisinos estaban dispensados de hacer la ronda [en francés, guet] desde los tiempos de Charles Martel; era una alusión alegórica al hecho de que los artesanos poseían un santo y seña [en francés, mot de guet], que no era otro que la designación bíblica de su instrumento de trabajo, el martillo, cuyo nombre hebreo (maqavah, que dio su nombre a Judas Macabeo: cf. Mac., 2, 4) fue transcrito por la de los Setenta con la forma Makaboe.<br />9. Es decir, a finales del siglo III y principios del IV, período que marca el inicio de la evangelización en Gran Bretaña. San Albano aparece mencionado sobre todo en relación con el monasterio de Saint-Alban, que marcó una importante etapa de la arquitectura cristiana en Inglaterra.<br />10. El monasterio benedictino de Saint-Alban (Verulamium, donde será enterrado el filósofo Francis Bacon, autor de La Nueva Atlántida y de quien se conoce la importancia en la historia del pensamiento masónico) fue construido en 793.<br />11. El rey de Inglaterra, Athelstan (895-940).<br />12. Como se muestra en la continuación del texto sobre la relación entre Edwin y la ciudad de York, este Edwin no era un hijo de Athelstan, sino el rey de Northumbria Edwin (583-633), precisamente bautizado en York. Sin embargo, si el presente Antiguo Deber menciona a Edwin no es solamente a causa de su relación con la ciudad de York, importante enclave de la masonería; es también en referencia al hecho de que, según la Historia Eclesiástica de Beda el Venerable, Edwin construyó una iglesia de madera y comenzó a edificar otro santuario en piedra (Robert-Fleke Gould, op. cit., p. 222). Por otra parte, Geoffroy de Monmouth habla extensamente de Edwin en su Historia de los reyes de Bretaña (pp. 190-197).<br />13. Probable alusión a Naymus Grecus y a Makaboe.<br />14. La lengua de los Antiguos Deberes anglosajones: el Regius y el Cooke.<br />15. La leyenda compagnonica francesa de Salomón (siglo XV) ya menciona YHVH Auxilia ("Dios es nuestra ayuda") como palabra de paso de los compañeros que acceden a la maestría.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-12813330561873175762011-03-25T21:49:00.001-03:002011-03-25T21:49:00.222-03:00MASONES Y CARPINTEROS<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div></div><br />Ha habido siempre, entre las iniciaciones de oficio, una especie de querella de precedencia entre los albañiles1 y los talladores de piedra y los carpinteros; y si se consideran las cosas no en el aspecto de la importancia actual de estas dos profesiones en la construcción de edificios, sino en el de su antigüedad respectiva, es bien cierto que los carpinteros pueden efectivamente reivindicar el primer rango. En efecto, como hemos ya señalado en otras ocasiones, las construcciones, de manera muy general, fueron de madera antes de ser de piedra y ello es lo que explica que, en la India especialmente, no se encuentre ninguna huella de las que se remontan más allá de cierta época. Tales edificios eran evidentemente menos duraderos que los construidos en piedra; también el empleo de la madera corresponde, entre los pueblos sedentarios, a un estadio de menor fijeza que el de la piedra, o, si se quiere, a un menor grado de "solidificación", lo que está muy de acuerdo con el hecho de relacionarse con una etapa anterior en el curso del proceso cíclico2.<br />Esta observación, por simple que pudiese parecer en sí misma, está muy lejos de carecer de importancia para la comprensión de ciertas particularidades del simbolismo tradicional: es así cómo, en los más antiguos textos de la India, todas las comparaciones referentes al simbolismo constructivo son siempre sacadas del carpintero, de sus útiles y de su trabajo; y Vishvakarma, el "Gran Arquitecto" mismo, es designado también con el nombre de Twashtri, que es literalmente el "Carpintero". Es evidente que la función del arquitecto (Sthapati, que además es primitivamente el maestro carpintero) no es en nada modificada por ello, puesto que, salvo la adaptación exigida por la naturaleza de los materiales empleados, es siempre del mismo "arquetipo" o del mismo "modelo cósmico" del que hay que inspirarse, y ello ya se trate de la construcción de un templo o de una casa, de un carro o de un navío, (y, en estos últimos casos, el oficio de carpintero jamás ha perdido nada de su importancia primera, al menos hasta el empleo totalmente moderno de los metales, que representan el último grado de la "solidificación"3. Evidentemente también, que ciertas partes del edificio se realicen en madera o en piedra, ello no cambia nada, si no en su forma exterior, al menos en su significación simbólica; poco importa a este respecto, por ejemplo, que el "ojo" del domo, es decir, su abertura central, sea recubierto por una pieza de madera, o por una piedra trabajada de algún modo, constituyendo una y otra igualmente y en un sentido idéntico, la "coronación" del edificio, según lo que hemos expuesto en precedentes estudios; y con mayor razón ocurre lo mismo con las piezas del carpintero que han permanecido como tales una vez que la madera ha sido sustituida por la piedra en la mayor parte de la construcción, como las vigas que, partiendo de este "ojo" del domo, representan los rayos solares con todas sus correspondencias simbólicas4. Se puede pues decir que el oficio del carpintero y el del albañil, puesto que proceden en definitiva del mismo principio, proporcionan dos lenguajes parecidamente apropiados para la expresión de las mismas verdades de orden superior; la diferencia no es más que una simple cuestión de adaptación secundaria, como lo es siempre la traducción de una lengua a otra, pero, bien entendido, cuando se trata de cierto simbolismo determinado,<br />6<br />como en el caso de los textos tradicionales de la India a los cuales hacíamos alusión anteriormente, hace falta, para comprender enteramente su sentido y su valor, saber de una manera precisa cual es, de los dos lenguajes, aquel más propiamente relacionado.<br />A este respecto, señalaremos un punto que nos parece tener una importancia totalmente particular; se sabe que en griego, la palabra hylê significa primitivamente "madera", y que es al mismo tiempo la que sirve para designar el principio sustancial o la materia prima del Cosmos, y también por aplicación derivada de ésta, a toda materia secunda, es decir, a todo lo que desempeña en un sentido relativo, en tal o cual caso, un papel análogo al del principio sustancial de toda manifestación5. Este simbolismo, según el cual aquello de lo cual está hecho el mundo es asimilado a la madera es además muy general en las más antiguas tradiciones, y, por lo que acabamos de decir, es fácil comprender su razón con relación al simbolismo constructivo: en efecto, desde el momento que de la "madera" se han sacado los elementos de la construcción cósmica, el "Gran Arquitecto" debe ser considerado antes que nada como un "maestro carpintero", como lo es efectivamente en semejante caso, y como es natural que lo sea allí donde los constructores humanos, cuyo arte, desde el punto de vista tradicional, es esencialmente una "imitación" del arte del "Gran Arquitecto", son ellos mismos carpinteros6. No carece de importancia tampoco, en lo que concierne más especialmente a la tradición cristiana, el resaltar, como ya lo ha hecho A. Coomaraswamy, que puede fácilmente comprenderse así que el Cristo debía aparecer como el "hijo del carpintero"; los hechos históricos, como hemos dicho muy frecuentemente, no son en suma sino un reflejo de realidades de otro orden, y solamente ello les da todo el valor del que son susceptibles; también hay ahí un simbolismo mucho más profundo de lo que se piensa de ordinario (si es que la inmensa mayoría de los cristianos tiene aún, por vagamente que sea, la idea de que puede haber en ello un simbolismo cualquiera). Que además esa no sea más que una filiación aparente, ello mismo es exigido todavía por la coherencia del simbolismo, puesto que se trata de algo que no está en relación más que con el orden exterior de la manifestación, y no con el orden principial; es de la misma manera exactamente cómo, en la tradición hindú, Agni, en tanto que es el Avatâra por excelencia, tiene también a Twashtri como padre adoptivo cuando toma nacimiento en el Cosmos; ¿y cómo podría ser de otra forma cuando este Cosmos mismo no es otra cosa, simbólicamente, que la obra misma del "maestro carpintero"?Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-33332144081095324172011-03-21T21:49:00.001-03:002011-03-21T21:49:00.122-03:00ACERCA DEL GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />Hacia el final de nuestro precedente estudio1, hemos hecho alusión a ciertos astrónomos contemporáneos a los que se les ocurre a veces salirse del dominio que les es propio, para darse a digresiones teñidas de una filosofía que no es ciertamente injusto señalar como totalmente sentimental, pues esencialmente poética en su expresión. Quien dice sentimentalismo dice siempre antropomorfismo, pues éste lo es de varios tipos; y aquel del que hablamos a este particular es el que se ha primero manifestado como una reacción contra la cosmogonía geocéntrica de las religiones reveladas y dogmáticas, para desembocar en las concepciones estrechamente sistemáticas de sabios que quieren limitar el Universo a la medida de su comprehensión actual2 por una parte, y, por otra parte, de las creencias por lo menos tan singulares y poco racionales (en razón misma de su carácter de creencias totalmente sentimentales) como las que pretenden reemplazar3. Sobre uno y otro de estos dos productos de la misma mentalidad, tendremos igualmente que volver a continuación; pero es bueno comprobar que se unen a veces, y apenas es necesario recordar, para dar un ejemplo, la famosa "religión positivista" que Auguste Comte instituyó hacia el fin de su vida. Que no se crea, por otro lado, que somos en absoluto hostiles a los positivistas; nosotros tenemos, al contrario, por ellos, cuando son estrictamente positivistas4, y a pesar de que su positivismo se queda forzosamente incompleto, muy diferente estima a la que sentimos por los filósofos doctrinarios modernos, ya se declaren monistas o dualistas, espiritualistas o materialistas.<br />Pero volvamos a nuestros astrónomos; entre ellos, uno de los más conocidos del gran público (y por ese sólo motivo le citamos antes que a cualquier otro, aunque tuviese un valor científico muy superior) es, sin duda, Camille Flammarion, al que vemos, incluso en aquellas de sus obras que parecerían deber ser puramente astronómicas, decir cosas como éstas:<br />( ... Si los mundos murieran para siempre, si los soles una vez extinguidos no se encendieran ya más, es probable que no hubiera ya estrellas en el cielo.<br />"¿y eso por qué?<br />Porque la creación es tan antigua, que podemos considerarla como eterna en el pasado5. Desde la época de su formación, los innumerables soles del espacio han tenido largo tiempo para extinguirse. Con relación a la eternidad pasada (sic), no hay más que los nuevos<br />90<br />soles que brillan. Los primeros están extinguidos. La idea de sucesión se impone, pues, por sí misma a nuestro espíritu6.<br />"Cualquiera que sea la creencia íntima que cada uno de nosotros haya adquirido en su conciencia sobre la naturaleza del Universo, es imposible admitir la antigua teoría de una creación hecha de una vez por todas7. La idea de Dios ¿no es, por sí misma, sinónimo de la idea de Creador? Desde el momento que Dios existe, él crea; si no hubiera creado más que una vez, no habría ya soles en la inmensidad, ni planetas impulsando alrededor de ellos la luz, el calor, la electricidad y la vida8. Es preciso, con absoluta necesidad, que la creación sea perpetua9. Y, si Dios no existiera, la antigüedad, la eternidad del Universo se impondría con mayor fuerza aún10".<br />El autor declara que la existencia de Dios "no es más que una cuestión de filosofía pura y no de ciencia positiva", lo que no le impide querer demostrar, en otro lugar11, si no científicamente, al menos con argumentos científicos, esta misma existencia de Dios, o más bien de un dios, deberíamos decir, y aún de un dios muy poco luminoso12, puesto que no es más que un aspecto del Demiurgo; Es el autor mismo quien lo declara, al afirmar que para él, "la idea de Dios es sinónimo de la de Creador", y, cuando habla de creación, se trata siempre solamente del mundo físico, es decir, del contenido del espacio que el astrónomo tiene posibilidad de explorar con su telescopio13. Por lo demás, hay sabios que se afirman ateos solamente porque les es imposible hacerse del Ser Supremo otra concepción que la citada, la cual repugna demasiado fuertemente a su razón (lo que testimonia al menos en favor de ésta); pero Flammarion no está entre éstos, puesto que, al contrario, no pierde ocasión de hacer una profesión de fe deísta. Aquí mismo, sobre todo tras el pasaje que hemos citado precedentemente, es conducido, por consideraciones tomadas de una filosofía totalmente atomista, a formular esta conclusión: "La vida es universal y eterna14". El pretende haber llegado a tal conclusión por la ciencia positiva solamente (¡por medio de muchas hipótesis!); pero es bastante singular que esta misma conclusión haya sido desde hace mucho tiempo afirmada y enseñada dogmáticamente por el Catolicismo, como surgiendo exclusivamente del dominio de la fe15. Si la ciencia y la fe debían reunirse tan exactamente, no valía la pena 91<br />reprochar con tanta acrimonia a esta religión las molestias que Galileo tuvo antaño que sufrir de parte de sus representantes por haber enseñado la rotación de la Tierra y su revolución alrededor del Sol, opiniones contrarias a un geocentrismo que se quería entonces apoyar sobre la interpretación exotérica (y errónea) de la Biblia, pero de la cual, en nuestra época, los más ardientes defensores (pues aún los hay) ¿no se encuentran quizás más entre los fieles de las religiones reveladas?16<br />Viendo a Flammarion mezclar así el sentimentalismo con la ciencia so pretexto de "espiritualismo", no podemos sorprendernos de que haya llegado bastante rápidamente a un "animismo" que, como el de un Crookes, de un Lombroso (al final de su vida) o de un Richet (otros tantos ejemplos del fracaso de la ciencia experimental de cara a la mentalidad formada desde hace largo tiempo en Occidente por la influencia de las religiones antropomórficas), no difiere apenas del espiritismo ordinario más que por la forma, para salvar las apariencias "científicas". Pero lo que podría sorprender más, si se pensara que la concepción de un Dios individual, más aún que "personal", no podría satisfacer todas las mentalidades, ni incluso todas las sentimentalidades, lo que, decimos nosotros, sorprendería quizá más, es reencontrar esta misma "filosofía científica" sobre la cual Flammarion edifica su neoespiritualismo, y expuesta en términos casi idénticos, bajo la pluma de otros sabios que de ella se sirven precisamente para justificar al contrario una concepción materialista del Universo. Bien entendido, no podemos dar más la razón a los unos que a los otros, pues el espiritualismo o el "vitalismo" o el "animismo" de los unos, son tan extraños a la pura metafísica, como el materialismo y el "mecanicismo" de los otros, y todos se hacen del Universo, concepciones igualmente limitadas, aunque de manera diferente17; todos toman por el infinito y la eternidad lo que no es en realidad más que la indefinidad espacial y la indefinidad temporal. "La creación se desarrolla en el infinito y en la eternidad", escribe en efecto Flammarion18, y sabemos en qué sentido restringido entiende él la creación; dejémosle con esta afirmación y vamos ahora, sin más tardar, a lo que es la causa del presente artículo.<br />En "La Acacia" de marzo de 1911, ha aparecido un artículo del H.·. M.-I. Nergal sobre "La cuestión del Gran Arquitecto del Universo"; cuestión que había ya sido tratada precedentemente19 en la misma revista, por el llorado H.·.Ch.-M. Limousin y por el H.·. Oswald Wirth; nosotros hemos comentado algo al respecto hace más de un año20.<br />Ahora bien, si hemos citado a Flammarion como simple ejemplo de la tendencia neoespiritualista de ciertos sabios contemporáneos, podemos tomar muy bien al H.·. Nergal como ejemplo de la tendencia materialista de ciertos otros. En efecto, se afirma claramente como tal, rechazando todas las otras denominaciones que (como la de "monista" especialmente) podrían dar lugar a algún equívoco; y se sabe que en realidad, los verdaderos materialistas son muy poco numerosos. Además les es muy difícil conservar siempre una actitud estrictamente lógica: mientras que creen ser espíritus rigurosamente científicos21, su concepción del Universo no es sino una visión filosófica como cualquier otra en la construcción de la cual entran buen número de elementos de orden sentimental; hay incluso entre ellos<br />92<br />quienes van tan lejos en el sentido de la preponderancia permitida (al menos en la práctica) al sentimentalismo sobre la intelectualidad, que se pueden encontrar casos de verdadero misticismo materialista. ¿No es, en efecto, un concepto eminentemente místico y religioso el de una moral absoluta (o que se dice tal), que puede ejercer sobre la mentalidad de un materialista una influencia lo bastante poderosa como para hacerle confesar que, aunque no hubiera ningún motivo racional para ser materialista, él permanecería siéndolo aún, únicamente porque es "más bello" "hacer el bien" sin esperanza de alguna posible recompensa? Tal es, sin duda, una de esas "razones" que la razón ignora, pero creemos que el H.·. Nergal mismo concede una importancia demasiado grande a las consideraciones de orden moral para denegar todo valor a tal argumento22.<br />Como quiera que sea, en el artículo al cual acabamos de hacer alusión, el H.·. Nergal define el Universo como "el conjunto de los mundos que gravitan a través de los infinitos (sic)"23; ¿no parecería estar oyendo a Flammarion? Es precisamente con una afirmación equivalente a ésta como hemos dejado antes a este último, y hacemos la observación primero para poner de manifiesto la similitud de ciertas concepciones entre hombres que, debido a sus tendencias individuales respectivas, deducen doctrinas filosóficas diametralmente opuestas.<br />Hemos pensado que la cuestión del Gran Arquitecto del Universo, por otro lado estrechamente ligada a las consideraciones que preceden, era de aquellas sobre las cuales es bueno volver a veces, y, puesto que el H.·. Nergal desea que su artículo dé lugar a respuestas, expondremos aquí alguna de las reflexiones que nos ha sugerido, ello sin ninguna pretensión dogmática, bien entendido, pues la interpretación del simbolismo masónico no podría admitirla24.<br />Hemos ya dicho que para nosotros, el Gran Arquitecto del Universo constituye únicamente un símbolo iniciático, que se debe tratar como todos los otros símbolos, y del cual se debe buscar antes que nada hacerse una idea racional25; es decir, que esta concepción nada puede tener en común con el Dios de las religiones antropomórficas, que es no solamente irracional, sino incluso antirracional26. Sin embargo, si pensamos que "cada uno puede dar a este símbolo la significación de su propia concepción filosófica" o metafísica, estamos lejos de asimilarlo a una idea tan vaga e insignificante como "El Incognoscible" de Herbert Spencer, o, en otros términos, a "lo que la ciencia no puede alcanzar"; y es bien cierto que, como dice con razón el H.·. Nergal, "si nadie contesta que existe lo desconocido27, nada absolutamente nos autoriza a pretender, como algunos lo hacen, que eso desconocido represente un espíritu, una voluntad". Sin duda, "lo desconocido retrocede" y puede retroceder indefinidamente; es pues limitado, lo que viene a significar que no constituye más que una fracción de la Universalidad; por lo tanto, tal concepción no podría ser la del Gran Arquitecto del Universo, que debe, para ser<br />93<br />verdaderamente universal, implicar todas las posibilidades particulares contenidas en la unidad armónica del Ser Total28.<br />El H.·. Nergal tiene razón aún cuando dice que frecuentemente "la fórmula del Gran Arquitecto no corresponde más que a un vacío absoluto, incluso entre los que son partidarios de ella", pero es poco verosímil que haya ocurrido lo mismo entre los que la han creado, pues ellos han debido querer inscribir en el frontón de su edificio iniciático otra cosa que una palabra vacía de sentido. Para adivinar su pensamiento, basta evidentemente preguntarse lo que significa esta palabra en sí misma, y, desde este punto de vista precisamente, nosotros la encontramos tanto mejor apropiada para el uso que de ella se hace cuanto que corresponde admirablemente al conjunto del simbolismo masónico, al que domina e ilumina todo entero, como la concepción ideal que preside la construcción del Templo Universal.<br />El Gran Arquitecto, en efecto, no es el Demiurgo, es algo más, infinitamente más incluso, pues representa una concepción mucho más elevada: él traza el plano ideal29 que es realizado en acto, es decir, manifestado en su desarrollo indefinido (pero no infinito), por los seres individuales que son contenidos (como posibilidades particulares, elementos de esta manifestación al mismo tiempo que sus agentes) en su Ser Universal; y es la colectividad de esos seres individuales, considerada en su conjunto, la que en realidad, constituye el Demiurgo, el artesano o el obrero del Universo30. Esta concepción del Demiurgo, que es la que hemos expuesto precedentemente en otro estudio, corresponde en la Kábala, al "Adán Protoplastos"(primer formador)31 mientras que el Gran Arquitecto, es idéntico al "Adam Kadmon", es decir, al Hombre Universal32.<br />Esto basta para marcar la profunda diferencia que existe entre el Gran Arquitecto de la Masonería, por una parte, y por otra, los dioses de las diversas religiones, que no son más que aspectos diversos del Demiurgo. Por otra parte, es erróneamente como, al Dios antropomorfo de los Cristianos exotéricos, el H.·. Nergal asimila Jehovah, es decir, el Hierograma del Gran Arquitecto del Universo mismo (cuya idea, a pesar de esta designación nominal, permanece mucho más indefinida de lo que el autor puede incluso suponer). Y Allâh, otro tetragrama cuya composición jeroglífica designa muy claramente al Principio de la Construcción Universal33; tales símbolos no son de ningún modo personificaciones, y lo son tanto menos cuanto que está prohibido representarlos por cualquier figura.<br />Por otra parte, tras lo que acabamos de decir se ve que, en realidad, no se ha hecho más que querer reemplazar la fórmula antiguamente en uso, "A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo" (o del Sublime Arquitecto de los Mundos en el Rito Egipcio), por otras fórmulas exactamente equivalentes, cuando se ha propuesto sustituirla por estas palabras: "A la Gloria de la Humanidad", debiendo ésta ser entonces comprendida en su totalidad, que constituye el<br />94<br />Hombre Universal34, o incluso: "A la Gloria de la Francmasonería Universal", pues la Francmasonería en el sentido universal, se identifica con la Humanidad integral considerada en el cumplimiento (ideal) de la Gran Obra Constructiva35.<br />Podríamos extendernos aún más largamente sobre el asunto, que es naturalmente susceptible de desarrollos indefinidos, pero para concluir prácticamente, diremos que el ateísmo en la Masonería no es y no puede ser más que una máscara, que en los países latinos y particularmente en Francia, ha tenido sin duda temporalmente su utilidad, se podría casi decir su necesidad, y ello por razones diversas que no tenemos que determinar aquí, pero que hoy se ha convertido sobre todo en peligroso y comprometedor para el prestigio y la influencia exterior de la Orden. Esto no quiere decir, sin embargo, que se deba por ello, imitando la tendencia pietista que domina aún la Masonería anglosajona, pedir a la institución una profesión de fe deísta, implicando la creencia en un Dios personal y más o menos antropomorfo. Lejos de nosotros semejante pensamiento; aún más, si semejante declaración viniera nunca a ser exigida en una Fraternidad iniciática cualquiera, seríamos seguramente el primero en rechazar suscribirla. Pero la fórmula simbólica de reconocimiento del G.·. A.·. del U.·. no comporta nada semejante; ella es suficiente, aun dejando a cada uno la perfecta libertad de sus convicciones personales (carácter que tiene en común con la fórmula islamita del Monoteísmo36, y, desde el punto de vista estrictamente masónico, no se puede razonablemente exigir nada más ni otra cosa que esta simple afirmación del Ser Universal, que corona tan armoniosamente el imponente edificio del simbolismo rituálico de la Orden.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-31595260166946730572011-03-19T21:49:00.001-03:002011-03-19T21:49:00.221-03:00LA ORTODOXIA MASONICA<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />Se ha escrito tanto sobre la cuestión de la regularidad masónica, se han dado tantas definiciones diferentes e incluso contradictorias, que este problema, lejos de estar resuelto, no ha hecho, quizá, sino devenir más oscuro. Parece que ha sido mal expuesto, pues, a menudo, se tiende a fundamentar dicha regularidad sobre consideraciones puramente históricas, apoyándose en la prueba, verdadera o supuesta, de una transmisión ininterrumpida de poderes desde una época más o menos alejada. Ahora bien, es preciso confesar que, desde este punto de vista, sería fácil encontrar algunas irregularidades en el origen de todos los Ritos practicados actualmente. Nosotros pensamos que todo ello dista mucho de tener la importancia que algunos, por razones diversas, han querido atribuirle, y que la verdadera regularidad reside esencialmente en la ortodoxia masónica, y que esta ortodoxia consiste ante todo en seguir fielmente la Tradición, en conservar con cuidado los símbolos y las formas rituales que expresan esta Tradición y que son como su ropaje, y en rechazar toda innovación sospechosa de modernidad. Y es a propósito que empleamos aquí la palabra modernidad, para designar esta tendencia demasiado difundida que, en Masonería como en todas partes, se caracteriza por el abuso de la crítica, el rechazo del simbolismo y la negación de todo aquello que constituye la Ciencia esotérica y tradicional.<br />No obstante, no queremos decir con ello, que la Masonería, para ser ortodoxa, deba ceñirse a un formalismo estrecho, en que lo ritual deba ser algo absolutamente inflexible, dentro de lo cual no se pueda añadir ni suprimir nada sin hacerse acreedor de algún tipo de sacrilegio; esto sería dar muestra de un dogmatismo que resulta del todo extraño e incluso contrario al espíritu masónico. La Tradición no excluye de ningún modo la evolución ni el progreso, los rituales pueden y deben ser modificados todas las veces que sea necesario para adaptarse a las condiciones variables del tiempo y del lugar pero, bien entendido, únicamente en la medida en que estas modificaciones no afecten a ningún aspecto esencial. El cambio en los detalles del ritual importa poco siempre y cuando la enseñanza iniciática que se desprenda de ellos no sufra ninguna alteración; y la multiplicidad de Ritos no tendría graves inconvenientes, quizá incluso tendría ciertas ventajas, si desgraciadamente no tuviera demasiado a menudo como consecuencia, sirviendo de pretexto a enojosas disensiones entre Obediencias rivales, el comprometer la unidad, si se quiere ideal, pero con todo real, de la Masonería universal.<br />Lo lamentable es, sobre todo, tener que comprobar demasiado a menudo en un gran número de Masones la ignorancia completa del simbolismo y de su interpretación esotérica, el abandono de los estudios iniciáticos sin los cuales el rito no es sino un cúmulo de ceremonias vacías de sentido, como en las religiones exotéricas. En este sentido hoy en día hay, particularmente en Francia e Italia, negligencias verdaderamente imperdonables; podemos citar, por ejemplo, aquella que cometen los Maestros que renuncian a llevar mandil, cuando no obstante, como bien ha demostrado recientemente el M:. Il:. H:. Dr. Blatin, en un comunicado que debe estar todavía presente en la memoria de todos los HH.·., es el mandil la verdadera indumentaria del Masón, mientras que el cordón no es más que su adorno. Algo más grave todavía es la supresión o la simplificación exagerada de las pruebas iniciáticas y su reemplazo por el enunciado de fórmulas casi insignificantes; y, a este propósito, no podemos hacer nada mejor que reproducir unas líneas que al mismo tiempo nos dan una definición general del simbolismo, y que consideramos perfectamente exactas: "El simbolismo masónico es la forma sensible de una síntesis filosófica de orden trascendente o abstracta. Las concepciones que representan los Símbolos de la Masonería no pueden dar lugar a ningún tipo de enseñanza dogmática; ellas escapan a las fórmulas concretas del lenguaje hablado y en absoluto se dejan traducir por palabras. Son, como se dice muy justamente, los Misterios que se sustraen a la curiosidad del profano, es decir, las Verdades que el espíritu no puede alcanzar sino después de haber sido cabalmente preparado. La preparación al entendimiento de los Misterios es alegóricamente puesta en escena en las iniciaciones masónicas por las pruebas de los tres grados fundamentales de la Orden. Contrariamente a lo que alguno se ha imaginado, estas pruebas no tienen en absoluto como objetivo el de hacer resurgir el coraje o las cualidades morales del recipiendario; ellas figuran una enseñanza que el pensador deberá discernir, y luego meditar, en el transcurso de toda su carrera de iniciado".<br />Vemos en ello que la ortodoxia masónica, tal y como la hemos definido, se refiere al conjunto del simbolismo considerado como un todo armónico y completo y no exclusivamente a este o 86<br />aquel símbolo en particular, incluso una fórmula como A L.·. G.·. D.·. G.·. A..·. D.·. U.·., de la que se ha querido a veces hacer una característica de la Masonería regular, como si ella pudiera por sí misma constituir una condición necesaria y suficiente de regularidad y cuya supresión, después de 1877, ha sido a menudo reprochada a la Masonería francesa. Aprovecharemos esta ocasión para protestar enérgicamente contra una campaña todavía más ridícula que odiosa, si cabe, dirigida desde hace ya algún tiempo contra esta última, en Francia mismo, en nombre de un pretendido espiritualismo que no tiene razón de ser en este caso, por ciertas gentes que se revisten de cualidades masónicas más que dudosas; si estas gentes a quienes no queremos hacer el honor de nombrar, creen que sus procedimientos asegurarán el triunfo de la pseudo-masonería que ellos mismos tratan vanamente de lanzar bajo etiquetas diversas, se equivocan extrañamente.<br />No queremos tratar aquí, al menos por el momento, la cuestión del G.·. A.·. D.·. U.·.. Esta cuestión ha sido, en los últimos números de "La Acacia", objeto de una discusión muy interesante entre los HH:. Oswald Wirth y Ch. M. Limousin; desgraciadamente, esta discusión ha sido interrumpida por la muerte de este último, muerte que fue un duelo para la Masonería entera. Sea como fuere, diremos solamente que el símbolo del G.·. A.·. D.·. U.·. no es en absoluto la expresión de un dogma, y que, si se comprende como es debido, puede ser aceptado por todos los Masones, sin distinción de opiniones filosóficas, pues ello no implica en absoluto el reconocimiento por su parte de un Dios cualquiera, como se ha creído muy a menudo. Es lamentable que la Masonería francesa se haya equivocado a este respecto, pero es justo reconocer que no ha hecho en esto más que compartir un error bastante general; si se consigue disipar esta confusión, todos los Masones comprenderán que, en lugar de suprimir al G.·. A.·. D.·. U.·. es preciso, como dice el H.·. Oswald Wirth, en las conclusiones a las que nos adherimos plenamente, buscar el hacerse una idea racional, y tratarlo de esta manera como a todos los demás símbolos iniciáticos.<br />Esperamos que llegará un día no muy lejano en que se establecerá el acuerdo definitivo sobre los principios fundamentales de la Masonería y sobre los aspectos esenciales de la doctrina tradicional. Todas las ramas de la Masonería universal volverán entonces a la verdadera ortodoxia, de la cual algunas de ellas se han alejado un poco, y todas se unirán al fin para trabajar en la realización de la Gran Obra que es el cumplimiento integral del Progreso en todos los dominios de la actividad humana.</div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-72370491613965373272011-03-15T21:49:00.001-03:002011-03-15T21:49:00.149-03:00A PROPOSITO DE LOS SIGNOS CORPORATIVOS Y DE SU SENTIDO ORIGINAL<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />Visto que el artículo que dedicamos a los antiguos signos corporativos (Regnabit, noviembre de 1925) parece haber despertado el interés de cierto número de lectores, volvemos nuevamente sobre este tema tan poco conocido, a fin de agregar algunas otras indicaciones que consideramos de utilidad, a juzgar por las cuestiones que nos han sido sometidas desde varios lados.<br />En primer lugar, desde aquel entonces nos ha sido aportada una confirmación a lo que decíamos al final del artículo, a propósito de los signos de los albañiles y picapedreros y de los símbolos herméticos a los cuales aquellos parecen vincularse directamente. La información de que hablamos proviene de un artículo relativo al "Compañerazgo", que, por una extraña coincidencia, se publicaba precisamente al mismo tiempo que el nuestro. De allí tomamos este pasaje: "El Cristianismo, llegado a su apogeo, persiguió un estilo que resumiera su pensamiento, y a las cúpulas, al arco de medio punto, a las torres macizas, sustituyó las agujas esbeltas y la ojiva que, progresivamente, fueron difundiéndose. Fue entonces cuando el Papado fundó en Roma la Universidad de las Artes, hacia donde los monasterios de todos los países enviaron sus estudiantes y sus constructores laicos. De este modo, estas élites fundaron la Maestría universal, donde picapedreros, escultores, carpinteros y otros oficios del Arte recibieron aquella concepción constructiva que ellos llamaban la Gran Obra. La reunión de todos los Maestros de Obra extranjeros formó la asociación simbólica, la paleta rematada por la cruz; y de los brazos de la cruz colgaban la escuadra y el compás, los signos universales"1.<br />La trulla rematada por la cruz viene a ser exactamente el símbolo hermético que habíamos reproducido en la figura 22 de nuestro artículo; y la trulla, a causa de su forma triangular, estaba considerada ahí como un emblema de la Trinidad: "Sanctissima Trinitas Conditor Mundi"2. Por lo demás, parece ser que el dogma trinitario ha sido puesto particularmente en evidencia por las antiguas corporaciones; y la mayor parte de los documentos que provienen de las mismas comienzan con la fórmula: "En el nombre de la Santísima e Indivisible Trinidad".<br />Puesto que ya hemos indicado la identidad simbólica existente entre el triángulo invertido y el corazón, no resulta ocioso agregar que a este último puede igualmente atribuírsele un sentido trinitario. Encontramos la prueba de ello en una lámina dibujada y grabada por Callot para una tesis sostenida en 1625, y de la que ya trató el R. P. Anizan en esta misma Revista (diciembre de 1922). A la cabeza de la composición se halla figurado el Corazón de Cristo, conteniendo tres iod, la primera letra del nombre de Jehovah en hebreo; estas tres iod eran además consideradas como formando por sí solas un nombre divino, que resulta bastante natural interpretar como una expresión de la Trinidad3. "Hoy –escribía al respecto el R. P. Anizan– adoramos el 'Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno'; el 'Corazón de Jesús unido sustancialmente al Verbo de Dios'; el Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María'. ¿Cómo extrañarse de que en 1625 haya sido atestiguado el augusto contacto del Corazón de Jesús con la Santa Trinidad? En el siglo XII, algunos teólogos han visto a este Corazón como el 'Santo de los Santos' y como el 'Arca del Testamento'4. Esta 32<br />verdad no podía perderse: su expresión misma logra la adhesión del espíritu. De hecho ella no se perdió. En un Diurnal aparecido en Amberes en 1616, leemos esta bella plegaria: 'Oh Corazón dulcísimo de Jesús, donde todo bien reside, órgano de la siempre adorable Trinidad, en vos me confío, en vos me refugio totalmente'. Ese 'Organo de la Santísima Trinidad' helo aquí, claramente representado: es el Corazón con las tres iod. Y este Corazón de Cristo, órgano de la Trinidad, nuestra lámina nos dice en una palabra que es el 'principio del orden': Praedestinatio Christi est ordinis origo".<br />No faltará la oportunidad de volver sobre otros aspectos de este simbolismo, en especial por lo que concierne al significado místico de la letra iod; pero no hemos querido dejar de mencionar desde ahora estos paralelos tan significativos.<br />Varias personas, que aprueban nuestra intención de restituir a los símbolos su sentido originario y que gentilmente han querido hacérnoslo saber, nos han manifestado al mismo tiempo el deseo de ver al Catolicismo reivindicar decididamente todos estos símbolos que le pertenecen de derecho, incluyendo aquéllos –como, por ejemplo, los triángulos– de los cuales se han apropiado organizaciones tales como la Masonería. La idea es muy justa y concuerda con cuanto pensamos; pero hay un punto sobre el cual puede existir, en la mente de algunos, un equívoco e incluso un verdadero error histórico, que será oportuno disipar.<br />En verdad, no hay muchos símbolos que puedan decirse propia y exclusivamente "masónicos"; ya lo habíamos señalado a propósito de la acacia (diciembre de 1925, pág. 26). Inclusive los emblemas más específicamente "constructivos", como la escuadra y el compás, han sido, de hecho, comunes a un gran número de corporaciones, podríamos decir incluso a casi todas5, sin hablar de la utilización que ha sido hecha también en el simbolismo puramente hermético6. La Masonería se sirve de símbolos de un carácter bastante diverso, al menos aparentemente, pero no es, como parece creerse, que se haya apropiado de los mismos para desviarlos de su verdadero sentido; ella los ha recibido, como las otras corporaciones (ya que en sus orígenes fue una de éstas), en una época en la cual era muy distinta de lo que se ha vuelto hoy día, y ella los ha conservado, pero, desde hace ya mucho tiempo, no los comprende más.<br />"Todo indica, decía Joseph de Maistre, que la Francmasonería vulgar es una rama desprendida y quizás corrompida de un tronco antiguo y respetable"7. Y es precisamente así como debe ser considerada la cuestión: con demasiada frecuencia se comete el error de no pensar más que en la Masonería moderna, sin pensar siquiera que esta última es simplemente la resultante de una desviación. Los primeros responsables de esta desviación fueron, al parecer, los pastores protestantes Anderson y Desaguliers, que redactaron las Constituciones de la Gran Logia de Inglaterra, publicadas en 1723, y que hicieron desaparecer todos los antiguos documentos que cayeron en sus manos, para que nadie se percatara de las innovaciones que introducían, y también porque tales documentos contenían fórmulas que juzgaban muy incómodas, como la obligación de "fidelidad a Dios, a la Santa Iglesia y al Rey", señal indiscutible del origen católico de la Masonería8. Esta obra de deformación fue preparada por los protestantes aprovechando los quince años que habían transcurrido entre la muerte de Christopher Wren, último Gran Maestre de la Masonería antigua (1702) y la fundación de la nueva Gran Logia de Inglaterra (1717). Sin embargo, dejaron subsistir el simbolismo, sin percatarse de que el mismo, para quien supiera comprenderlo, atestiguaba en su contra tan elocuentemente como los textos escritos, que además no habían podido destruir en su totalidad. He aquí, muy brevemente 33<br />resumido, cuanto deberían saber quienes desean combatir eficazmente las tendencias de la Masonería actual9.<br />No nos corresponde examinar aquí en su conjunto la cuestión tan compleja y controvertida de la pluralidad de orígenes de la Masonería; nos limitamos a tomar en consideración lo que puede llamarse el aspecto corporativo, representado por la Masonería operativa, o sea las antiguas fraternidades de constructores. Al igual que las demás corporaciones, estas últimas poseían un simbolismo religioso, o si se prefiere, hermético–religioso, en relación con las concepciones de aquel esoterismo católico tan difundido en la Edad Media, cuyos vestigios se encuentran por doquier en los monumentos y hasta en la literatura de aquella época. A pesar de cuanto sostienen numerosos historiadores, la confluencia del hermetismo con la Masonería se remonta a mucho antes de la afiliación de Elías Ashmole a esta última (1646); por nuestra parte pensamos incluso que, durante el siglo XVII solamente se trató de reconstruir, bajo este aspecto, una tradición que en gran parte ya se había perdido. Algunos, que parecen estar bien informados de la historia de las corporaciones, llegan incluso a fijar con mucha precisión la fecha de esta pérdida de la antigua tradición, allá por el año 145910. Nos parece indiscutible que los dos aspectos operativo y especulativo han estado siempre reunidos en las corporaciones de la Edad Media, que utilizaban por lo demás ciertas expresiones muy claramente herméticas como aquella de "Gran Obra", con aplicaciones diversas pero siempre analógicamente correspondientes entre sí11.<br />Por otra parte, si quisiéramos remontarnos verdaderamente a los orígenes, suponiendo que la cosa sea posible con las informaciones necesariamente fragmentarias de que se dispone en semejante materia, sería indudablemente necesario superar los confines de la Edad Media e incluso aquellos del Cristianismo. Esto nos lleva a completar en un cierto aspecto cuanto habíamos dicho sobre el simbolismo de Jano en un precedente artículo (diciembre 1925), puesto que dicho simbolismo se encuentra precisamente relacionado muy estrechamente con la cuestión que estamos tratando ahora12. En efecto, en la Roma antigua, los Collegia fabrorum tributaban un culto especial a Jano, en cuyo honor celebraban las dos fiestas solsticiales, correspondientes a la apertura de las dos mitades ascendente y descendente del ciclo zodiacal, es decir de aquellos puntos del año, que, en el simbolismo astronómico al cual ya nos hemos referido, representan las puertas de las dos vías celestial e infernal (Janua Coeli y Janua Inferni). Posteriormente, esta costumbre de las fiestas solsticiales continuó siendo practicada en las corporaciones de constructores; pero, con el Cristianismo, estas fiestas fueron identificadas con los dos San Juan, de invierno y de verano (de allí la expresión "Logia de San Juan" que se mantuvo hasta confluir en la misma Masonería moderna), lo cual constituye otro ejemplo de aquella adaptación de los símbolos precristianos que hemos señalado en repetidas ocasiones.<br />De lo que acabamos de decir, extraeremos dos consecuencias que nos parecen dignas de interés. En primer lugar, entre los Romanos, Jano era –como ya dijimos– el dios de la iniciación 34<br />a los Misterios; al mismo tiempo era también el dios de las corporaciones de artesanos; y esto no puede provenir de una coincidencia más o menos fortuita. Debía, necesariamente, existir una relación entre esas dos funciones referidas a la misma entidad simbólica; en otras palabras, era menester que las corporaciones en cuestión estuvieran ya en aquel entonces, así como lo estuvieron más tarde, en posesión de una tradición de carácter realmente "iniciático". Pensamos además que ello no constituye un caso especial y aislado y que constataciones del mismo tipo podrían efectuarse en otros muchos pueblos; quizás, precisamente esto podría llegar a conducir, con referencia al verdadero origen de las artes y los oficios, a concepciones ni siquiera sospechadas por los modernos, para quienes semejantes tradiciones se han vuelto letra muerta.<br />La otra consecuencia es la siguiente: la conservación, entre los constructores de la Edad Media, de la tradición que se vinculaba antiguamente al simbolismo de Jano, explica entre otras cosas la importancia que tenía para ellos la representación del Zodíaco que vemos tan frecuentemente reproducido en el pórtico de las iglesias, generalmente dispuesto de manera tal de subrayar el carácter ascendente y descendente de sus dos mitades. Había incluso en ello, para nosotros, algo que resulta realmente fundamental en la concepción de los constructores de las catedrales, quienes se proponían plasmar en sus obras una especie de compendio sintético del Universo. Si no siempre aparece el Zodíaco, por el contrario hay varios otros símbolos que le son equivalentes, en un cierto sentido al menos, y que no dejan de evocar ideas análogas bajo el aspecto que estamos considerando (sin prejuicio de sus otros significados más particulares): las representaciones del Juicio Final forman parte de este caso al igual que ciertos árboles emblemáticos, como ya hemos explicado. Incluso, podríamos ir más lejos todavía y decir que esta concepción se halla de algún modo implícita en el mismo trazado de la planta de la catedral; pero si tan solo quisiéramos comenzar a justificar esta última aseveración, superaríamos ampliamente los límites de esta simple anotación13.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-63036907387400590792011-03-11T21:49:00.001-03:002011-03-11T21:49:00.369-03:00EL CRISMÓN Y EL CORAZÓN EN LAS ANTIGUAS MARCAS CORPORATIVAS<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />En un artículo, de un carácter por lo demás puramente documental, dedicado al estudio de ”Blasones con motivos astrológicos y talismánicos” y publicado en la “Revue de l'Histoire des Réligions” (julio-octubre 1924), W. Deonna, de Ginebra, al comparar los signos que aparecen en estos blasones con otros símbolos más o menos similares, se refiere más ampliamente al “quatre de chiffre” que fue “común en los siglos XVI y XVII1, como marca de familia y de casa para los particulares, quienes lo incluían en sus lápidas sobre sus blasones”. Él señala que este signo "se presta a todo tipo de combinaciones, con la cruz, el globo, el corazón, asociado a monogramas de propietarios, se complica con barras asociadas", y reproduce unos cuantos ejemplos. Nosotros pensamos que dicho signo fue esencialmente una “marca de maestría”, común a muchas corporaciones diferentes, con las cuales los particulares y las familias que se sirvieron de este signo estaban sin duda unidas por algunos vínculos frecuentemente hereditarios.<br />Deonna habla a continuación, bastante someramente, del origen y del significado de esta marca: “Jusselin, dice él, la deriva del monograma constantiniano, ya interpretado libremente y deformado en los documentos merovingios y carolingios2, pero esta hipótesis aparece como totalmente arbitraria, y ninguna analogía la sostiene”. No compartimos tal opinión, e incluso consideramos que tal asimilación debe ser por el contrario muy natural, pues, por nuestra parte, la habíamos hecho siempre sin tener conocimiento de los trabajos específicos que podían existir sobre el asunto, e incluso no habríamos creído que pudiera ser contestada, de evidente que nos parecía. Pero sigamos y veamos cuales son las otras explicaciones propuestas: “¿Será quizá el 4 de las cifras árabes, sustitutas de las cifras romanas en los manuscritos europeos anteriores al siglo XI?...,¿Hay que suponer que representa el valor místico de la cifra 4, que se remonta a la Antigüedad y que los modernos han conservado?”. Deonna no rechaza esta interpretación pero prefiere otra: él supone “que se trata de un signo astrológico”, el de Júpiter.<br />A decir verdad, esas diversas hipótesis no son necesariamente excluyentes unas de otras: puede muy bien haber habido, tanto en este caso como en muchos otros, superposición e incluso fusión de varios símbolos en uno sólo, de muchos símbolos, al cual aparecen vinculados, por ello mismo, múltiples significados; no hay nada ahí que deba sorprender, pues como antes dijimos esta multiplicidad de sentidos es como inherente al simbolismo, del que constituye asimismo una de sus mayores ventajas como medio de expresión. Ahora bien, es necesario, naturalmente, el llegar a reconocer el sentido primero y principal del símbolo; y en este caso persistimos en considerar que dicho sentido viene dado por la identificación con el Monograma de Cristo, mientras que los demás le están asociados secundariamente. Es cierto que el signo astrológico de Júpiter, cuyas dos formas principales (fig. 1), presentan en su aspecto general un parecido con la cifra 4 (fig. 2); y también es cierto que su uso está relacionado con la idea de “maestría”, sobre lo que volveremos más adelante. Sin embargo, para nosotros, este elemento, en el simbolismo de la marca en cuestión, podría solamente ubicarse en tercer lugar. Destaquemos por lo demás que el origen mismo del signo de Júpiter es muy incierto, pues unos quieren ver en él la representación del rayo, mientras para otros es simplemente la inicial del nombre de Zeus.<br />Por otra parte, nos parece innegable que lo que Deonna denomina el "valor místico" del número 4 ha desempeñado también aquí un papel, e incluso un papel más importante, pues nosotros le asignaríamos el segundo lugar en este complejo simbolismo. Puede destacarse, a este respecto, que la cifra 4, en todas las marcas donde figura, tiene una forma que es exactamente la de una cruz cuyas dos extremidades están unidas por una línea oblicua; ahora bien, la cruz era en la Antigüedad, y especialmente entre los Pitagóricos, el símbolo del<br />24<br />cuaternario (o más exactamente uno de los símbolos, pues había otro que era el cuadrado), y, además, la asociación de la cruz con el Crismón ha debido establecerse de la manera más natural. Por consiguiente, esta observación nos lleva de nuevo al Crismón; y, primero, debemos decir que conviene hacer una distinción entre el Crismón constantiniano propiamente dicho, el signo del Lábaro, y lo que se llama el Crismón simple. Este (fig. 3), nos aparece como el símbolo fundamental del que otros muchos derivaron más o menos directamente. Se le considera formado por la unión de las letras I y X, es decir de las iniciales griegas de las dos palabras Iesous Christós y es éste uno de los sentidos que tuvo desde los primeros tiempos del Cristianismo; pero este símbolo, en sí mismo, es muy antiguo, y es uno de aquellos que están difundidos por doquier y en todas las épocas. Este es un ejemplo de la adaptación cristiana de los signos y de las narraciones simbólicas precristianas como ya hemos<br />Fig.1 Fig.2<br />señalado respecto a la leyenda del Santo Grial; y tal adaptación debe considerarse, no sólo como legítima sino en cierto modo como necesaria, para quienes como nosotros ven en esos símbolos unos vestigios de la tradición primordial. La leyenda del Grial es de origen celta; por una coincidencia digna de ser destacada, el símbolo del que hablamos se encuentra también entre los Celtas, entre los cuales constituye un elemento esencial de la “rodela” (fig. 4). Por lo demás, la rodela se perpetuó a través de toda la Edad Media, y no es inverosímil admitir que se pueda vincular con ella incluso el rosetón de las catedrales3. Existe, en efecto, una conexión segura entre la figura de la rueda y los símbolos florales de significados múltiples, tales como la rosa y el loto, a los cuales hemos aludido en precedentes artículos; pero esto nos llevaría demasiado lejos de nuestro tema. En cuanto al significado general de la rueda, en la que los modernos en general quieren ver un símbolo exclusivamente “solar”, de acuerdo a la explicación de la que usan y abusan en toda circunstancia, diremos solamente, sin poder insistir todo lo que haría falta, que en realidad es por el contrario y antes que nada un símbolo del Mundo, como se puede determinar particularmente por el estudio de la iconografía hindú. Para ceñirnos a la “rodela” céltica (fig. 5)4, señalaremos todavía que muy probablemente hay que atribuir igual origen y significado al emblema que figura en el ángulo superior de la bandera británica (fig. 6), que no difiere en suma más que por estar inscrito en un rectángulo en vez de en una circunferencia, y en el cual algunos ingleses quieren ver el signo de la supremacía marítima de su patria5.<br />fig. 3 fig. 4 fig. 5 fig. 6<br />Formulemos ahora una observación sumamente importante respecto del simbolismo heráldico: la forma del Crismón simple es una especie de esquema general según el cual se dispusieron en el blasón las figuras más diversas. Obsérvese por ejemplo un águila o cualquier otra ave heráldica, y no será difícil descubrir la citada disposición (la cabeza, la cola, las extremidades de las alas y de las patas corresponden a las seis puntas de la fig. 3); obsérvese luego el emblema de la flor de lis, y nuevamente podrá comprobarse lo mismo. Poco importa por lo demás cuál es el origen real del emblema de la flor de lis, que ha dado lugar a tan variadas hipótesis: que sea verdaderamente una flor, lo que nos llevaría de nuevo a los símbolos florales recordados anteriormente (el lirio natural tiene efectivamente seis pétalos), o que en cambio se haya tratado primitivamente de la punta de una lanza, o de un ave, o de una abeja, o del antiguo símbolo caldeo de la realeza (jeroglífico sâr), o incluso de un sapo6, o aún como es mucho más probable que resulte de la síntesis de varias de estas figuras siempre permanece estrictamente conforme con el esquema del que hablamos.<br />Una de las razones de esta particularidad hay que encontrarla en la importancia de las significaciones vinculadas con el número seis, ya que la figura que estamos considerando no es, en el fondo, sino uno de los símbolos geométricos que corresponden a dicho número. Si unimos sus extremidades de dos en dos (fig. 7), se obtiene otro símbolo senario muy conocido, el doble triángulo (fig. 8), conocido más comúnmente por el nombre de “sello de Salomón”7. Es una figura usada muy frecuentemente entre los Judíos y entre los Árabes, pero es también un emblema cristiano; fue incluso, como nos ha señalado L. Charbonneau-Lassay, uno de los antiguos símbolos de Cristo, como lo fue también otra figura equivalente, la estrella de seis puntas (fig. 9), que no es en suma más que una variante, y como lo es también, por supuesto, el Crismón mismo, lo que es una razón más para establecer entre todos estos signos un estrecho vínculo. El hermetismo cristiano del Medioevo veía en los dos triángulos opuestos y entrelazados, donde uno es como reflejo o la imagen invertida del otro, una representación de la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Cristo; y el número seis incluye entre sus significados los de unión y de mediación, que convienen perfectamente al Verbo encarnado. Por otra parte, el mismo número seis, según la Kábala hebrea, es el número de la creación (la obra de los seis días), y, bajo este aspecto, atribuir del símbolo al Verbo no deja de tener justificación, pues es como una especie de traducción gráfica del “per quem omnia facta sunt” del Credo8.<br />26<br />fig. 7 fig. 8 fig. 9<br />Ahora bien lo que es especialmente interesante desde el punto de vista donde nos situamos en este estudio, es que el doble triángulo fue escogido en el siglo XVI, y posiblemente antes aún, como emblema y como contraseña de ciertas corporaciones. Igualmente, sobre todo en Alemania, se convirtió en la divisa habitual de las tabernas o cervecerías donde dichas corporaciones mantenían sus reuniones9. Era en cierto modo una marca general común, en tanto que las figuras más o menos complejas en las que se encontraba el “cuatro de cifra” eran marcas personales, particulares de cada maestro; y ¿no es lógico suponer que entre estas últimas y la anterior, debió de haber cierto parentesco, el mismo parentesco existente entre el Crismón y el doble triángulo cuya realidad acabamos de demostrar?<br />fig. 10 fig. 11 fig. 12<br />El Crismón constantiniano (fig. 10), que se compone de dos letras griegas reunidas, la X y la P, las dos primeras de “Christos”, parece a primera vista como derivado inmediatamente del Crismón simple, del que conserva exactamente la disposición fundamental, y del cual no se distingue más que por el agregado de un lazo, en la parte superior, que transforma la I en P. Ahora bien, si se considera al “cuatro de cifra” en sus formas más simples y corrientes, la similitud, podríamos inclusive decir la identidad, con el Crismón constantiniano es innegable; y es especialmente sorprendente cuando la cifra 4, o el signo que imita su forma y que al mismo tiempo puede ser una deformación de la P, está vuelta hacia la derecha (fig. 11), en lugar de estarlo hacia la izquierda (fig. 12), pues se encuentran ejemplos indistintamente de las dos orientaciones10. Además aparece aquí un segundo elemento simbólico que no estaba en el Crismón constantiniano: nos referimos a un signo en forma de cruz que se introduce muy naturalmente por la transformación de la P en 4. Frecuentemente, este signo está como subrayado por el agregado de una línea suplementaria, sea horizontal (fig 13) sea vertical (fig. 14), que constituye como una especie de duplicación de la cruz11.<br />Se observará que en la segunda de estas figuras, falta toda la parte inferior del Crismón y la substituye un monograma personal, así como diversos símbolos en otros casos. Tal vez de aquí surgieron ciertas dudas sobre la identidad del signo que se conserva constantemente el mismo bajo todos estos cambios: pero pensamos que las marcas que contienen el Crismón completo son las que representan la forma primitiva, en tanto que las otras son modificaciones 27<br />posteriores las cuales tuvieron como consecuencia que la parte conservada fuera tomada por el todo, probablemente sin perder de vista jamás el sentido.<br />Figura 13 Fig. 14<br />Sin embargo nos parece que en ciertos casos el elemento de cruz del símbolo llegó a ocupar el primer plano; al menos así nos parece desprenderse de la asociación del “cuatro de cifra” con determinados signos, y este es el punto que nos queda por examinar.<br />Entre los signos en cuestión hay uno que figura en la marca de una tapicería del siglo XVI que se conserva en el museo de Chartres y cuya naturaleza no presenta duda alguna: se trata evidentemente, en una forma apenas modificada, del “globo del Mundo” (fig. 16), símbolo constituido por el signo hermético del reino mineral coronado por una cruz; aquí el “cuatro de cifra” pura y simplemente ha tomado el lugar de la cruz12.<br />Tal “globo del Mundo” es esencialmente un signo de potencia, y al mismo tiempo signo del poder temporal y del poder espiritual, ya que si bien es verdad que es una de las insignias de la dignidad imperial, también se la encuentra constantemente en la mano de Cristo, y no sólo en aquellas representaciones que evocan más particularmente la Majestad divina, como las del Juicio final, sino incluso en las representaciones del Cristo niño. Así, cuando este signo substituye al Crismón, (y aquí hay que recordar el vínculo que originariamente une a dicho signo con la “rodela”, otro símbolo del Mundo), puede decirse que en suma es inclusive un atributo de Cristo que ha substituido a otro; igualmente la idea de “maestría” está ligada directamente a este nuevo atributo, como en el caso del signo de Júpiter, en el cual nos puede hacer pensar especialmente la parte superior del símbolo, pero sin que por ello pierda su valor de cruz, respecto de lo cual no queda la menor duda cuando se comparan las dos figuras.<br />Fig. 15 Fig. 16 Fig. 17 Fig. 18<br />Llegamos así hasta un grupo de marcas que son el motivo directo de este estudio: la diferencia esencialmente estas marcas y aquellas de que hablábamos en último término es la substitución del globo por un corazón. Curiosamente ambos tipos de símbolos están estrechamente ligados entre sí, (figuras 17 y 18), pues en algunos el corazón está dividido por 28<br />líneas que siguen exactamente la misma pauta que caracteriza al “globo del Mundo”13, lo cual ¿no está indicando una como equivalencia, por lo menos en cierto aspecto, y no sería ya suficiente como para sugerir que se trata del “Corazón del Mundo”? En otros ejemplos, las líneas rectas trazadas en el interior del corazón están substituidas por líneas curvas que parecen dibujar las aurículas del mismo y donde están inscritas las iniciales (figuras 19 y 20); pero dichas marcas parecen más recientes que las anteriores14, de modo que con toda verosimilitud se trata de una modificación bastante tardía, y posiblemente destinada simplemente a dotar la figura con un aspecto más o menos geométrico y ornamental.<br />Finalmente hay variantes más complejas en las que el símbolo principal está acompañado de signos secundarios, los cuales manifiestamente no cambian en nada su significado e incluso en la que reproducimos (fig. 21), nos permite pensar que las estrellas no están sino para destacar más decididamente el carácter celeste que hay que reconocerle15. Con esto queremos decir que en nuestra opinión, en todas estas figuras debe verse el Corazón de Cristo, y que no es posible ver otra cosa, puesto que tal corazón está coronado por una cruz, e incluso, en lo que respecta a todas las que tenemos a la vista, por una cruz duplicada con el agregado de una línea horizontal a la cifra 4.<br />Fig.19 Fig.20 Fig.21 Fig.22 Fig. 23<br />Abramos ahora un paréntesis para señalar otra curiosa aproximación: esquematizando estas figuras se obtiene un símbolo hermético conocido (figura 22), que no es sino la posición invertida del símbolo del azufre alquímico (fig. 23). Reencontramos así el triángulo invertido cuya equivalencia con el corazón y la copa ya hemos indicado en nuestro precedente artículo. Aislado, este triángulo sólo es el signo alquímico del agua, mientras que el triángulo con el vértice hacia arriba, lo es del fuego. Ahora bien, entre los diversos significados constantes del agua, en las más antiguas tradiciones, hay uno que es más particularmente interesante destacar aquí: se trata del símbolo de la Gracia, y de la regeneración que provoca en el ser que la recibe. Recordemos el agua bautismal, las cuatro fuentes de agua viva del Paraíso terrenal, así como el agua vertida por el Corazón de Cristo, manantial inagotable de la Gracia. Finalmente y como refuerzo de la explicación, el símbolo invertido del azufre significa el descenso de las influencias espirituales en el “mundo de aquí abajo”, vale decir, en el mundo terrestre y humano; en otras palabras, se trata del “rocío celeste” del cual ya hemos hablado16. Estos son los símbolos herméticos antes aludidos, y se convendrá que su verdadero significado ¡está muy alejado de aquellas interpretaciones falsificadas que pretenden asignarle ciertas sectas contemporáneas!<br />29<br />Fig.24 Fig.25<br />Dicho esto, retornemos a nuestras marcas corporativas para formular en pocas palabras las conclusiones que nos parecen desprenderse de lo que venimos de exponer.<br />En primer lugar, creemos haber establecido de manera suficiente que el Crismón es el tipo fundamental del que derivan todas estas marcas, y de donde, en consecuencia, extraen su principal significado. En segundo lugar, cuando en ciertas marcas se ve al Corazón tomar el lugar del Crismón y de otros símbolos que, de manera inequívoca, se refieren directamente a Cristo, ¿no se tendría acaso el derecho de afirmar decididamente que dicho corazón es efectivamente el Corazón de Cristo? Agreguemos que, como ya fue señalado, el hecho de que el corazón esté coronado por una cruz, o por un signo seguramente equivalente, o también y mejor aún por uno y otro juntos, apoya lo dicho de la mejor manera posible, ya que en cualquier otra hipótesis no vemos cómo podría ofrecerse una explicación plausible. Finalmente la idea de inscribir el propio nombre, con iniciales o en monograma, en el mismo Corazón de Cristo, ¿no es acaso muy propio de la piedad de nuestros ancestros?17. Con esta última reflexión, damos por terminado este estudio contentándonos por esta vez con haber aportado, con datos precisos sobre algunos puntos interesantes del simbolismo religioso en general, a la antigua iconografía del Sagrado Corazón una contribución que nos viene de una fuente un poco imprevista, y auspiciando solamente que entre nuestros lectores haya alguno que pueda completarlos con aportes documentales del mismo tipo, pues pensamos que puedan ciertamente existir en número considerable aquí y allá, y bastaría con reunirlos para formar un conjunto de testimonios verdaderamente impresionante18.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-7025500464572502862011-03-09T21:49:00.001-03:002011-03-09T21:49:00.113-03:00PALABRA PERDIDA Y NOMBRES SUSTITUTIVOS<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />Es sabido que en casi todas las tradiciones se alude a algo perdido o desaparecido que, sean cuales sean las formas con las que se lo simboliza, tiene en el fondo siempre el mismo significado; podríamos incluso decir que los mismos significados, ya que, como en todo simbolismo, hay varios, aunque por otra parte estrechamente emparentados entre sí. En realidad, se trata en todos los casos de una alusión al oscurecimiento espiritual que, en virtud de las leyes cíclicas, sobrevino en el transcurso de la historia de la humanidad: es ante todo la pérdida del estado primordial, y también, por una consecuencia inmediata, la pérdida de la tradición correspondiente, pues dicha tradición no era sino el propio conocimiento, implícito esencialmente a la posesión de ese estado. Estas observaciones aparecieron ya en una de nuestra obras1, al referirnos en particular al simbolismo del Grial, en el cual se muestran con toda claridad los dos aspectos que acabamos de mencionar, y que se refieren respectivamente al estado primordial y a la tradición primordial. A estos dos, se podría agregar un tercero relativo a la sede primordial, pero es evidente que la residencia en el "Paraíso terrenal", es decir, propiamente en el "Centro del Mundo", no difiere en nada de la posesión del estado primordial.<br />Por otra parte, es preciso indicar que el oscurecimiento no se produjo súbitamente y de una vez por todas, sino que, tras la pérdida del estado primordial, se manifestó en etapas sucesivas correspondientes a otras tantas fases o épocas en el desarrollo del ciclo humano; y la "pérdida" de la que hablamos puede también representar cada una de estas etapas, dado que un similar simbolismo siempre puede aplicarse en grados diferentes. Esto puede ser expresado del siguiente modo: lo que en un principio se había perdido fue sustituido por algo que, en la medida de lo posible, debía tomar su lugar, lo cual a su vez se perdió, creando la necesidad de nuevas sustituciones. Esto se puede constatar en la constitución de los centros espirituales secundarios en el momento en que el centro supremo fue ocultado a la humanidad, al menos en su conjunto y en tanto que se trata de los hombres comunes o "medios", ya que existen siempre y necesariamente casos excepcionales sin los cuales, interrumpida toda comunicación con el centro, la espiritualidad misma en todos sus grados habría desaparecido por completo. Puede también afirmarse que las formas tradicionales particulares, que corresponden precisamente a los centros secundarios de los que hablamos, son sustitutivos más o menos velados de la tradición primordial perdida o más bien oculta, sustituciones adaptadas a las condiciones de las diversas épocas que se sucedieron; y, ya se trate de centros o de tradiciones, la cosa sustitutiva es como un reflejo directo o indirecto, cercano o lejano según los casos, de la que fue perdida. En razón de la filiación ininterrumpida a través de la cual todas las tradiciones regulares se vinculan en definitiva con la tradición primordial, podría aún observarse que aquellas son con respecto a ésta como otros tantos brotes de un único árbol, el mismo que es símbolo del "Eje del Mundo" y que se alza en el centro del "Paraíso Terrenal", como se repite en aquellas leyendas del Medievo en las que se habla de los distintos retoños del "Árbol de la Vida"2.<br />Un ejemplo de sustitución a su vez sucesivamente perdida puede identificarse claramente en la tradición mazdea; sobre esto debemos señalar que lo que está perdido no está representado solamente por la copa sagrada, es decir, por el Grial o por alguno de sus equivalentes, sino también por su contenido, lo que es fácilmente comprensible puesto que ese contenido, cualquiera que sea el nombre que se le asigne, no es en el fondo sino la "bebida de la inmortalidad", cuya posesión constituye esencialmente uno de los privilegios del estado primordial. Por eso se dice que el soma védico, a partir de cierta época, vino a desconocerse, lo que obligó a su remplazo por otra bebida que era tan sólo una imagen del mismo. Incluso parece que, aunque no esté formalmente indicado, tal sustitutivo se hubiera perdido a su vez posteriormente3. Entre los persas, en cambio, para quienes el haoma es el equivalente del<br />14<br />soma hindú, la segunda pérdida es mencionada expresamente: se dice que el haoma blanco podía únicamente recogerse sobre el Alborj, es decir, sobre la montaña polar, que representa la sede primordial; después fue reemplazado por el haoma amarillo, del mismo modo que, en la región donde se asentaron los antepasados de los persas, hubo otro Alborj, que era sólo una imagen del primero. Mas tarde, este haoma amarillo se perdió a su vez, y no quedó de él más que el recuerdo. Recordemos al respecto que, en otras tradiciones, el vino es también un sustitutivo de la "bebida de la inmortalidad", y es por tal motivo que, como ya explicamos en otra obra4, es considerado generalmente como un símbolo de la doctrina escondida o reservada, es decir, del conocimiento esotérico e iniciático.<br />Consideremos ahora otra forma del mismo simbolismo, que puede por otra parte referirse a hechos realmente ocurridos en la historia. Es empero importante comprender que, como para todo hecho histórico, sólo su valor simbólico justifica nuestro interés. De manera general, toda tradición tiene normalmente como medio de expresión una determinada lengua, que por tal motivo adquiere el carácter de lengua sagrada; si esta tradición desaparece, es natural que al mismo tiempo se pierda la lengua correspondiente; incluso si aún subsistiera exteriormente algo de la misma, se trataría solamente de una especie de "cuerpo muerto", puesto que desde entonces se ignora su sentido profundo, que ya no puede ser conocido verdaderamente. Así debió ocurrir con la lengua primitiva con la que se expresaba la tradición primordial, y, por ello, en efecto, se encuentran, en numerosas leyendas y narraciones tradicionales, muchas alusiones a esta lengua primitiva y a su pérdida. Agreguemos que, aun cuando una u otra lengua sagrada particular conocida actualmente parezca querer identificarse con la propia lengua primitiva, debemos entender por ello que, efectivamente, se trata en realidad de un sustitutivo que, para los adherentes de la forma tradicional correspondiente, toma consecuentemente su lugar. Según otras narraciones, parecería sin embargo que la lengua primitiva se habría conservado hasta una época que, aunque pueda parecer muy remota, es de todas maneras muy posterior a los tiempos primordiales: tal es el caso del relato bíblico de la "confusión de las lenguas", el cual, aunque no pueda asignársele un determinado período histórico, corresponde al comienzo del Kali-yuga. Ahora bien, es seguro que ya existían formas tradicionales particulares en una época muy anterior, y cada una de ellas debió tener su propia lengua sagrada; esta persistencia de la lengua única de los orígenes no debe ser entonces entendida literalmente, sino más bien en el sentido de que, hasta entonces, no había desaparecido todavía la conciencia de la unidad esencial de todas las formas tradicionales5.<br />En ciertos casos, en lugar de la pérdida de una lengua se habla solamente de la pérdida de una palabra, por ejemplo, de un nombre divino, que caracteriza a una determinada tradición y que de alguna manera la representa sintéticamente. La sustitución por un nuevo nombre señalaría entonces el paso de una tradición a otra. Otras veces, en cambio, se pretende aludir a "pérdidas" parciales producidas en ciertos momentos críticos durante la vida de una misma forma tradicional: cuando tales "pérdidas" fueron compensadas con la sustitución por algo equivalente, ello significa que las circunstancias había exigido una readaptación de la tradición considerada. En el caso contrario, las pérdidas indican un empobrecimiento más o menos grave de la tradición que no pudo remediarse con posterioridad. Por citar un ejemplo conocido, citaremos el caso de la tradición hebrea, en la que se dan, precisamente, los dos casos indicados: tras la cautividad de Babilonia, la antigua escritura perdida debió ser sustituida por una nueva6, y, si se toma en cuenta el valor jeroglífico inherente a los caracteres de una lengua sagrada, este cambio debió necesariamente implicar modificaciones en la propia forma 15<br />tradicional, es decir, una readaptación7. Por otra parte, durante la destrucción del Templo de Jerusalén y la dispersión del pueblo judío, se perdió la pronunciación verdadera del nombre tetragramático. Si bien fue sustituido por otro nombre, el de Adonaï, éste nunca fue considerado como el equivalente real de aquel que ya no se sabía pronunciar. En efecto, la transmisión regular de la pronunciación del principal nombre divino8, ha-Shem o el Nombre por excelencia, estaba vinculada esencialmente a la continuidad del sacerdocio, cuyas funciones sólo podían ser ejercidas en el Templo de Jerusalén. Desaparecido el Templo, la tradición hebrea quedó inevitablemente incompleta, como por otra parte queda suficientemente probado por la interrupción de los sacrificios, es decir, de aquello que constituía la parte más "central" de la ritos de esta tradición, así como el "Tetragrama" ocupaba una posición verdaderamente "central" con respecto a los demás nombres divinos9. En efecto, lo que se había perdido era verdaderamente el centro espiritual de la tradición. Por lo demás, considerando un ejemplo como éste, es particularmente evidente que el hecho histórico en sí, que en absoluto es dudoso como tal, no podría ser separado de su significado simbólico, donde reside en el fondo toda su razón de ser y sin el cual sería completamente ininteligible.<br />Hemos visto que la noción de lo perdido, en uno u otro de sus diferentes símbolos, existe incluso en el exoterismo de las diversas formas tradicionales; y podría incluso decirse que lo perdido se refiere más precisamente y sobre todo al aspecto exotérico, ya que es evidente que es allí donde la pérdida se ha producido y es verdaderamente efectiva, y donde puede ser considerada en cierto modo como definitiva e irremediable, puesto que lo es en efecto para la mayoría de la humanidad terrestre mientras dure el actual ciclo. Hay algo que, por el contrario, pertenece propiamente al orden esotérico e iniciático: se trata de la búsqueda de lo que se ha perdido o, como se decía en el Medievo, la "demanda" (queste); y ello se comprende fácilmente, puesto que la iniciación, en sus primeros estadios, los que corresponden a los pequeños "misterios", tiene efectivamente como finalidad esencial la restauración del estado primordial. Es por otra parte necesario señalar que, al igual que la pérdida se produjo en realidad gradualmente y por etapas sucesivas, así también la búsqueda deberá desarrollarse gradualmente, recorriendo en sentido inverso las mismas etapas, es decir, remontando en cierta forma el curso del ciclo histórico de la humanidad, de un estado a otro anterior, hasta llegar al estado primordial. A estas etapas podrán naturalmente corresponder otros tantos grados de iniciación a los "pequeños misterios"10. Añadiremos inmediatamente que, por ello mismo, las sucesivas sustituciones de las que hemos hablado pueden igualmente interpretarse en sentido inverso; se explica así que, en ciertos casos, lo que se entiende como "palabra encontrada" no sea en realidad sino una "palabra sustituta", representando ambas solamente etapas intermedias. Es por otra parte evidente que todo aquello que puede comunicarse exteriormente no podría ser con toda seguridad la "palabra perdida", sino nada más que un símbolo de la misma, siempre más o menos inadecuado, como lo es toda expresión de las verdades trascendentes; y este simbolismo es frecuentemente muy complejo, debido a la multiplicidad de significados que incluye, así como a los diferentes grados que conlleva en su aplicación.<br />En las iniciaciones occidentales hay por lo menos dos ejemplos muy conocidos de la búsqueda de la cuestión (lo que no quiere decir que hayan sido siempre efectivamente comprendidos por quienes hablaron de ellos): la "demanda del Grial" en las iniciaciones caballerescas de la Edad Media y la "búsqueda de la palabra perdida" en la iniciación masónica, y ambas pueden ser consideradas como casos típicos de las dos formas de simbolismo que hemos indicado. En lo que respecta a la primera, A. E. Waite ha observado con razón que se encuentran numerosas alusiones más o menos explícitas a fórmulas y a objetos sustituidos; ¿acaso no puede decirse que la misma "Mesa Redonda" no es en definitiva sino un "sustituto", puesto que, aunque su destino sea recibir el Grial, éste nunca llega a manifestarse efectivamente? Sin embargo, esto no significa, como demasiado fácilmente quisieran creer algunos, que la "demanda" nunca pueda llegar a satisfacerse, sino tan sólo que, incluso cuando 16<br />lo sea para algunos en particular, no puede serlo para el conjunto de una colectividad, aún cuando ésta posea indudablemente carácter iniciático. La "Mesa Redonda" y su caballería, como ya señalamos en otra ocasión11, presentan todas las señales que indican que efectivamente se trata de la constitución de un centro espiritual auténtico; pero, repitámoslo de nuevo, no siendo todo centro espiritual secundario sino una imagen o un reflejo del centro supremo, sólo puede cumplir realmente la función de "sustituto" con respecto a éste, del mismo modo que cada centro tradicional particular no es propiamente sino un "sustituto" de la tradición primordial.<br />Si pasamos a considerar la "palabra perdida" y su búsqueda en la Masonería, debemos constatar que, al menos en el estado actual de las cosas, el tema está rodeado de la mayor obscuridad; no tenemos la pretensión de disiparla por completo, pero las pocas observaciones que formularemos quizá sean suficientes para eliminar todo aquello que, a primera vista, podría dar la impresión de ser contradictorio. Lo primero que debemos indicar a este respecto es que el grado de Maestro, tal como es practicado en la Craft Masonry, insiste en la "pérdida de la palabra", que se presenta como una consecuencia de la muerte de Hiram, pero que no parece contener indicación expresa en cuanto a su búsqueda, y aún menos se habla de una "palabra reencontrada". Esto puede parecer verdaderamente extraño, puesto que, siendo la Maestría el último de los grados que constituyen la Masonería propiamente dicha, tal grado debería necesariamente corresponder, al menos de forma virtual, a la perfección de los "pequeños misterios", sin lo cual su misma denominación resultaría injustificada. Es cierto que puede decirse que la iniciación a este grado es en sí misma, hablando con propiedad, un punto de partida, lo que en suma es perfectamente normal. Sin embargo, sería de esperar que hubiera en esta iniciación algo que permitiera "comenzar", si así puede decirse, la búsqueda que constituye el trabajo posterior que deberá conducir a la realización efectiva de la Maestría; ahora bien, pensamos que, a pesar de las apariencias, esto es realmente así. En efecto, la "palabra sagrada" del grado es claramente una "palabra sustituta", y por lo demás es así como se la considera; además, esta "palabra sustituta" es de una especie muy particular: ha sido deformada de muy diferentes maneras, hasta el punto de llegar a ser irreconocible12, de ella hay diversas interpretaciones, que accesoriamente pueden presentar un cierto interés por sus alusiones a ciertos elementos simbólicos del grado, pero que no pueden justificarse por medio de la etimología hebrea. Pero, si se restituye a dicha palabra su forma correcta, descubrimos que su sentido es muy distinto de aquellos que se le atribuyen, pues la palabra en cuestión no es sino una pregunta, y la respuesta sería la verdadera "palabra sagrada" o la "palabra perdida", es decir, el verdadero nombre del Gran Arquitecto del Universo13. Planteado el problema en estos términos, puede considerarse que la búsqueda está "encaminada", tal como hemos indicado unas líneas atrás, y, por lo tanto, corresponde a cada uno, si tiene la capacidad para ello, el hallar la respuesta y lograr la Maestría efectiva a través de su propio trabajo interior.<br />Otro punto que debemos considerar es el siguiente: la mayoría de las veces la "palabra perdida" es asimilada al Nombre tetragramático, en concordancia con el simbolismo hebraico, lo que de tomarse al pie de la letra constituiría un evidente anacronismo, puesto que es fácil darse cuenta de que la pronunciación del Nombre no se perdió en la época de Salomón y de la construcción del Templo de Jerusalén, sino a partir de la destrucción final del Templo. Sin embargo, este anacronismo no debería ser considerado como constituyendo una dificultad real, ya que aquí no se trata en absoluto de la "historicidad" de los hechos en cuanto tales, la cual, desde nuestro punto de vista, poco importa en sí misma; el Tetragrama es mencionado pura y exclusivamente por el valor que tradicionalmente representa; incluso el mismo Tetragrama<br />17<br />pudo perfectamente haber sido en cierto sentido una "palabra sustituta", ya que pertenece propiamente a la revelación mosaica, y ésta, en cuanto tal, como la lengua hebrea, no podría remontarse realmente hasta la tradición primordial14. Si hemos aludido a esta cuestión es sobre todo para llamar la atención sobre un hecho que, en el fondo, es mucho más importante: en el exoterismo hebreo, la palabra que sustituye al Tetragrama que ya no se sabe pronunciar, como dijimos, es otro nombre divino, Adonaï, que igualmente está formado por cuatro letras, pero que se considera menos esencial. Hay en todo esto una especie de resignación ante una pérdida considerada irreparable, que se trata de remediar solamente en la medida en que aún lo permiten las condiciones presentes. En la iniciación masónica, en cambio, la "palabra sustituta" es una pregunta que ofrece la posibilidad de reencontrar la "palabra perdida". He aquí expresada, en suma, de una manera simbólica muy significativa, una de las diferencias fundamentales existentes entre el punto de vista exotérico y el iniciático15. Antes de continuar, se impone una breve digresión para mejor comprender lo que más adelante diremos: la iniciación masónica, que se refiere esencialmente a los "pequeños misterios", como todas las iniciaciones de oficio, concluye por eso mismo en el grado de Maestro, ya que la realización completa de este grado implica la restauración del estado primordial. Esto conduce naturalmente a preguntarse cuáles podrían ser, en la Masonería, el sentido y la función de los "altos grados", en los que algunos, y precisamente por esta razón, han querido ver solamente algo "superfluo", más o menos inútil y vano. En realidad, debemos en primer lugar distinguir aquí dos casos16: por un lado, el de los grados que tienen un vínculo directo con la Masonería17, y por otro el caso de los grados que pueden considerarse vestigios o recuerdos de antiguas organizaciones iniciáticas occidentales18 que se injertaron en la Masonería, o que llegaron a "cristalizarse" de alguna manera alrededor de la misma. La razón de ser de estos últimos grados, dejando aparte su interés puramente "arqueológico"(lo que evidentemente sería una justificación totalmente insuficiente desde el punto de vista iniciático), es en suma el hecho de que conservan lo que aún puede mantenerse de las iniciaciones de que se trata, y ello de la única manera en que puede hacerse tras su desaparición en cuanto formas independientes; habría ciertamente mucho que decir de este papel "conservador" de la Masonería y de la posibilidad implícita que encierra de suplir en cierta medida la ausencia de iniciaciones de otro orden en el mundo occidental actual. Pero ello está totalmente fuera del argumento que tratamos, y es solamente el primer caso, el de los grados cuyo simbolismo se relaciona más o menos estrechamente con el de la Masonería propiamente dicha, el que nos concierne directamente aquí.<br />Hablando en general, estos grados pueden ser considerados como constituyendo propiamente determinadas extensiones o desarrollos del grado de Maestro; es indiscutible en principio que éste es de por sí suficiente, pero de hecho la excesiva dificultad para discernir<br />18<br />todo lo que contiene implícitamente justifica la existencia de estos desarrollos posteriores19. Se trata pues de una ayuda para quienes quieren realizar lo que todavía no poseen sino en forma virtual. Al menos, tal es la intención fundamental de estos grados, sean cuales fueren las reservas que podrían hacerse sobre la mayor o menor eficacia práctica de tal ayuda, sobre la cual lo mínimo que puede decirse es que en la mayoría de los casos está lamentablemente empobrecida por el aspecto fragmentario y muy frecuentemente alterado bajo el cual se presentan actualmente los rituales correspondientes. Pero lo que debemos tener presente es el principio, que es independiente de estas consideraciones contingentes. Por otro lado, y a decir verdad, si el grado de Maestro fuera más explícito, y si todos los que a él acceden estuvieran verdaderamente cualificados, sería en el interior de este grado donde estos desarrollos deberían tener su lugar, sin que hubiera necesidad de hacerlos objeto de otros grados nominalmente distintos del mismo20.<br />Ahora bien, y es aquí donde queríamos llegar, entre los altos grados en cuestión hay algunos que insisten más particularmente sobre la "búsqueda de la palabra perdida", es decir, como hemos explicado antes, sobre aquello que constituye el trabajo esencial de la Maestría; incluso hay algunos grados que ofrecen una "palabra reencontrada", lo que parece implicar la culminación de la búsqueda; pero, en realidad, esta "palabra reencontrada" es siempre una nueva "palabra sustituta", y de acuerdo con las consideraciones expuestas anteriormente, es fácil comprender que no pueda ser de otro modo, ya que la verdadera "palabra" es rigurosamente incomunicable. Así es en particular con respecto al grado del Royal Arch, el único que debe ser considerado como estrictamente masónico, hablando con propiedad, y cuyo origen operativo directo no ofrece duda alguna; de alguna manera es el complemento normal del grado de Maestro, con una perspectiva abierta a los "grandes misterios"21. El término que representa en este grado la "palabra reencontrada" se presenta, como muchos otros, bajo una forma muy alterada, lo que ha dado lugar a varias suposiciones en cuanto a su significado; pero, según la interpretación más autorizada y plausible, se trata en realidad de una palabra compuesta, formada por la reunión de tres nombres divinos pertenecientes a tres tradiciones diferentes. Hay aquí al menos una indicación interesante desde dos puntos de vista: en primer lugar, esto implica evidentemente que la "palabra perdida" es considerada como constituyendo un nombre divino; después, la asociación de estos diferentes nombres no puede explicarse de otro modo que como una afirmación implícita de la unidad fundamental de todas las formas tradicionales; pero es obvio que tal conjunción, a partir de nombres provenientes de diferentes lenguas sagradas, no es todavía más que algo totalmente exterior y no podría de ninguna manera simbolizar adecuadamente la restitución de la tradición primordial, y que, en consecuencia, no es realmente sino otra "palabra sustituida"22.<br />19<br />Otro ejemplo, por lo demás de un tipo muy diferente, es el del grado escocés de Rosa-Cruz, en el cual la "palabra reencontrada" se presenta como un nuevo Tetragrama destinado a reemplazar al que se había perdido; de hecho, estas cuatro letras, que no son más que iniciales que no constituyen propiamente una verdadera palabra, no pueden expresar aquí sino la situación de la tradición cristiana frente a la hebrea, o el reemplazo de la "Antigua Ley" por la "Nueva Ley", y sería difícil decir si esta última representa un estado más próximo al estado primordial, a menos que no quiera entendérselo en el sentido de que el Cristianismo ha cumplido una "reintegración" abriendo ciertas nuevas posibilidades para el retorno a aquel estado, lo que por otra parte es de alguna manera cierto para toda forma tradicional constituida en una determinada época y en conformidad más particular con las condiciones de dicha época. Conviene agregar que al significado simplemente religioso y exotérico se superponen naturalmente otras interpretaciones de orden principalmente hermético, que están lejos de carecer de interés en sí mismas; pero estas últimas, además de alejarse de la consideración de los nombre divinos que es esencialmente inherente a la "palabra perdida", contienen algo que proviene más del hermetismo cristiano que de la Masonería propiamente dicha, y, sean cuales sean las afinidades existentes entre ambas formas, no es posible sin embargo considerarlas idénticas, pues, si bien usan hasta cierto punto los mismos símbolos, no dejan de provenir de "técnicas" iniciáticas muy diferentes en más de un aspecto. Por otra parte, "la palabra" del grado de Rosa-Cruz se refiere claramente al punto de vista de una forma tradicional determinada, lo que nos sitúa en todo caso muy lejos del retorno a la tradición primordial, que está más allá de todas las formas particulares. Bajo este aspecto, como bajo muchos otros, el grado del Royal Arch tendría sin duda más razones que el de Rosa-Cruz para considerarse como el nec plus ultra de la iniciación masónica.<br />Pensamos que nos hemos extendido suficientemente sobre estas distintas "sustituciones", y, para concluir, debemos volver a considerar el grado de Maestro, a fin de buscar solución a otro de los enigmas que plantea: ¿cómo es posible que la "pérdida de la palabra" se presente como una consecuencia de la muerte de Hiram, cuando, según la leyenda, había otros que igualmente la poseían? Esta cuestión, en efecto, deja perplejos a mucho masones, por lo menos a aquellos que reflexionan un poco sobre el simbolismo, y algunos llegan a considerarla algo inverosímil, pues les parece totalmente imposible explicarlo aceptablemente, mientras que, como veremos, se trata en realidad de todo lo contrario.<br />El problema puede plantearse con más precisión de la manera siguiente: en la época de la construcción del Templo, la "palabra" de los Maestros estaba, según la leyenda del grado, en posesión de tres personajes que tenían el poder de comunicarla: Salomón, Hiram, rey de Tiro, e Hiram-Abi; admitido esto, ¿cómo puede bastar la muerte de este último para causar la pérdida de la "palabra"? La respuesta es que, para comunicarla regularmente y en forma ritual, se necesitaba el concurso de los "tres primeros Grandes Maestros", de tal manera que la ausencia o desaparición de uno sólo de ellos hacía imposible esta comunicación, así como es imposible formar un triángulo si no es con tres ángulos; y esto no es una simple comparación o una aproximación más o menos imaginativa y privada de todo fundamento real, como podrían pensar los que no están acostumbrados a percibir ciertas correspondencias simbólicas. En efecto, una Logia operativa no puede abrirse sin el concurso de tres Maestros23, provistos de tres varillas cuyas longitudes están respectivamente en relación con los números 3, 4 y 5; y solamente a partir del momento en que estas tres varillas han sido aproximadas y dispuestas en forma tal de conformar el triángulo rectángulo pitagórico es cuando puede tener lugar la apertura de los trabajos. Dicho esto, es fácil comprender que, de forma similar, una palabra sagrada pueda estar compuesta de tres partes, tales como tres sílabas24, no pudiendo cada una de las cuales ser pronunciada más que por uno de los tres Maestros, de manera que, a falta de uno de ellos, tanto la palabra como el triángulo quedarían incompletos, y nada válido podría realizarse, como veremos más adelante cuando retornemos sobre este punto.<br />20<br />Señalaremos incidentalmente otro caso en el que se halla también un simbolismo del mismo género, al menos con respecto a lo que nos interesa ahora: en ciertas corporaciones medievales, el cofre que contenía el "tesoro" tenía tres cerraduras cuyas llaves estaban confiadas a tres oficiales diferentes, de manera que se necesitaba la presencia simultánea de los tres para poder abrir el cofre. Naturalmente, quienes consideran las cosas de una manera exclusivamente superficial pueden no ver en todo esto más que una medida de precaución contra una posible infidelidad; pero, como frecuentemente sucede en casos similares, la explicación únicamente exterior y profana es completamente insuficiente, y aún admitiendo que sea legítima en su orden, nada impide de manera alguna que el mismo hecho tenga un significado simbólico mucho más profundo que le otorga todo su valor real. Pensar de otro modo equivale a desconocer por completo el punto de vista iniciático, y, por lo demás, es sabido que la llave posee en sí misma un simbolismo lo suficientemente importante como para justificar lo que hemos dicho25.<br />Volviendo al triángulo rectángulo del que hemos hablado, podemos decir, después de lo que hemos visto, que la muerte del "tercer Gran Maestro" lo torna incompleto; es a ello a lo que corresponde, en un cierto sentido e independientemente de sus significados propios, la forma de la escuadra del Venerable, que tiene los lados desiguales, normalmente en relación 3 a 4, de manera que pueden considerarse como los dos lados que forman el ángulo recto del triángulo, y en el cual está ausente la hipotenusa, o, si se prefiere, está "sobreentendida"26. Debemos señalar también que la reconstitución del triángulo completo, tal como figura en las insignias del Past Master, implica, o al menos debería teóricamente implicar, que éste ha llegado a realizar la reconstitución de lo que se había perdido27.<br />En cuanto a la palabra sagrada que sólo puede ser comunicada por el concurso de tres personas, es muy significativo que justamente este carácter se verifique en la palabra que, en el grado del Royal Arch, se considera representante de la "palabra reencontrada", y cuya comunicación regular no es efectivamente posible más que de esta forma. Las tres personas de que se trata forman entre sí un triángulo, y las tres partes de la palabra que, como explicamos anteriormente, son entonces las tres sílabas correspondientes a otros tantos nombres divinos de diferentes tradiciones, "pasan" sucesivamente, si así puede decirse, de uno a otro de los lados del triángulo, hasta que la palabra sea completamente "justa y perfecta". Aunque en realidad no se trate aquí sino de otra "palabra sustituta", el hecho de que el Royal Arch sea, en cuanto a su filiación operativa, el más "auténtico' de todos los grados superiores, otorga a esta forma de comunicación una importancia innegable que confirma la interpretación de lo que a este respecto permanece oscuro en el simbolismo del grado de Maestro, tal como actualmente es practicado.<br />A propósito de ello, añadiremos todavía una observación sobre el Tetragrama hebreo: puesto que éste es uno de los nombres divinos más frecuentemente asimilados a la "palabra perdida", debe haber también en él algo que corresponda a lo que acabamos de decir, ya que el mismo carácter, desde el momento en que es verdaderamente esencial, debe estar de algún modo en todo lo que tal "palabra" representa de manera más o menos adecuada. Lo que queremos decir es que, para que la correspondencia simbólica sea exacta, la pronunciación del Tetragrama debería ser necesariamente trisilábica; pero ya que el mismo se escribe normalmente con cuatro letras, podría decirse que, según el simbolismo numérico, el número 4 21<br />se refiere aquí al aspecto "substancial" de la palabra (en tanto que ésta esté escrita, o se deletree conforme a la escritura, que ejerce la función de un soporte "corpóreo"), y el 3 a su aspecto "esencial" (en tanto que la palabra sea pronunciada integralmente por la voz, lo único que otorga el "espíritu" y la "vida"). De ello se desprende que la forma Jehovah, si bien no puede ser considerada como la verdadera pronunciación del Nombre, que ya nadie conoce, la representa al menos mucho mejor al constar de tres sílabas (y su misma antigüedad, en cuanto transcripción aproximativa en las lenguas occidentales, podría ya por sí misma dejarlo entrever) que la forma Yahveh, puramente engañosa e inventada por los exégetas y los "críticos" modernos, y que, no poseyendo más que dos sílabas, resulta evidentemente inapropiada para una transmisión ritual como ésta de la que estamos hablando.<br />Habría con seguridad mucho más para decir sobre todo esto, pero debemos finalizar aquí estas consideraciones ya demasiado extensas, y que, volvamos a decirlo para terminar, no tiene más pretensión que la de aclarar un poco algunos aspectos de esta cuestión tan compleja de la "palabra perdida".</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-85681156547270253852011-03-05T21:49:00.001-03:002011-03-05T21:49:00.121-03:00INICIACIÓN FEMENINA E INICIACIONES DE OFICIO<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />Se nos ha dicho repetidas veces que, en las formas tradicionales occidentales actualmente subsistentes, parecería no haber ninguna posibilidad de carácter iniciático para las mujeres: muchos se preguntan cuáles pueden ser las razones de tal estado de cosas, que es ciertamente muy lamentable, pero que sin duda sería muy difícil de remediar. Además esto debería llevar a la reflexión a los que se imaginan que Occidente ha otorgado a la mujer un sitial privilegiado que no ha sido jamás logrado en ninguna otra civilización. Tal vez sea verdad en ciertos aspectos, pero especialmente en el sentido de que Occidente, en los tiempos modernos, la sustrajo de su papel normal permitiéndole acceder a funciones que deberían pertenecer exclusivamente al hombre, de manera que estamos aquí en presencia de otro caso particular del desorden de nuestra época. Desde otros puntos de vista más legítimos, la mujer en Occidente, por el contrario, se encuentra en una situación mucho más desventajosa que en el caso de las civilizaciones orientales, en las cuales particularmente le ha sido siempre posible encontrar una iniciación que le conviniera, siempre y cuando poseyera las cualificaciones requeridas. Así por ejemplo, la iniciación islámica ha sido siempre accesible a las mujeres, lo que, digámoslo de paso, es suficiente para refutar algunos absurdos que en Europa se acostumbra a atribuir al Islam.<br />Volviendo al mundo occidental, está claro que no nos referimos aquí a la Antigüedad, cuando con toda seguridad existieron iniciaciones femeninas y donde incluso algunas lo eran excluyentes de los varones, así como hubo otras exclusivamente masculinas. Pero ¿cuál era la situación en el Medioevo? Sin duda no es imposible que las mujeres hayan sido admitidas en ese entonces en algunas organizaciones poseedoras de una iniciación propia del esoterismo cristiano, e incluso ello es perfectamente verosímil1; pero como tales organizaciones están entre aquellas de las que ya desde hace mucho tiempo no quedan rastros, es muy difícil tratar de las mismas con certeza y precisión y, en todo caso, es muy posible que no hubiese nunca más que posibilidades muy restringidas. En cuanto a la iniciación caballeresca, es más que evidente que por su misma naturaleza no podría absolutamente convenir a las mujeres. Lo mismo puede decirse respecto a las iniciaciones de oficio, o al menos de las más importantes entre ellas y de aquellas que, de una u otra manera, se continuaron hasta nuestros días. Ésta es precisamente la razón verdadera de la ausencia de toda iniciación femenina en el Occidente actual: todas las que subsisten se basan esencialmente sobre oficios cuyo ejercicio pertenece exclusivamente a los hombres, y es ésta como decíamos la razón por la que no vemos muy bien como podría superarse tan fastidiosa laguna, a menos que se encuentre algún día el medio de realizar una hipótesis que pasamos a considerar a continuación. Sabemos bien que algunos de nuestros contemporáneos han pensado que en el caso en el cual el ejercicio efectivo de un oficio haya desaparecido, la exclusión de las mujeres de la iniciación correspondiente había perdido por ello mismo su razón de ser; pero eso es un verdadero sinsentido, pues la iniciación no está por ello cambiada, y, como hemos ya explicado en otro lugar2, este error implica un total desconocimiento del significado y del real alcance de las cualificaciones iniciáticas. Como decíamos entonces, la conexión con el oficio, totalmente independiente de su ejercicio exterior, permanece inscrita necesariamente en la forma misma de la iniciación, y en aquello que la caracteriza y constituye esencialmente como tal, de modo que en ningún caso podría ser válida para quienquiera no fuera apto para ejercer el oficio en cuestión. Naturalmente, nos estamos refiriendo en particular a la Masonería, ya que por lo que hace al Compañerazgo, el ejercicio del oficio no ha dejado jamás de considerarse como condición indispensable; por lo demás no conocemos ningún otro ejemplo de una desviación de este tipo más que la "Masonería mixta", que por tal razón no podrá nunca ser considerada "regular" por nadie que al menos comprenda mínimamente los principios de la Masonería. En el fondo la existencia de esta "Masonería Mixta" (o Co-Masonry como se la denomina en los países de habla inglesa) constituye simplemente una tentativa de introducir en el ámbito iniciático mismo, que por sobre cualquier otro debería estar exento, aquella concepción "igualitaria" que, rehuyendo ver las diferencias de la naturaleza existentes entre los seres, llega hasta atribuir a las mujeres una función propiamente masculina , y que está además<br />10<br />manifiestamente en la raíz de todo el "feminismo" contemporáneo3.<br />Ahora bien, el problema que se plantea es el siguiente: ¿por qué todos los oficios que están incluidos en el Compañerazgo son exclusivamente varoniles, y por qué ningún oficio femenino parece haber dado origen a una iniciación de este tipo? A decir verdad es ésta una cuestión bastante compleja y no pretendemos resolverla por entero aquí; dejando de lado la investigación de contingencias históricas intervinientes, diremos solamente que puede haber ciertas dificultades particulares, de las cuales una de las principales posiblemente se deba al hecho que, desde el punto de vista tradicional, los oficios femeninos deben normalmente ejercerse en casa, y no como en el caso de los masculinos, fuera de ella. Sin embargo, una dificultad de este tipo no es insuperable, y podría solamente requerir algunas modalidades especiales en la constitución de una organización iniciática; y, por otra parte, no hay duda alguna que hay oficios femeninos perfectamente susceptibles de servir de soporte para una iniciación. Podemos citar, a título de ejemplo, el tejido, del cual hemos expuesto en una de nuestras obras su simbolismo particularmente importante4; este oficio es además de los que pueden ejercerse a la vez por hombres y por mujeres; como ejemplo de un oficio más exclusivamente femenino, citaremos el bordado, al que se refieren directamente las consideraciones sobre el simbolismo de la aguja, del que ya hemos hablado en diversas ocasiones, así como algunas de las que conciernen al sûtrâtmâ5. Es fácil entender cómo podrá haber por este lado, en principio al menos, posibilidades de iniciación femenina que no serían desdeñables; pero decimos en principio porque desafortunadamente, en las condiciones actuales, no hay de hecho ninguna transmisión auténtica que permita realizar tales posibilidades; y no nos cansaremos de repetir, visto que se trata de algo que muchos parecen perder siempre de vista, que a falta de tal transmisión no puede haber iniciación valida, ya que ésta no puede ser de ninguna manera constituida por iniciativas individuales que, cualesquiera que sean, no pueden, por sí solas, originar sino una pseudo-iniciación, puesto que falta necesariamente el elemento suprahumano, vale decir, la influencia espiritual.<br />De todos modos podría tal vez entreverse una solución considerando lo siguiente: los oficios que pertenecen al Compañerazgo tuvieron siempre, habida cuenta de sus afinidades más particulares, la facultad de afiliar tales o cuales oficios, y conferir a éstos una iniciación de la que antes carecían, iniciación que es regular por el hecho mismo de ser una adaptación de una iniciación preexistente: ¿no habría algún oficio que sea susceptible de efectuar tal transmisión con relación a determinados oficios femeninos? El asunto no parece enteramente imposible, y quizá no carece de antecedentes en el pasado6. Sin embargo no hay que ocultar que habría grandes dificultades respecto de la necesaria adaptación, que evidentemente es mucho más delicada que si se tratara de oficios masculinos: ¿dónde podrían encontrarse hoy hombres suficientemente competentes como para lograr tal adaptación en un espíritu rigurosamente tradicional y guardándose de introducir la menor fantasía que arriesgaría comprometer la validez de la iniciación trasmitida7? De cualquier manera, no podemos obviamente hacer otra cosa que formular una sugerencia, ya que no nos toca a nosotros ir más lejos en este sentido; 11<br />pero oímos tan frecuentemente deplorar la inexistencia de una iniciación femenina occidental que nos ha parecido que valía la pena indicar al menos lo que, en este orden, nos parecía constituir la única posibilidad actualmente subsistente.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-23301820925678346872011-03-01T21:49:00.001-03:002011-03-01T21:49:00.694-03:00HEREDOM<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">RENÉ GUÉNON - Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II</span><br /></div><br />Habiendo visto recientemente unas notas sobre la palabra Heredom1 (1) que, aun indicando algunas de las explicaciones que se han propuesto, no aportan ninguna conclusión en cuanto a su origen real, nos ha parecido que podía ser de algún interés el reunir aquí algunas observaciones al respecto. Se sabe que esta palabra enigmática (que se escribe a veces también Herodom, y de la cual se encuentran incluso diversas otras variantes que, a decir verdad, parecen más o menos incorrectas) es empleada como designación de un alto grado masónico, y también, por extensión, del conjunto del Rito del cual este grado constituye el elemento más característico. A primera vista, puede parecer que Heredom no sea otra cosa que una forma ligeramente alterada de heirdom, es decir "herencia"; en la "Orden Real de Escocia", la herencia de que se trata sería la de los Templarios que, según la "leyenda", habiéndose refugiado en Escocia tras la destrucción de su Orden, habrían sido allí acogidos por el rey Robert Bruce y habrían fundado la Logia-Madre de Kilwinning2. Sin embargo, está muy lejos de explicarlo todo, y es muy posible que este sentido haya venido solamente a añadirse secundariamente, siguiendo una similitud fonética, a una palabra cuyo verdadero origen era muy diferente.<br />Diremos otro tanto de la hipótesis según la cual Heredom sería derivada del griego hieros domos, "morada sagrada"; sin duda, ello no está falto de significación, y puede incluso prestarse a consideraciones menos "exteriores" que una alusión de orden simplemente histórico. Sin embargo, tal etimología no deja de ser muy dudosa; nos hace además pensar en aquella por la cual se ha pretendido a veces hacer del nombre de Jerusalén, a causa de su forma griega Hierosolyma, un compuesto híbrido en el cual entraría también la palabra hieros, mientras que se trata en realidad de un nombre puramente hebraico, que significa "morada de paz" o, si se toma para su primera parte una raíz un poco diferente (yara en lugar de yarah), "visión de la paz". Esto nos recuerda también la interpretación del símbolo del grado de Royal Arch, que es una triple "tau", como formado por la superposición de las dos letras T y H, que serían entonces las iniciales de las palabras Templum Hierosolimae; y, precisamente, el hieros domos de que se trata sería igualmente, para los que han considerado esta hipótesis, el Templo de Jerusalén. No queremos ciertamente decir que aproximaciones de este género, que estén basadas sobre la consonancia de las palabras o sobre la forma de las letras y de los símbolos, estén necesariamente desprovistas de todo sentido, de toda razón de ser, incluso hay algunas que están lejos de carecer de interés y cuyo valor tradicional es incontestable; pero es evidente que haría falta tener mucho cuidado de no confundir jamás estos sentidos secundarios, que pueden por otro lado ser más o menos numerosos, con el sentido original que, cuando se trata de una palabra, es el único al cual se puede aplicar propiamente el nombre de etimología.<br />Lo que es quizás más singular, es que se ha pretendido bastante frecuentemente hacer de Heredom el nombre de una montaña de Escocia; ahora bien, apenas hay necesidad de decir que, de hecho, no ha existido nunca ninguna montaña con tal nombre, ni en Escocia ni en ningún otro país; pero la idea de la montaña debe ser aquí asociada a la de un "lugar santo", lo que nos lleva de nuevo en cierto modo al hieros domos. Esta montaña supuesta por lo demás no ha debido ser constantemente situada en Escocia, pues semejante localización apenas sería conciliable, por ejemplo, con la afirmación que se encuentra en los rituales de la Masonería adonhiramita, y según la cual la primera Logia fue mantenida en "el valle profundo donde reinan la paz, las virtudes (o la verdad) y la unión, valle que estaba comprendido entre las tres montañas Moriah, Sinaí y Heredon (sic)". Ahora, si uno se informa en los antiguos rituales de la Masonería operativa, que constituyen sin duda una "fuente" más segura y<br />8<br />tradicionalmente más auténtica3, se comprueba lo siguiente, que vuelve esta última aserción aún más extraña: las tres montañas sagradas eran allí el Sinaí, el Moria y el Tabor; estos "altos lugares "eran representados en ciertos casos por las plazas ocupadas por los tres principales oficiales de la Logia, de suerte que el emplazamiento mismo de ésta podía entonces ser asimilado en efecto a un "valle" situado entre esas tres montañas. Estas corresponden bastante manifiestamente a tres "revelaciones" sucesivas: la de Moisés, la de David y la de Salomón (se sabe que el Moria es la colina de Jerusalén sobre la cual fue edificado el Templo), y la de Cristo; hay pues en su asociación algo que es bastante fácilmente comprensible; pero ¿dónde, cuándo y cómo ha podido operarse la curiosa sustitución del Tabor por Heredom (incompatible por lo demás con la identificación de ese hieros domos con el Templo de Jerusalén, puesto que él es aquí distinguido expresamente del monte Moria)? No nos encargaremos de resolver este enigma, no teniendo por otro lado a nuestra disposición los elementos necesarios, pero al menos hemos de señalarlo.<br />Para volver ahora a la cuestión del origen de la palabra Heredom, es importante resaltar que, en la "Orden Real de Escocia", está en uso el escribir ciertas palabras solamente con sus consonantes, a la manera del hebreo y del árabe, de suerte que Heredom, o lo que se tiene la costumbre de pronunciar así, es escrito siempre en realidad H.R.D.M.: es claro que las vocales pueden entonces ser variables lo que da cuenta por lo demás de las diferencias ortográficas que no son simples errores. Ahora bien, H.R.D.M. puede perfectamente leerse Harodim, nombre de uno de los grados superiores de la Masonería operativa; estos grados de Harodim y de Menatzchim, que eran naturalmente desconocidos por los fundadores de la Masonería "especulativa"4, tornaban apto para ejercer las funciones de superintendente de los trabajos5. El nombre de Harodim convenía por tanto muy bien para la designación de un alto grado, y lo que nos parece mucho más verosímil, es que, por esta razón, habrá sido aplicado después a una de las formas más antiguamente conocidas, pero sin embargo evidentemente en relación con la Masonería operativa, del grado masónico de Rosa-Cruz.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-67416418030581691312011-02-25T21:49:00.001-03:002011-02-25T21:49:00.739-03:00La Logia de Perfección<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />Los grados inmediatamente superpuestos a la Maestría y que se confieren en Logia de Perfección, son característicos a este respecto. El Maestro Secreto (4o. grado) vuelve a pasar en cierto modo, por las pruebas del aprendizaje, cuyo esoterismo es llamado a penetrar esta vez. Así preparado, el aprendiz altamente graduado se esforzara en hacerse Maestro Perfecto (5o. grado) participando en los funerales de Hiram, celebrados pomposamente por el Rey Salomón. Este grado desgraciadamente es muy hueco como muchos otros que a menudo hacen doble empleo entre ellos. Lo es también en cuanto la premisa se presenta como falsa e inconciliable con la pura concepción masónica. Estos grados malamente establecidos, hacen número (son numerosos) en la jerarquía; pero eso es todo, porque no se confieren in extenso: se les salta limitándose a declarar al recipiendario que está investido de ellos. Los escalones escoceses no se suben uno a uno; los más instructivos sólo dan lugar a una recepción rituálica; pero el fin perseguido sobre todo en Logia de Perfección, es exclusivamente hacer la educación masónica de verdaderos Maestros.<br />Los altos grados se recomiendan, pues, a los Masones que aspiran a la Maestría y no saben elevarse por sí mismos hasta ella en Cámara del Medio. Para ayudarlos, el Escocismo les ofrece cursos de repetición que tienen su valor sin ser indispensables.<br />Ciertos grados, pretendidos superiores, son en realidad lamentablemente inferiores en su tema, que no tiene nada de iniciático.<br />Nada es más falso, desde este punto de vista, que poner en escena el castigo de los matadores de Hiram, cuya muerte no tiene que ser vengada.<br />Los iniciados no castigan jamás, y se vengan aún menos. En atención al mal, son los médicos que curan. En cuanto Masones, reconstruyen lo que ha sido destruido; no combaten la ignorancia odiosa sino esparciendo generosamente la luz, y no oponen al fanatismo ciego otra cosa que su tolerancia plenamente esclarecida. Y cuando la perversidad ambiciosa compromete la salvación común, los Sabios hacen surgir de la corrupción un orden mejor por la coalición de las voluntades sanas.<br />Reaniman el ideal del que las sociedades humanas tienen necesidad para mostrarse dignas de ellas mismas.<br />En resumen, la necesidad de los altos grados no se habría hecho sentir jamás, si los tres grados fundamentales no hubieran quedado prácticamente letra muerta. Los grados superiores perderán toda razón de ser, desde que las Logias se muestren capaces de formar Maestros efectivos.<br />No demolamos nada de eso. Esforcémonos más bien en hacer nuestras clases iniciáticas aprovechando las enseñanzas que se presenten.<br />El Maestro se instruye por todas partes, aún en las escuelas equívocas que se basan en tradiciones mal comprendidas. Si él no sabe rectificar constantemente y poner las cosas en su lugar, adivinando la verdad bajo la expresión desgraciada que la desfigura, es porque no han encontrado la luz del tercer grado.<br />¡Puedan los lectores de este manual poseerla y penetrar el verdadero sentido de lo que en él se encuentra de enigmático, de involuntariamente misterioso!.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-71697811011089469742011-02-21T21:49:00.001-03:002011-02-21T21:49:00.293-03:00Los Altos Grados<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />La Maestría es una cumbre, término fatal de toda ascensión: el que se siente Maestro no tiene nada más que ambicionar. Pero no todos los que han desempeñado el rol de Hiram se han penetrado del espíritu del rito. Ellos han soportado pasivamente un ceremonial al cual no se liga ninguna gracia santificante, tanto que, no habiendo sabido poner en ello nada de su parte, han permanecido después lo mismo que eran antes. Sobre más de tres millones de Masones que enarbolan las insignias del tercer grado ¿Cuántos adeptos se encuentran que posean, aunque no sea sino un humildísimo comienzo de Maestría?. ¿Cuántas Logias están en su justo derecho de decirse “Justas y Perfectas”, basándose en el hecho de que los tres que las dirigen son Maestros efectivos?.<br />Toda la Masonería llamada simbólica no es ¡ay! sino el símbolo de lo que debería ser realmente. Se ha apercibido esto, en el siglo XVIII, desde que la Masonería actual hubo tomado alguna extensión. Constatando que los que se decían Maestros no lo eran, los que creían serlo en cierta medida sintieron la necesidad de desarrollar la Maestría en talleres fundados especialmente para este efecto.<br />Es así como una mejor selección debía ser realizada por los Maestros Escoceses que surgieron hacia 1740 con la ambición de formar en un 4o. grado, que hacía falta en las Logias azules, los Maestros efectivos. El rojo sería en lo sucesivo el color de los talleres superiores.<br />Pero como el 4o. grado no fue más feliz prácticamente que el 3o., hubo bien pronto puja en la multiplicación de los grados.<br />¿Por qué habría de detenerse en 4 cuando 7 es un número mucho más prestigioso?. En la excelente intención de perfeccionar la Masonería y de realizar la verdadera Maestría, numerosos ritualistas se pusieron a la obra y combinaron jerarquía de grados, por decirlo así, hasta el infinito.<br />Todos los autores que han profundizado el ternario fundamental de la Masonería, han condenado con severidad la “embriaguez de los altos grados”, elucubraciones fantásticas que no contribuyen sino a extraviar el espíritu y a hacer conocer mal al Masonismo puro.<br />Esta crítica es ampliamente justificada, porque si el ritual de los tres grados llamados “simbólicos” lleva visiblemente la marca de los Maestros, nada, por el contrario, es menos magistral que el simbolismo de los grados llamados “filosóficos”. Todo siente ahí la falsificación penosa, y la idea iniciática no se traduce en ninguna parte en síntesis luminosa.<br />Si no han estado felizmente inspirados, no es preciso, sin embargo, arrojar la primera piedra a los inventores de los grados altos. Ellos perseguían el ideal de la verdadera Maestría y, si han tomado un camino falso, buscando el gran Arcano, sus tentativas infructuosas permanecen meritorias y sus errores son instructivos.<br />Todos los sistemas supra-masónicos del siglo XVIII, se han fundido finalmente en los 30 grados que el Rito Escocés superpone al ternario primitivo. Históricamente esta jerarquía presenta un incontestable interés; ha tomado, por otra parte, una importancia particular desde el punto de vista internacional, puesto que los Supremos Consejos Confederados realizan en su dominio propio la universalidad masónica que es la piedra de escándalo de la Masonería azul.<br />Se dan encontrado, además, entre los H∴ H∴ de altos grados, Masones de una vasta erudición que se han esforzado en sacar el mejor partido posible de los grados que ellos no habían inventado. Nada más justo es rendir homenaje, a este respecto al H∴ Alberto Pike, que fue Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo por la Jurisdicción Sud de los Estados Unidos de 1859 a 1891. Escritor de gran talento este H∴ quiso espiritualizar el Escocismo, agregando a cada grado una profunda enseñanza iniciática, desarrollada en una sabia obra titulada “Moral and Dogma”. No se le puede reprochar sino el haberse dejado deslumbrar por los treinta grados considerados como superiores, y de haber así desdeñado profundizar los fundamentos mismos de la Franc-Masonería.<br />Los altos grados han tenido, en efecto, el gravísimo inconveniente de desviar a muchos Masones del estudio perseverante de la síntesis ternaria primordial. kn eso han sido perjudiciales y caen bajo el peso de la requisitoria de historiadores tales como Findel.<br />Pero, gracias a numerosos H∴ H∴ esclarecidos, se ha operado una evolución en el seno del Escocismo, quien renunciando a pretensiones injustificadas, ya no se esfuerza, en Francia, en Suiza y en Bélgica, por lo menos, sino en volver a tomar el programa iniciático de los tres primeros grados.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-51309360559449020652011-02-19T21:49:00.001-03:002011-02-19T21:49:00.218-03:00La Emancipación<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />La independencia de las Logias y la soberanía de los Maestros, se afirman desde la fundación del taller. Este se constituye por la voluntad de los Maestros que se han unido en vista de la creación de un nuevo hogar de vida masónica. Estos Maestros ejercen con ello un derecho imprescriptible de la Maestría y ellos son quienes legitiman la Logia que fundan, sin que tengan que solicitar autorización de nadie. No están de ningún modo obligados a ligar su Logia a una agrupación preexistente y si les conviene proclamar al taller independiente de toda potencia masónica, obrarán en la plenitud de sus derechos, que eran incontestables antes de 1717.<br />En esta fecha, plugo a cuatro Logias de Londres, en peligro de desaparecer, reunirse y constituirse en Gran Logia, innovación que fue de grandes consecuencias, puesto que dio nacimiento a la Masonería moderna. Lo que hace la grandeza de esta Masonería, son los principios que fueron formulados en su nombre en 1723; su debilidad por lo contrario, reside en la institución de los gobiernos masónicos. Estos se han revelado como usurpadores desde el principio. Se han abrogado el derecho de legislar en materia masónica y han exigido de las Logias una subordinación humillante. En una Obediencia, las Logias son tratadas como hijas menores que no deben emprender nada sin haber obtenido previamente el permiso de una autoridad central que controla todos sus actos. Por lo demás, estas Logias son llamadas Logias-hijas de la Logia-madre a las que deben la existencia. Lo peor es que las Grandes Logias se erigen en jueces de la “regularidad” de otras y que “reconocen” o excomulgan según su gusto, evocando pretextos que reniegan de todo espíritu masónico.<br />Es tiempo que este escándalo termine; pero a este efecto los Maestros deben resucitar a Hiram y restituir a las Logias los derechos que no se dejaron usurpar sino porque carecían de Maestros.<br />Ahora bien, si hay en el seno de las Logias penuria de Iniciados reales, es porque la Maestría no está al alcance del primero que llega. Por asegurar su prosperidad material, muchos talleres hacen reclutamiento intensivo, olvidando que, al decir de los Antiguos, no toda madera es buena para hacer un Mercurio y que un profano por más bien intencionado que sea, no tiene siempre en sí el género de un Maestro. En el hecho, las Logias de todos los Ritos y de todas las obediencias, están llenas de elementos para quienes la Maestría no ha permanecido sino puramente convencional.<br />Las Logias, por consiguiente, no son hogares de verdadera vida masónica: son agrupaciones donde predominan preocupaciones apenas teñidas de Masonismo. Se contentan en cumplir ritos, fraternizando de una manera muy laudable, sin olvidar jamás las miserias humanas que se esfuerzan en aliviar. Es un buen principio; pero no hay que contentarse con eso. Si no tuviéramos en nuestro activo sino nuestras obras de beneficencia, seríamos inferiores a una cantidad de asociaciones profanas, organizadas especialmente para ayudar a los desgraciados.<br />En realidad, nuestro modo de hacer bien, no está destinado a traducirse sino en una debilísima proporción por socorros materiales. Nuestro trabajo debe beneficiar menos a los individuos que a la Humanidad en su conjunto: no podría ser fecundo si no fuera bien dirigido; de ahí la necesidad de formar Maestros, si la Masonería debe llegar a ser una realidad.<br />Pero la Franc-Masonería no saldrá de su fase demasiado exclusivamente ceremonial y muy poco operante, sino desprendiéndose del exceso de materialidad que la abruma. Desde hace doscientos años se ha dado una forma que no es necesariamente definitiva. El oficio del H∴ Tesorero ha tomado demasiada importancia a consecuencia de la ambición de las Logias de tener un local amoblado para su exclusivo uso. Ahora bien, para quien debe obrar espiritualmente, finanzas y propiedades son cargas pesadas de las cuales nos enseña a librarnos la tradición.<br />Los Masones convencidos no tienen necesidad de un templo pomposamente decorado, puesto que poseen el arte de transformar en santuario cualquier local. Pueden, pues, constituirse en Logia de la más absoluta regularidad dónde y cuándo bien les parezca. Ellos no tienen diplomas que conferir ni palabras semestrales que comunicar. En verdadera Iniciación los pergaminos no son sino piel de asno y una palabra soplada al oído no es suficiente para hacerse reconocer.<br />La Masonería no será mayor de edad, libre y plenamente operante, sino desde el día en que los Maestros se declaren como tales.<br />¡Pueda el presente manual contribuir a iluminar a los discípulos de Hiram y a ayudarlos a encontrar la Palabra de Vida que levanta por la acción a la víctima de los malos obreros!.<br />¡Realcémonos y seamos Maestros!.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-37522965804673654702011-02-15T21:49:00.001-03:002011-02-15T21:49:00.355-03:00La Soberanía de los Maestros<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />En Masonería ninguna actividad es superior a la del Maestro. Por sobre el Maestro no hay nada. El que dirige los Trabajos no es superior en nada a los otros Maestros y les debe cuenta del desempeño de su función. El mismo Gran Maestro no es sino un delegado de los Maestros y es en nombre de ellos y bajo su control que él gobierna una federación de Logias.<br />Un gobierno masónico no posee, por otra parte, ningún poder por sí mismo.<br />El es el ejecutor puro y simple de la voluntad de sus comitentes y su papel se limita a la gestión de los intereses colectivos. Pero las Logias no tienen que recibir ninguna impulsión de una administración común. Si éstas sintieran la necesidad de ser dirigidas, no serían todavía sino embriones de Logias, talleres que no saben trabajar por sí mismos, de ahí la necesidad de dirigirlas y de mantenerlas bajo tutela.<br />No sucederá nunca eso en una verdadera Logia, que gobiernen Maestros animados por el espíritu de Hiram, porque el trabajo no faltará jamás allí y alcanzará todos los frutos que hay en el derecho de esperar, por sobre toda estimulación exterior.<br />La Logia autónoma es el único organismo fundamental de la vida masónica. Son las Logias que trabajan masónicamente las que constituyen entre ellas la Masonería universal, cuya existencia, desde 1717, no han llegado sino a comprometer las Grandes Logias y las otras jurisdicciones o potencias masónicas, multiplicando las discenciones y los cismas. Ahora bien, la verdadera Masonería no tolera divisiones, porque es de su esencia ser unida. Pero la unidad masónica no es realizable sino entre Logias libres, no sujetas a legislaciones arbitrarias de agrupaciones locales. Si conviene a las Logias formar confederaciones entre ellas, les es permitido someterse a una obediencia común: pero un grupo de Logias no puede hacer leyes sino por su propia cuenta y no tiene el derecho de juzgar a otras agrupaciones análogas. Quien condena a otro se condena a sí mismo, excluyéndose de la universalidad; ésta es una ley necesaria de la pura y auténtica Franc-Masonería, aunque muy a menudo desconocida.<br />Importa, pues, que los Maestros encargados de la dirección y del gobierno de las Logias tengan conciencia de su soberanía, de la cual deben mostrarse celosos. No tienen que obedecer sino a las decisiones tomadas en el interés común y deben rehusar formalmente soportar fantasías legislativas contrarias al espíritu masónico.<br />Bajo este respecto, el verdadero Maestro sabe juzgar; en caso contrario su recepción al tercer grado no ha sido sino una grotesca musaraña. Aquel en quien Hiram ha encontrado un cuerpo, se hace realmente Maestro en Masonería y no se inclina ante ningún mandato; el espíritu rector de la institución está en él y lo inspira en todos sus actos de soberanía.<br />Pero es difícil ser Maestro; por esto las Logias que se sienten dirigidas de un modo vacilante (a tientas) buscan por fuera la dirección ausente en el interior. Se subordinan entonces a una “Obediencia”, lo que es la negación misma de la Franc-Masonería, suprema escuela de libertad.<br />Formulado así, sin retiscencias, el ideal hacia el cual debemos tender, conviene recordar que en la práctica únicamente la aceptación de una disciplina hace posible la colaboración. Es, pues, más cuerdo someterse a una regla criticable, que pretender no obrar sino según su idea. El verdadero Masón sabrá discernir y no obrará sino inspirándose en el bien real de la Orden. No olvidará nunca, por otra parte, el respeto que todo iniciado debe a la ley, por más imperfecta que sea.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-2761941008163627762011-02-11T21:49:00.001-03:002011-02-11T21:49:00.077-03:00El Sombrero<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span>
<br /></div>
<br />El Maestro que en el siglo XVIII dirigía los trabajos de su Logia, permanecía cubierto en señal de autoridad. Los H∴ H∴ elevados al 3er grado se cubrían lo mismo en Cámara del Medio, confirmándose así los iguales de su presidente.
<br />Los Logias anglo-sajonas ignoran actualmente esta costumbre que es mantenida en Alemania generalizándose tanto que todos los H∴ H∴ aún los Aprendices, enarbolan en Logia el sombrero de ceremonia. Pero no ya como una manifestación de igualdad, porque el ritual prescribe que deben descubrirse cada vez que se hace mención del Grande Arquitecto del Universo.
<br />Simbólicamente todo el interés del sombrero se limita al hecho de que reemplaza a la Corona (Kether 1a. Sefira de los Cabalistas). Como emblema de soberanía, tiene la misión de hacer comprender al que lo lleva, que no es un jefe que tiene poder de mandar arbitrariamente según sus apreciaciones personales. Un soberano debe reinar y no ejercer un mando. Ahora bien, no se reina sino interpretando la voluntad general. El Maestro no dirigirá, pues, su Logia a su idea, sino que se inspirará en las aspiraciones más elevadas de la colectividad. Es la idealidad colectiva la que forma la diadema luminosa, coronamiento del árbol de los Sefirotes, que deben recordar en otro tiempo el tricornio del Maestro de la Logia.
<br />En nuestros días, en las Logias latinas, los Maestros no se cubren sino para trabajar en el tercer grado. Todos afirman, así, que son capaces de mantener el mallete y de portarse, llegado el caso, como dignos soberanos iniciáticos.
<br />Sabiendo hacer abstracción de sí, el Maestro se hace, en efecto, apto para reinar, no como déspota o como potentado vulgar; sino como adepto del Arte Real, digno de ocupar el trono de Salomón, el más sabio de los reyes. El individuo que se domina a sí mismo y no sufre ninguna desviación se eleva a la realeza de los Iniciados. Como nada lo domina, es libre y no se determina sino bajo la influencia de la más clara razón.
<br />Todo Maestro debe esforzarse en realizar este ideal que le confiere prerrogativas importantes, de las que llevar sombrero, no es más que un símbolo sutil en su apariencia bastante grosera.
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-69349518635851249242011-02-09T21:49:00.001-03:002011-02-09T21:49:00.986-03:00División Natural del Círculo en 12 Partes Iguales<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span>
<br /></div>
<br />Esta división ha sido aplicada al cielo, donde determina doce espacios iguales, que el Sol recorre con regularidad en su carrera anual aparente alrededor de la tierra. Las constelaciones que coincidían en otro tiempo con estos espacios les han dado sus nombres, sacados de animales o de seres animados. Así se forma el duodenario zodiacal cuyo simbolismo es de una extremada importancia, porque el año viene a ser el prototipo de todos los ciclos, haciendo alegoría tan bien de las fases de la vida humana como de las de la Iniciación.
<br />En los misterios de Céres, el Iniciado compartía, en efecto, los destinos del grano confiado al suelo. Como éste debía sufrir la influencia solar para desarrollarse y fructificar, y después volver a pasar por el encadenamiento de metamorfosis del cual resulta la revolución circular de la vida. Cada signo del Zodíaco toma bajo este punto de vista una significación particular que nos esforzaremos en precisar, después de haber administrado algunas indicaciones generales sobre el simbolismo de los doce signos.
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-68221997438751893952011-02-05T21:49:00.001-03:002011-02-05T21:49:00.502-03:00El Astro del Microcosmo (Pentagrama) al centro de la Estrella del Macrocosmo (Sello de Salomón)<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span>
<br /></div>
<br />Se trata, en otros términos, del Hombre en posesión del máximum de sus medios de realización, que dispone de la Fuerza ejecutiva, que se relaciona con la 7a Sefira, y que el Arcano XI del Tarot representa bajo los rasgos de una mujer victoriosa de un león.
<br />Pero el espíritu individual humano no triunfa (7a Sefira) sino en cuanto a centro operante del alma universal, esto es, renunciando a todo egoísmo para ponerse sin reservas al Servicio del Gran Todo. El verdadero Iniciado tiende a concentrar en sí las energías difusas de un vasto ambiente: dispone así de una manera muy real de una potencia ilimitada que proviene de los dioses33 en el sentido iniciático de la palabra. El Masón que se ha consagrado con toda su inteligencia y de todo corazón a la ejecución del plan del Arquitecto Supremo, puede efectuar un trabajo, con mucho, superior a sus medios personales: no está solo, porque con él se solidarizan todas las energías que estimula la misma buena voluntad. La Cadena de Unión es efectiva para todo adepto sincero que, habiendo realizado el equilibrio (8) recibe en proporción de lo que da, beneficiándose con la corriente que ha sabido establecer al transmitirlo.
<br />Para completar el estudio del número Once, es bueno, después de haberlo examinado como la suma de 5 y 6, descomponerlo en 4 y 7; 3 y 8; 2 y 9; 1 y 10, atribuyendo a estas cifras el valor iniciático que extraen del tripleternario y del Árbol de los Sefirotes.
<br />4 y 7 hacen resultar la potencia de 11 de una voluntad enérgica, inquebrantablemente fija y positiva (4), asociada al discernimiento que, poniendo a cada uno en su lugar, sabe dirigir con tacto y mandar, estableciendo la armonía (7).
<br />3 y 8 apuntan hacia la juiciosa aplicación del poder operante de 11, gracias a la cual se desenvuelve y se mantiene. Es la inteligencia (3) asegurando la buena administración (8).
<br />2 y 9 hacen remontar la fuerza iniciática (11) al brillo de la Sabiduría (2), acumulada en la plancha de trazar (9). El Iniciado conspira concentrando las irradiaciones difusas: influye ocultamente en lo que debe suceder; de ahí el secreto de su irresistible poder.
<br />1 y 10 nos muestran, en fin, en 11 la síntesis de la década. Vuelto a la Unidad el Todo se presta para la consumación de las maravillas de la cosa “única” de que trata la Mesa de Esmeralda de Hermes Trimegisto. ¡Penetremos hasta el centro y todo nos obedecerá!.
<br />
<br />
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-6461117076445911562011-02-01T21:49:00.001-03:002011-02-01T21:49:01.243-03:00La Potencia Mágica<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span>
<br /></div>
<br />El número once ha sido considerado como muy particularmente misterioso, sin duda porque reúne en él el 5 y el 6, cifras del Microcosmo y del Macrocosmo cuyo alcance precisa el esquema siguiente:
<br />La estrella central es la del genio humano, de la inteligencia aplicada, servida por órganos de percepción y de acción. Colocada en el corazón del Mundo en grande (Macrocrosmo) este astro viene a ser lo que podría llamarse la Grande Estrella Flamígera.
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-36478433407382944232011-01-29T21:49:00.001-03:002011-01-29T21:49:00.536-03:00El Árbol de los Sephirotes Cabalísticos<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />Las tres primeras Sefiras constituyen una triada intelectual que se refleja en una segunda triada moral o psíquica, la cual es sostenida por una última triada dinámica o física. La columna central 1, 6, 9, 10 es neutra o andrógena, conciliadora de las oposiciones de derecha y de izquierda, 2, 4, 7 que figuran la columna J∴ activa y 3, 5, 8 la columna B∴ pasiva.<br />El simbolismo masónico concuerda con la Kábala en lo que tiene de esencial. Es interesante, desde este punto de vista, establecer una aproximación entre el árbol de los Sefirotes y la jerarquía de los oficiales de una Logia.<br />l.-La Corona ocupa el Sitio del V∴ M∴ que dirige los Trabajos, y que los brazos de la Escuadra religan a 2 Sabiduría, Razón, Orad∴ ya3 Inteligencia, comprensión que registra, Secr∴.<br />4.-Gracia y5 Rigor corresponden al Hosp∴ y al Tes∴; pero estos oficiales deberían invertir sus sitios para permanecer en la lógica del sistema sefirótico.<br />6.-Belleza: conviene al M∴ de Cer∴ ordenador de todo lo que corresponde a las formas.<br />7.-Victoria, Firmeza y 8 Esplendor, Orden, se asocian al 1er y 2do Vig ∴, mientras que 9 Base o Fundamento se refiere al H∴ Exp∴ guardián de las tradiciones.<br />En fin, 10, Reino o mundo prof∴ es el dominio del H∴ Guard∴ Temp ∴ que vela exteriormente por la seguridad de los trabajos. Sabiduría, Fuerza, Belleza, los tres pilares que sostienen simbólicamente al Templo, resumen, por otra parte, la teoría de los Sefirotes, desprendiéndola de las sutilidades metafísicas a las cuales trataban de aludir los antiguos Masones constructores. Su fórmula simplificada se contenta con atribuir a la Sabiduría (2a Sefira) la concepción del trabajo masónico, cuya ejecución está confiada a la fuerza (7a Sefira), mientras que la Belleza (6a Sefira) tiene la misión de adornar, de hacer agradable y poner así todas las cosas definitivamente en punto.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-1629489423713190572011-01-25T18:42:00.000-03:002011-01-25T18:42:00.514-03:00La Confusión de las Lenguas<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />La Franc-Masonería no se ha encuadrado en todas partes en un formulismo igual y rigurosamente inmutable. Los siglos pasados están lejos de haberle legado, en materia de ritos y de símbolos, una herencia intacta. La Masonería moderna, no ha recogido sino una pobre herencia, compuesta de un conjunto de tradiciones inciertas, incomprendidas y por lo tanto sumamente desfiguradas.<br />Sobre datos inseguros y a veces engañosos, ha sido necesario construir, reconstituyendo, guiado por un vago instinto de arquitectura, más que por una ciencia verdaderamente luminosa.<br />En estas condiciones, las fórmulas Masónicas se han desarrollado de diversas maneras, según las razas y los países. Por esta causa nos encontramos actualmente en presencia de una serie de Masonerías, que concluyen por no tener semejanza entre ellas.<br />Por lo tanto, después de haberse diversificado, ahora es necesario que la Masonería universal, estrictamente una en su principio, sea progresivamente llevada a la unidad de un sistema racional de trabajo. Es altamente deseable que la Masonería del mundo entero llegue a ponerse de acuerdo, para practicar en todas partes usos, sino absolutamente idénticos, al menos semejantes y concordantes.<br />Semejante unificación no puede inspirarse sino en un profundo estudio del simbolismo. Todo lo que se hace en Masonería, debe poderse justificar lógicamente. Los ritos que se apoyan en buenas razones deben ser mantenidos; pero conviene reformar categóricamente todo lo que tiene por fundamento la fantasía, por no decir el error.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8449127252911290828.post-30148870746963842932011-01-21T18:42:00.000-03:002011-01-21T18:42:00.242-03:00La Regeneración<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(51, 102, 255);">OSWALD WIRTH</span><br /></div><br />Los hombres y las instituciones desaparecen, pero la humanidad subsiste con su necesidad de progresar y de cumplir sus destinos. Si el órgano que asegura su marcha adelante llega a faltarle, no puede ella dejar de reemplazarlo, porque la inmovilidad sería contraria a su naturaleza. Por eso Hiram no permanece jamás muerto mucho tiempo.<br />Desde que cesa de llenar sus funciones, sus verdaderos discípulos se reúnen para llorarlo. Dándose cuenta de toda la extensión del mal que deploran, buscan sus causas y descubren el crimen de los malos Compañeros.<br />Los iniciados reconocen entonces que todo está perdido… momentáneamente, porque suceda lo que suceda, no se desaniman jamás. “¡Hiram ha muerto bajo la forma imperfecta que había hecho su época, que renazca, pues, mejor armado para el papel que le incumbe!”.<br />Pero, para hacerlo revivir es preciso recobrar su cadáver, es decir, reconstituir la tradición material. Los simbolistas ponen, pues, manos a la obra: estudian la Iniciación bajo todos sus aspectos, comparan los ritos, los emblemas, los mitos, las religiones y las filosofías, con el fin de discernir lo que es verdaderamente iniciático. Pasan revista en seguida a los antiguos usos de la Franc-Masonería, descartan las superfetaciones parasitarias, las fantasías injustificadas y conciben así el conjunto por reedificar. Esto es lo que se llama viajar en todas las direcciones para descubrir, finalmente, los despojos mortales del Maestro asesinado.<br />Pero el cadáver no se levanta por sí solo: no responde al llamado hecho a la vitalidad que habría podido conservar y es en vano que se intente galvanizarlo. La antigua vida no lo hará revivir: es preciso infundirle un soplo nuevo puesto al servicio del ideal imperecedero de la iniciación.<br />Tal es sentido de la cadena de vida regeneradora. Los que la forman no se contentan con contemplar la Tradición muerta reconstituida. Poniendo sus almas en común, combinan en haz sus más altas aspiraciones y sus más fervientes deseos. Desprenden así una fuerza psíquica operante, que reanima el cadáver a medida que lo levantan los vivientes, ligándose a él por los cinco puntos del Compañerismo.<br />La aproximación de los pies, de las rodillas, de los pechos, de las manos derechas y el gesto simultáneo de la mano izquierda, afirman en este caso la absoluta comunión de los obreros firmemente resueltos a marchar hacia un objeto único (pies), a profesar el mismo culto del trabajo (rodillas), a compartir idénticos sentimientos (pechos), a unir estrechamente sus esfuerzos (manos derechas) y a sostenerse mutuamente (manos izquierdas).<br />Una vez en pie, con la organización renovada, es decir, funcionando fisiológicamente, falta hacerle tomar conciencia de sí misma. Es preciso que se dé plena cuenta de su razón de ser, de su destino, de su verdadero carácter y de sus medios de acción. Este completo llamado así es el efecto de la Palabra Perdida, recobrada bajo la aspiración de las circunstancias.<br />La palabra mágica, por otra parte, importa poco en sí misma; pero es bueno que el Hijo sepa que emana de la Putrefacción. ¿No nos agitamos aquí abajo sobre el estiércol del Porvenir, donde todo se disuelve sin cesar, donde todas las formaciones efímeras se derrumban para proveer de materiales a las construcciones vitales perpetuamente renovadas?. Es preciso haber penetrado el secreto de la Muerte transformadora para formarse una idea justa del Nacimiento y de la Vida.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0